Definitivamente han sido cinco grandiosos días. Nunca pensé que viviría algo así en mi vida. Tanto Sebastian como yo hemos disfrutado todo esta aventura italiana. Desde la primera noche en Roma, cuando el vino me hizo aflojar la lengua y hablarle a Cameron de Feargus, él cambio un poco su actitud de ataque, ahora está más relajado, más... sosegado. Esa forma de tratarme al principio de buscar la manera de tocarme o besarme, se esfumó. Ahora sólo me trata con cariño y cuidado. Siempre se preocupa porque disfrute de nuestra estadía en su país. Planeó cada día con esmero. Nos llevó a conocer Roma. Visitamos cada monumento y en especial la fuente de Trevi. Allí me dijo que tenía que lanzar una moneda a la fuente y el deseo se me cumpliría. Con la moneda en la mano, miré el rostro de Cameron quien hablaba con Sebastian y explicándole con paciencia lo que tenia que hacer. Ahí supe el deseo que pediría.
Cuando Sebastian se cansaba o se aburría, Cameron se dedicaba a jugar con él. Nos llevó a comer pizza, la comida favorita de Sebastian y helado artesanal italiano. En las noches íbamos a cenar con Annie, donde disfrutabamos de una excelente velada. Ella estaba encantada con Sebastian y le enseñó a jugar ajedrez. Como a él no le gustaba perder en algún juego, se enfrasco en el tablero para superar a Annie. Eso la divertía mucho. Y mientras ellos jugaban, Cameron y yo hablamos de cualquier cosa. De su trabajo, de todos los trabajos que yo tenido, de nuestras aficiones. Podríamos decir que aprendimos a conocernos.
Annie nos invitó a decorar su casa de navidad, porque sólo faltaban una semana y media para nochebuena. Sebastian se emocionó tanto que no paraba de hablar sobre eso. Cuando Cameron me pregunto por nuestras tradiciones navideñas, yo le comente que en casa, tenemos la tradición de decorar dos semanas antes y eso significaba durar todo el día, normalmente los domingos, en eso. Colocabamos música navideña y hacíamos ponche de frutas con pastel de chocolate. Cameron sonrió. Al preguntarle por la de ellos, solo respondió que él no decoraba de navidad su casa, pero que Annie si. Ella hacia de eso una fiesta. Me sorprendí cuando me dijo que él no decoraba su casa y quise preguntarle porque, pero no tuve coraje. Así que lo deje estar.
El día que decoramos la casa de Annie fue grandioso. Cameron no mentía cuando decía que ella lo hacía una fiesta. Annie colocó música navideña a todo volumen y toda la mansión estaba llena de cajas con adornos navideños. Sebastian corría por todos lados y ayudaba a Annie en todo lo que le pedía. Cameron y yo fuimos sirvientes de Annie, porque eso si, ella mandaba más que un general. Sin embargo, fue bastante divertido.
Sonreí. Eso ocurrió hace dos días y aun Sebastian estaba emocionado. Decía que faltaba su casa por decorar porque sino Santa no sabría donde estaba él. Eso me hizo pensar que ya debíamos volver. Cameron no ha dicho nada al respecto, pero Sebastian tenía razón. Nuestra casa esta en Londres y faltaba poco para navidad. "Aunque voy a extrañar mucho a Annie y Cameron" pensé con el corazón encogido. Solo hemos estado una semana juntos, pero es como si fueran mi propia familia. Suspiré y miré las estrellas de la terraza de mi habitación. Hace rato que nos habíamos ido a dormir, pero aun no lo he logrado. Escuché cerca de mi un pequeño ruido, abrí los ojos y miré hacia la izquierda. Abrí mis ojos sorprendida al ver a Cameron salir a la terraza de su habitación. Él se quedó quieto al verme allí. Nos observamos sin decir nada. Tragué grueso al ver el torso desnudo de Cameron. El único hombre que visto desnudo había sido mi esposo. Claro que en las revistas siempre salen hombres sin camisa, pero no es lo mismo que verlo en vivo y en directo. Especialmente cuando el hombre en cuestión estaba mejor que los modelos de revistas. Quise correr y esconderme en mi habitación, pero me obligué a pensar que era una adulta con un hijo y que esas cosas no deberían ponerme tímida. Busqué coraje y sonreí levemente como si no me importaba verlo casi desnudo, como si no me estuviese derritiendo por estar viendo sus músculos.
- ¿No puedes dormir?---exclamé en un susurro
- No y por lo que veo tu tampoco---negué con la cabeza---¿en qué piensas?---preguntó él acercándose a la baranda que separa nuestras terrazas.
- En todo lo que hemos hecho esta semana---sonreí alegre---ha sido espectacular. Gracias Cameron, todo fue por obra tuya.
- Para mi ha sido un placer Alana---él sonrió y se apoyó a la baranda. Yo me acerqué poco a poco.
- También he estado pensando que Sebastian y yo deberíamos volver a Londres---el rostro de Cameron cambió drásticamente. Se puso muy serio. Yo me puse nerviosa---no pongas esa cara Cameron, tu sabes que nuestra casa esta allá. Sebastian piensa que si no decoramos la casa Santa lo olvidara. Además que no podemos seguir aprovechandonos de ti. No está bien---Cameron se impulso y traspaso la baranda. Yo di un paso atrás nerviosa. Cameron se colocó al frente mío y me aprisiono contra la otra baranda. Yo lo miraba nerviosa. Su rostro estaba muy serio, pero sus ojos era pura intensidad.
- Alana---su voz sonaba fuerte, pero a la vez como una acaricia. Acercó sus labios a mi oído y repitió mi nombre. Creí que me derretiria en ese instante. Los latidos de mi corazón sonaban como dos tambores acelerados. "Besame" fue mi más firme y desesperado pensamiento. En ese momento no me importaba ser otra mas de sus largas conquistas. Solo quería probar sus besos y fundirme en su calor. Volver a sentirme mujer. Ser amada por un hombre. Ser amada por Cameron. "Oh dios mío. ¿Desde cuando empecé a amar a Cameron?" Pensé sorprendida. Cameron acarició con su boca la curva de mi cuello y cerré los ojos concentrada en el calor de sus labios. Un escalofrío recorrió mi espalda. Volvió a acariciar mi cuello y gemi levemente. Él busco mis ojos con los suyos y quizás vio el mismo deseo que había en los suyos porque se apoderó de mis labios con fuerza. Mis brazos rodearon su cuello. Nuestros labios se probaban con dulzura y nuestras lenguas se buscaban la una a la otra con presteza. A los minutos paramos para buscar aire y luego continuamos en ese dulce momento de conexión. Cameron acariciaba mi espalda hasta llegar a mi trasero y apretarlo contra su pelvis. Gemí al sentir su excitación contra mi abdomen. Cameron mordió con suavidad mi labio inferior y volví a gemir---Rodeame la cintura con tus piernas---su voz sonaba tres tonos más graves. Hice lo que me dijo y en esa posición pude sentirlo más cerca de mi vientre. Contuve el aliento, pero Cameron me volvió a besar derritiendo mi cerebro. No podía pensar en nada. Solo en Cameron y su calor. Él camino hacia dentro de mi habitación, fue hasta la puerta, pasó el seguro y luego me llevó hasta mi cama. Allí me tendió con suavidad. Poco a poco me fue quitando el pijama hasta dejarme completamente desnuda ante sus ojos. Algo dentro de mi quiso esconderse, taparse, pero no se como, amaba a ese hombre y deseaba que me viera así. Tal cual soy, con cicatrices y estrías. Él se colocó de rodilla y me contempló como si fuera una obra de arte. Alzó mi pierna, y comenzó a besar mi pie, fue bajando por la pantorrilla hasta llegar a la entrepierna de mis muslos. Contuve el aliento y apreté la sábana con mis puños. Casi no podía respirar por las sensaciones que estaba creando Cameron en mi. Me tape la boca cuando casi grite al sentir sus labios sobre los labios de mi vagina. Mis caderas se movían solas buscando el calor de su labios. Cameron las aprisiono con sus manos en la cama. Apreté los labios y me tapé la boca para no gritar. Sentí un calor recorrer mi vientre y un fuerte orgasmo arrasó con mi existencia. Las piernas me temblaban fuertemente. Cameron a calló mis gritos con sus labios, mientras seguía acariciando mi clitoris. Sentí que él se separó de mi, abrí los ojos y se me corto el aliento. Cameron se había desnudado y podía contemplar toda la anatomia de su cuerpo, especialmente la dureza de su miembro. Él se acercó a mi como un puma y besó mis labios con fuerza. Bajo la cabeza y saboreó la cumbre de mis senos y cerré los ojos gimiendo. Se puso encima mío sin dejar de besarme y sentí como lentamente abría mis piernas. Dejé de sentir sus labios y abrí los ojos. Él me observaba con intensidad---Alana quiero que me veas a los ojos mientras te hago mía. Solo mía---tragué grueso y cuando sentí la fuerza de su miembro en mi interior gemi por la intrusión---mía cara al fin somos uno---exclamó Cameron en mis labios. Comenzó a moverse lentamente para que mi vientre se adaptara a él. Sin embargo, el ritmo fue acelerándose, buscándose con desesperación. Era como si ambos bailaramos un antiguo y primitivo baile, donde nuestros cuerpos se necesitaran para saciarse mutuamente. Cameron gemía mi nombre y besaba mi cuello y senos. Yo alzaba mis caderas buscando que se profundizara muy dentro de mi. Lo abracé. También besé su cuello y acaricié los vellos de su pecho. Cameron aceleró sus movimientos desesperados, pronunció mi nombre y llego al clímax. Y por tan solo sentir su caliente líquido llenándome y escuchar los graves gritos de su orgasmo, me vine después de él, pronunciando su nombre y gimiendo con fuerza. Cameron se trago mis gritos al besarme. Él no se separó de mi. Ambos nos abrazamos mientras nuestras respiraciones se calmaban. Cameron se acostó a mi lado sin salirse de mi cuerpo, apoyo mi cabeza en su pecho y acarició mi cabeza con ternura. Ninguno dijo nada. Solo nos quedamos así hasta quedarnos dormidos.
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El Deseo Navideño de un Magnate. N°6 Serie Amigos de la Realeza
Romance¿Qué ocurriría si un hombre marcado por el pasado conoce a una bella mujer que vive del optimismo y que además lleva en su seno a un travieso niño? Cameron Rossi Ferrara es un magnate italiano que vive para y por su trabajo. Por voluntad propia dec...