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Mis padres acompañaban la caja donde iba el cuerpo sin vida de Leslie. No nos dejaron enterrarla en campo santo ya que fue un suicidio, un pecado mortal. Por lo tanto el cura , Don Agustín, rezó un Padre Nuestro y mi madre dejó un ramo de flores junto a su tumba. La enterraron en el bosque, al lado de John. La verdad es que fue idea mía y mi padre la aceptó, ya que no se le permitía estar en vida junto a su amado,por lo menos que fuera a descansar junto a él. Que estuvieran juntos

Volvimos a casa y mi padre nos convocó a todos en su despacho. Cuando nos sentamos y hablamos de cordialidades, Edgar, que estaba sentado a mi lado decidió aclarar sus dudas.

-Por que ha hecho tal atrocidad su hija Steward?

- Fue por miedo y por vergüenza – le contestó mi padre- en su carta me decía que el cocinero se había aprovechado de ella y la había dejado embarazada.

-Donde está el cocinero?

-Lo mató mi hija – miró en mi dirección y me quedé embobada – cuando le descubrió pero decidieron entre las dos ocultármelo. Ahora, vamos a olvidarnos de este tema y esta noche celebraremos vuestro compromiso.

-La semana que viene me marcharé, espero que sea con esposa, si no me tendré que llevar a Elsbeth y casarme en mis tierras.

- Te casarás esta misma noche – dijo mi padre – mi hija si sale de aquí es casada y después de verla disfrutar unos días de vuestros primeros días de casados. – decidió mi padre mientras me miraba a mi, esa mirada me decía que no debía rechistar, debía callar.

-Vamos hija debemos prepararte para tu boda – mi madre me tendió la mano y yo se la cogí.

Juntas nos fuimos a mi habitación donde estaba Ana y otra muchacha preparando el baño y mi vestido. Era blanco.

-Este es el vestido de mi boda – dijo mi madre – lo arreglarán para ti. Quitándole las mangas y metiéndole un poco los bajos al vestido, estarás estupenda.

-Mamá, me casaré con tu vestido! Que ilusión – dije emocionada.

-Mi preciosa niña – dijo mi madre con lágrimas asomando a sus ojos – me alegro tanto de que te guste. Mi pequeña – me acariciaba la cara con sus nudillos – estoy tan feliz de haberte tenido a ti, solo nos has dado alegrías a tu padre y a mi y nunca me he podido sentir más orgullosa de mi pequeña bebé.

-Mamá no llores – le dije, intentando yo tampoco llorar - solo me voy a casar y me marcharé a ocuparme de la casa de mi marido, seré feliz.

- Si hija – se limpió las lágrimas – además nos podremos visitar siempre – intentó convencerse de lo que decía – y tu serás tan feliz como tu padre y yo somos.

Me dejaron sola mientras me bañaba. Tenía mi jabón preferido, el que olía a vainilla. Enjaboné mi pelo y pasé a limpiar todo mi cuerpo. Me enjagüe y una vez con el albornoz puesto miré por última vez aquella cama, a partir de esta noche la debía compartir. Hice pasar a mi doncella y a mi madre.

-Toma pequeña, bebe un poco de vino y come un poquito de pastel de carne, calmará el hambre. – se sentó a mi lado- nunca pensé que debía tener esta conversación tan rápido.

-Que conversación mamá? – pregunté intrigada al ver su cara de circunstancia y a Ana sonreír.

-Pues, hija, esta noche cuando tu y tu marido estéis aquí sucederán varias cosas.

-Que cosas?

-Hija, no son cosas que una mujer debe hablar, son intimidades, así que por favor te ruego dejes a tu marido hacer.

-Pero hacer que ¿? – me estaba poniendo nerviosa ya que no la entendía

-Hija, lo que hará tu marido contigo es como se traen a los hijos al mundo, por lo tanto déjalo hacer y no me preguntes más. No son cosas que debamos hablar. Venga vamos a vestirte.

Una vez tuve el vestido puesto mi madre salió a por su velo y a por su tiara. Me quedé frente al espejo mientras Ana me hacía el moño con una trenza alrededor.

-Ana, que me quería decir mi madre? – ella se quedó quieta

-Mi señora, yo no os puedo explicar esto.

-Si , y lo vas a hacer. Es una orden y date prisa antes de que venga – le dije firma

-Señora, solo puedo decir que os lastimará un poco pero si es cuidadoso y no es un bruto a partir de esta noche disfrutareis mucho con vuestro marido.

-Ala , ya me habéis hecho sentir curiosidad. Una no entiende nada.- dije furiosa por que nadie se explicaba en esa casa.

Mi madre entró con el velo y la tiara con diamantes azules. Me las colocó dejándome el velo enganchado a la tiara de tal manera que no me fuera a cubrir la cara, así solo me lo quitaría a la hora de cenar y el baile.

Cuando ya estaba lista, me puse de pie y mi madre empezó a llorar.

-Estás preciosa, pareces un ángel. Mi ángel querido.

-Mamá no llores por favor, si solo me voy a casar – le dije mientras caminaba hacia ella para abrazarla.

-Vamos pequeña, tu padre nos espera fuera – me dijo deshaciéndose de mi abrazo.

Cuando mi padre me vio frente a las escaleras empezó a llorar también.

-Pero es una boda no? – le dije yo mientras bajaba poco a poco – no quiero que lloréis más.

-Mi rayo de sol – me dijo este - estás preciosa.

-Gracias papá – le contesté mientras cogía el brazo que me había tendido y empezamos a caminar hacia la pequeña capilla que teníamos al lado de casa.

2.Elsbeth- Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora