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Esa noche me di cuenta que Connor podía hablar de cualquier tema, que era fuerte, decidido y que nada ni nadie le haría cambiar todo aquello en lo que creía, el honor, el deber y la familia. Mis padres también le miraban fascinados y si, efectivamente hice una muy buena elección.

Dos semanas después estaba preparada para bajar y por segunda vez, dejarme acompañar al altar.

Estas semanas tuve en todo momento a Connor a mi lado. Me lo llevaba a las reuniones y luego le pedía consejo, quería saber que es lo que el haría en muchas cosas y lo bueno es que en la mayoría coincidíamos. También conoció a mis hijos y se portaba de maravilla con ellos, jugaba, los paseaba y a Victoria le estaba enseñando montar a caballo.

Nuestro primer desacuerdo fue el regalarle un caballo, el no estaba de acuerdo ya que eso supondría un peligro innecesario pero al final el cedió y yo también. Se le regalaría un potro y ella solo lo cuidaría. Si, esa vez me alegré todavía mas de elegirlo a el ya que miraba por la seguridad de mis hijos y eso es lo que yo quería, alguien que sea un padre para ellos.

-Estás guapísima hija – me dijo mi padre al bajar las escaleras.

-Esta vez no estás llorando – le dije

-Por que ahora se de lo que eres capaz – sonreí – y por que veo que Connor es un buen hombre.

-Eso quiere decir que tu lo apruebas.

-Si, he visto como a ti y a mis nietos os trata y juraría que no es una faceta, una mascara que se quitará una vez casados.

Yo le di un beso en la mejilla y de su brazo entré en la Iglesia.

La ceremonia fue muy rápida, por lo que me dijeron el Obispo estaba enfermo y quería desaparecer antes de desmayarse delante, por lo visto pensaba que eso era cosa de novias, pero no sería yo.

Dimos el si quiero y cuando tocó el beso, un brazo suyo me rodeó la cintura y me acercó bruscamente a su cuerpo, pegándome a el. Inclinó la cabeza y no tenía nada de brusco al besarme. Me acarició la cara y me besó la mano después.

-Prometo hacerla muy feliz mi señora – yo sonreí.

El dia fue muy largo y yo no noté el cansancio hasta que no subí arriba a darles un beso de buenas noches a mis hijos.

-Majestad, va a volver al baile o se va a ir a su habitación?

-Me iré a mi habitación – le dije a la doncella

-Su marido ya está ahí esperándola. Necesita ayuda en algo? – yo negué con la cabeza y me fui.

Al entrar la habitación estaba caldeada por el fuego de la chimenea y varias velas estaban encendidas. Connor estaba de espaldas con el torso descubierto mirando por el ventana.

-Si necesitas que pase alguna doncella a ayudarte, te puedo dar intimidad – me dijo el.

-Supongo que sabes ya que no mancharé la sábana – le dije, no pensaría que se casa con una virgen.

-Lo se – se acercó a mi y me acaricio la cara – pero si rechazas la ayuda de las doncellas estaré yo para desnudarte.

Me besó, intenso, asi fue su beso. Me dio la vuelta y me iba besando la espalda hasta deshacer el ultimo lazo del corsé hasta que mi vestido cayo a los pies y me quedé desnuda delante de el.

Me levantó en brazos y me llevó hasta la cama donde me tumbo para ponerse encima mio.

Me lleno el cuerpo de caricias y de besos hasta que se introdujo en mi. Me hizo daño, pero claro, llevaba un año sin estar con un hombre y el sonrió para luego empezar a moverse despacio hasta que saco mi primer gemido y yo alcé la cadera.

2.Elsbeth- Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora