Capítulo 5 "De emergencia"

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Los reflejos del sol cubrieron mi habitación. Gemi por debajo. Se hizo de día y no pude dormir nada. Y todo por culpa de un arrogante italiano que cree poder besar a las mujeres cuando le provoca.

Recordé otra vez la sensación de tener sus labios sobre los míos y gemi. "Dios mío ¿en qué estoy pensando? ¿por qué no puedo dejar de pensar en eso?" pensé atormentada. "Porque te gustó"

- ¡No!---exclamé en voz alta. Me levanté de la cama y suspiré. Tenía que olvidar lo que ocurrió anoche. Ese hombre solo jugaba conmigo. Caminé hacia el baño para lavarme los dientes. Cuando terminé salí a la cocina. Necesitaba una buena taza de café. Preparé la cafetera y esperé a que se hiciera. Vi la hora del reloj de pared y suspiré. Se hacía tarde para ir al trabajo. Odiaba trabajar los sábados, pero no podía hacer nada. Fui a la habitación de Sebastian. Debía arreglarlo para dejarlo con la niñera. Al entrar, vi que aún dormía y que estaba cubierto con la cobija como una oruga. Me acerqué en silencio y descubrí su rostro. Supe al instante que algo no marchaba bien. Estaba perlado de sudor y temblaba bajo la cobija---¡cariño despierta!---le quite la cobija y él gimió por debajo----¡hijo despierta!--- Sebastián abrió los ojos y al verme comenzó a llorar. Mi corazón se estremeció mientras abrazaba a mi pequeño hijo---cariño ¿qué te sucede? ¿Dónde te duele?

- Mami me duele todo el cuerpo y tengo mucho calor---exclamó él lloroso. Seguramente tenía fiebre.

- Cariño iré a buscar el maletín de primeros auxilios, quedate acostado, mamá te va a cuidar---exclamé besando su frente. Me levanté de la cama y fui hasta el baño a buscar el termómetro. Si tenía fiebre alta como pienso, tendría que llevarlo al pediatra. Con rapidez volví con Sebastian, revisé el termómetro y se lo coloque debajo de la lengua. Espere unos minutos y cuando lo revise me asusté, tenía 40 °C--- cariño tienes fiebre así que iremos al pediatra.

- No quiero ir al doctor mami---exclamó Sebastian inquieto. Suspiré. A él nunca le ha gustado ir al hospital.

- Sebas debemos ir aunque no te guste, ¿quieres que los dolores se vayan?---él asintió--- entonces iremos al hospital---él puso un puchero, pero no dijo más nada. Busqué en el armario una muda de ropa y lo lleve al baño a ducharse. Quizás eso ayude a que se le baje la fiebre. Cuando terminé de bañarlo y vestirlo, lo deje acostado en mi cama, mientras yo me arreglaba velozmente. Diez minutos después, salía de mi apartamento con Sebastian cargado. Abajo logre agarrar un taxi, que luego me llevó hasta el hospital más cercano. Allí me dirigí a emergencia y le explique mi situación a la enfermera. Ella me dijo que esperara diez minutos mientras me atendían. Me senté en la sala de espera con Sebastian entre mis brazos sudando por la fiebre. Estaba nerviosa. Sebastian no es un niño que se enferme con  regularidad, pero las pocas veces que ha sucedido es horrible porque lo tumba por completo. Y eso me pone muy nerviosa. Las manos me temblaban. Las apreté al cuerpo de Sebastian y busqué calmarme. Se me acercó una enfermera y me hizo pasar a un cubículo para que acostara a mi hijo en la camilla. Me preguntó que le ocurría a Sebas y solo le dije que tenía fiebre de 40°C y que le dolía todo el cuerpo. La enfermera le tomó nuevamente la temperatura y seguía igual. Me dijo que buscaría a la pediatra. Yo suspiré y me quedé a un lado de la camilla a esperar. Al instante, me acordé del trabajo y busqué mi teléfono para llamar a mi jefa. Tenía una hora de retardo. Cuando al fin cayó la llamada y le expliqué la situación, suspiré resignada. Estaba segura que llegaría el lunes con una carta de despido. Esa mujer ha buscado las mil y un formas de botarme, desde el momento que su esposo comenzó a rondar por la tienda cuando me conoció. Nunca le di alas a ese hombre, pero ella no lo entiende. Cree que yo le coqueteé. Miré a mi hijo y quise llorar. No podía permitirme un despido en estos momentos. Faltaban tres semanas para navidad y aun me faltaban cosas que comprar. Cerré los ojos y despejé de mi mente todo pensamiento negativo. Ahora no era el momento de desesperarse.

El Deseo Navideño de un Magnate. N°6 Serie Amigos de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora