- Alana, se que estas ahí. Te vi llegar---suspiré al escuchar sus palabras. Abrí la puerta resignada. Afuera, Cameron estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Sus ojos recorrieron mi rostro y se incorporó lentamente--- ¿qué te ocurre?
- Nada ¿qué haces aquí?---exclamé seca
- A mi no me engañas, te escuché llorar---acarició mi mejilla y me eché para atrás por inercia. Él bajó la mano, pero no dijo nada---Alana, puedes confiar en mi----lo miré indecisa, pero suspiré. Lo dejé pasar y cuando cerré la puerta le comenté lo que estaba ocurriendo.
- Sebastian está enfermo. Lo ingresaron en el hospital esta mañana. La doctora dijo que tenía un virus y que necesitaban neutralizarlo---mi voz tembló un poco--- así que lo dejarán hospitalizado por dos días. Sin embargo, ha pasado todo el día de hoy con fiebre muy alta que no quiere bajar. Las enfermeras y la doctora han hecho de todo, pero eso virus se resiste---mi voz se ahogó. Cameron agarró mi mano y me haló con fuerza hacia él. Sus brazos me rodearon y acarició mi cabello con suavidad.
- Si quieres desahogarte llorando y drenar tu preocupación, hazlo conmigo, mi hombro siempre estará para ti. Comparte tu dolor conmigo---no sé por qué, pero sus palabras me hicieron temblar bajo sus fuertes brazos y llorar como una niña desconsolada. Él acariciaba mi espalda con delicadeza. Solo unos minutos después fue que me calme y me separé de él, secando mis lágrimas.
- Gracias Cameron, pero también debo disculparme. Yo no soy así. Siempre tengo el control de todo. Nunca he...
- Has dejado que alguien te vea llorar ¿cierto?---exclamó él con una suave sonrisa. Lo vi sorprendida---si, me lo imaginé. Así que me complace enormemente que hayas confiado en mi---lo miré nerviosa. "¿realmente hice eso?" pensé angustiada--- no te disculpes conmigo Alana. Todos los seres humanos, necesitamos en algún momento de nuestras vidas, llorar. Eso es tan natural como respirar. Llorar permite desahogar nuestras penas y comenzar de nuevo. Nos da la energía de seguir adelante---Cameron sonrió y mi corazón se aceleró--- Sebastián es un niño muy fuerte y se que él saldrá de esto. Así que busca las cosas que necesites. Iré contigo al hospital.
- Pero...
- Nada de "peros" señorita---exclamó él agarrandome por los hombros--- soy muy testarudo, por lo que no podrás conmigo---vi en su mirada que tenía razón. Así que suspiré.
- Muy bien, tengo que buscar unas cosas de Sebas y arreglarme un poco. Si quieres algo, en la nevera tengo agua y jugo. Estas en tu casa---comenté caminando hacia la habitación de Sebastian. Me ponía un poco nerviosa estar sola en mi casa con un hombre desconocido, pero había algo en Cameron que me hacía confiar en él. "Me estoy volviendo loca" pensé mientras buscaba un bolso y guardaba las cosas de mi hijo.
****
Miré el pasillo por donde se fue Alana y suspiré. No creí que al venir para acá ocurriría todo esto. Pasé todo el día pensando en ella y justo cuando terminó mi última reunión salí de la oficina velozmente. Ansiaba verla, oírla, tocarla. Cuando llegue a su departamento no estaba, así que decidí esperarla en mi auto. No sabía a que hora llegaría, pero no me iría hasta verla esa noche.
Mi sorpresa fue grande cuando la vi salir de un taxi con cara pálida. Me bajé del auto y la seguí sin que se diera cuenta. Vi como entró a su apartamento y me acerqué a la puerta. Desde afuera podía escuchar su llanto desconsolado. Sin saber por qué, mi corazón se desbocó.
Observé con detenimiento la sala y caminé por la estancia para ver los portaretratos. Sonreí al ver una de Sebastian más pequeño lleno de lodo. Había otra de él y Alana sonriendo a la cámara. Una de Alana acostada en una cama de hospital con un bebé en brazos. Y otra de... Agarré la foto para detallarla mejor. Era de Alana muy joven, vestida de novia con un hombre pelirrojo igual que ella. Ambos se veían felices. Como esas foto habían más. Alana con ese hombre, que es de suponer su esposo y padre de Sebastian. Dejé la foto donde estaba y caminé hacia el sofá para sentarme. "Tu sabias muy bien que ella tiene su pasado" pensé con emociones encontradas. Sin embargo, no puedo evitar sentirme celoso por ese hombre. El solo pensar que él... Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Era mejor no pensar en nada.
Cuando escuché que ella venía hacia la sala, me levanté. Alana se había bañado. El olor de su fragancia llegó hasta mi como el polen a las abejas. Frené mis impulsos de querer abrazarla y besarla. Ella venía hablando sola y llevaba en sus manos un pequeño bolso. Se veía frágil.
- ¿Está todo listo?---pregunté con suavidad. Ella alzó los ojos con sorpresa, como si hubiese olvidado que yo estaba en su casa. Eso me irritó levemente. Jamás me había ocurrido algo así.
- ¡Oh! Si, si, estoy lista---exclamó ella con rostro preocupado. Entendí que en su mente sólo está su hijo---voy tarde. Le dije a enfermera que estaría en veinte minutos, pero ya pasó media hora y no he llegado. Estoy preocupada por Sebas y si le pasó algo cuando no estuve...---caminé hacia ella y sostuve su mejilla con suavidad
- Mia cara, primero debes tranquilizarte, si le hubiese pasado algo estoy seguro que ya te habrían llamado, y segundo, vamos bien, yo te llevare. Estaremos ahí en un santiamén---agarré el bolso que ella llevaba y le sonreí tranquilamente--- si ya estás lista, podemos irnos---vi como ella asentía y buscaba su cartera y celular. Apagó las luces de la casa y salimos. Ella cerró con llave y bajamos por el ascensor. Afuera del edificio, la llevé hasta donde tenía el auto estacionado y le abrí la puerta del conductor. Ella me agradeció y se subió para luego cerrarla. Coloqué en la parte de atrás el bolso de Sebastian y me subí en el puesto conductor. Ella me dijo absorta el nombre del hospital y emprendí la marcha. De vez en cuando la miraba de reojo. Alana se mordía el labio inferior y sus ojos mostraban preocupación. Creo que nada de lo que yo pueda decirle le serviría para calmar su preocupación.
- Te confieso algo Cameron---la miré sorprendido. Ella miraba hacia el frente perdida en sus pensamientos--- tengo miedo. Sebastian es lo único que tengo en la vida y si le pasa algo no se que haré---sus palabras me dejaron anonadados. "¿Y sus padres?" pensé curioso, pero como si ella leyera mi mente, me respondió--- mis padres murieron hace muchos años, cuando apenas yo tenía 15 años. No tuve hermanos y a pesar de ser parte de una familia irlandesa, mis padres también fueron hijos únicos. Solo tenía a Feargus y a Deidre, su madre, y ambos también me dejaron. Ahora sólo tengo a Sebastian. Él es mi única familia. Y tengo miedo de perderlo---mientras hablaba sus ojos se llenaron de lágrimas, que se las secó al instante. Busqué su mano, la entrelace con suavidad y se la besé. Ella me miró sorprendida.
- Te entiendo, yo también soy como tú---sonreí levemente--- sólo tengo a mi abuela. Mi madre murió hace muchos años y mi padre murió hace unos meses atrás. Solo me queda ella. Así que...---la miré a los ojos---te entiendo, pero quiero que sepas que Sebastian es un niño fuerte así como tú, y él se recuperara y veras que estará abriendo sus regalos el día de Navidad como si no hubiese pasado nada---a ella se le volvieron a nublar los ojos--- oye mía cara, podemos llegar a un acuerdo.
- ¿Un acuerdo?---preguntó ella con voz rota
- Si---exclamé con una sonrisa---cuando alguno de los dos necesite ayuda, nos llamaremos, no importa la hora que sea. Así como dos viejos amigos---sonreí con ternura--- ¿te parece mía cara? ¿quieres ser mi amiga?---ella me observó con sorpresa, pero al instante sonrió
- Gracias Cameron----ella respiró hondo y apreto mi mano--- no sé como surgió esto. No soy buena confiando en las personas así de buenas a primeras. Solo me arriesgué una vez y ella resulto ser una buena amiga. No la he llamado porque esta de viaje con su familia, pero contigo siento algo parecido como con ella. Que puedo confiar en ti, a pesar que no te conozco--- Alana volvió a sonreír levemente--- y me gustaría ser tu amiga--- sonreí ante sus palabras
- Entonces trato hecho mía cara---le guiñé un ojo--- ahora se te complicará alejarme de tu vida. Hemos hecho un pacto---Alcé nuestras manos entrelazadas--- y eso significa que nuestras vidas estan cruzadas y mezcladas para siempre--- Alana se sonrojó por la intensidad de mi mirada, que se interrumpió cuando tuve que ver hacia el parabrisas y poder estacionarme. Ya habíamos llegado, sin embargo ninguno dijo nada. Alana se mantuvo en silencio. Vi su blanco y delicado cuello y no pude resistirme. Halé su mano hacia mi pecho y en la sorpresa de Alana, me apoderé de sus carnosos labios. La besé con suavidad y ternura. Y así como comenzó, terminó. Ella me observaba con el rostro rojo. Yo sonreí con ternura y coloqué un mechón rojizo detrás de sus oreja---pacto sellado. Ahora bajemos del auto y vayamos a ver tu hijo--- besé su frente y me baje del auto para abrirle la puerta.
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El Deseo Navideño de un Magnate. N°6 Serie Amigos de la Realeza
Romantizm¿Qué ocurriría si un hombre marcado por el pasado conoce a una bella mujer que vive del optimismo y que además lleva en su seno a un travieso niño? Cameron Rossi Ferrara es un magnate italiano que vive para y por su trabajo. Por voluntad propia dec...