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Subí las escaleras y Edgar junto a mi padre, estaban viendo la escena desde el balcón.

-La familia es lo más importante mi rayo de sol – me dijo mi padre mientras me abrazaba – si tantas veces te hemos dicho que con nosotros puedes contar siempre, que hagas lo que hagas te vamos a amar y estar a tu lado es por esto, por que tu madre, por elegir el amor perdió otras cosas que ahora las está recuperando.

-Papá, no te culpes.

-No hija, pero es injusto que por amar pierdas a tu familia, por eso – miró a Edgar – no me fiaba de ti Hamilton. He visto a mi mujer sufrir toda la vida, aunque ella lo niegue, y no quería que mi hija fuera a sufrir también.

-Haré todo lo que me sea posible para que eso no ocurra.

-Lo sé Hamilton – le dio unas palmadas en el brazo – lo sé, por que estáis hechos el uno para el otro.

Durante el resto de la velada estuve hablando con varios nobles, con sus señoras que me pusieron al día de cotilleos y bailando. La mayoría de los jóvenes de mi edad, sin casar, querían un baile con la princesa. Así estaba Edgar, que al final de la noche cuando todos se habían marchado y asegurándose de que nadie nos veía me subió en brazos a nuestra habitación.

-Voy a disfrutar junto a mi querida esposa – me susurró al oído.

-Estás celoso Edgar?

-Yo – dijo ofendido – de esos niñatos?? No

Pasó otra semana y Edgar y yo, aparte de tener nuestras responsabilidades, estábamos en una nube. El Rey decidió adelantar mi nombramiento y retirarse dentro de dos semanas.

-Pero como vais a hacer eso? Se deja de ser Rey cuando se muere – le decía yo nerviosa.

-No hija, yo quiero disfrutar los años que me quedan en una casita del campo que llevo preparando desde que mi padre murió. Dentro de unas semanas vosotros os sentareis en mi sitio y yo me iré a descansar un tiempo, pero volveré.

-Y quien me aconsejará ¿

-Tu corazón y otras veces la razón. En tu cabeza siempre sabrás a quien es mejor seguir.

Estas dos semanas fueron de locos. Los preparativos y la llegada de Reyes de otras cortes cercanas, hicieron que no viéramos casi a Lisbeth. Si esto era asi ahora, sin ser Reina, que sería después.

Llegó el día.Vestida con un vestido blanco y una capa roja bajaba las escaleras junto a Edgar.

-Nerviosa?

-Mucho.

-Lo harás muy bien cariño, no te preocupes.

Llegamos al salón donde mi familia me estaba esperando. Mi padre se acercó y me besó la frente. El Rey fue el que me tendió el brazo y nos subimos al carruaje. Edgar iría con mi abuela detrás y mis padres irían en otra detrás de todos.

El pueblo estaba en la calle tirando flores delante de mi carroza.

Llegamos a la Iglesia donde el sacerdote nos estaba esperando para coronarme. La misa, mi juramento, todo pasó muy rápido, ni siquiera me di cuenta, hasta que escuché los gritos de mi tio : VIVA LA REINA, tres veces. Las tres veces que todos aquellos que estaban dentro presenciando, lo gritaron también.

Después de nombrarme a mi Reina, llegó el turno de Edgar de ser nombrado Principe. El era un laird de las Highlands, no tenía nada que ver con la realeza, no tenía sangre azul, por lo tanto no lo podía llamar Rey.

Pensaba que eso le haría sentirse inferior pero no, el es muy noble y se alegró de no tener que llevar el mando, por que así tendría tiempo de ir a ver sus tierras de vez en cuando. De escapar del Palacio o de ver más a menudo a nuestra pequeña.

2.Elsbeth- Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora