d r u n k

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El muchacho de ojos verdes se encontraba investigando el cómo preparar una lasagna.

Él había decidido cocinar una de estas ya que quería aprovechar que lo habían dejado salir antes de su trabajo para poder hacerle una linda cena a su esposo.

Con velitas, pétalos de rosa, todo extremadamente cursi. El rizado amaba lo cursi.

Hizo una pequeña lista de ingredientes y salió en busca de estos a uno de los almacenes cercanos a su hogar, con nada más que una bata negra y sus famosas crocs rosadas.

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— ¿Dónde mierda dejé las putas velas?— Pasa una mano por sus rizos despeinados mientras piensa en dónde fue la última vez que vió las velas.

"Cocina, último cajón a la izquierda." Le gritó con tranquilidad su mente.

Buscó, acomodó y encendió las velas en menos de cinco minutos. Las apagó inmediatamente porque se dió cuenta de que su lindo esposo llegaría en una hora.

Fue a darse una ducha a la velocidad de la luz. Se vistió bonito con sus típicas camisas con lunares, sus jeans negros rotos en las rodillas y sus botas Chelsea, las cuales Louis le había regalado para su cumpleaños. Ató sus rizos en un moño y se puso litros de perfume.

Ahora sólo quedaba esperar a su amado, pequeño y lindo esposo.

Este sale de su empleo a las 10:00 y el viaje de allí hasta casa era de 30 minutos, así que no le importó cuando, a las 10:20, él aún no llegaba.

Incluso a las 10:45 no se inmutó, pensado que quizás había algo de tráfico.

A las 11:00 comenzó a preocuparse, pero prefirió pensar que tal vez le había quedado trabajo sin terminar y por eso se había quedado un poco más de tiempo.

11:30. Entre muecas de preocupación guarda la lasagna en el refrigerador para que no se eche a perder.

00:00. Primera llamada al número de Louis, la cual es enviada al buzón.

00:30. Enciende el TV intentando distraerse y así no entrar en pánico.

01:00. Segunda, tercera, cuarta y quinta llamada al celular de su marido. Ninguna contestada.

01:30. Llama a Niall, quizás estaba en su casa o sabía algo de él. Nada.

02:00. Hace lo mismo con Zayn y Liam. Ninguno puede darle una respuesta pero prometen llamar si averiguan algo.

02:30. Decide llamar a su suegra, Johanna. Ella suena algo preocupada pero no sabe nada de él. Luego llama a Lottie, nada.

Nadie puede decirle en dónde está su pequeño de ojos azules.

02:55. Está tirado en el sofá, llorando mientras piensa en alguna otra manera de encontrarlo.

03:00. La puerta es abierta algo bruscamente, lo cual sobresalta un poco al menor. Pero no impide que se levante de un salto y se lance a los brazos de su pareja.

— Mierda, me tenías tan preocupado, Lou— Corta su frase al sentir olor a alcohol en las ropas del más bajo.

— Hola, amor.— Louis lo abraza de vuelta con una sonrisa que bien se podía comparar con la del gato de Alicia En El País De Las Maravillas.

El rizado se separa algo brusco.

— ¿Estuviste tomando?— Pregunta tomando los hombros de su esposo.

— Noup.— Dice riendo. Harry alza una ceja.— Bueno, un poquiiito.— Alarga la "i", haciendo que suene mil veces más tierno. Cosa que el ojiverde jamás admitiría en un momento como ese.

Se sentía un estúpido.

Había conseguido que lo dejarán salir temprano del trabajo, había cocinado lasagna y lo había esperado seis horas sin cenar. Y el ojiazul ni siquiera pudo mandarle un puto mensaje para avisarle que estaba bien, sabiendo que él enloquecería al no saber su ubicación.

Su pelo era un desastre, igual estaba su rostro de tanto llorar.

Quiso golpearlo. Y se asustó.

Jamás, en los diez años de relación que llevaban, había querido golpearlo. Louis llega ebrio a casa bastante seguido, casi todos los días a decir verdad, pero nunca se le había pasado por la mente el pegarle.

Se alejó, asustado de poder hacerle daño.

— Haaazz, besoo.— Louis se acerca a él, con su estúpida sonrisa ebria y los brazos alzados hacia él.

Harry solo lo ignoró, intentando no perder sus estribos.

— Harryyy, dame un besiiiito.— Forma un pico con sus finos labios y abraza al rizado.— Besito.— Lo aprieta entre sus brazos.

— No, apestas a alcohol.— Intenta apartarlo sin utilizar un exceso de fuerza en ello, falla.

— Beeso.— Ve cómo hace un puchero.

— No, Louis. Aléjate.— Cruza sus brazos en su pecho y comienza a caminar hacia su cuarto, se le había quitado el apetito.

Se encontraba abriendo la puerta del cuarto cuando escucha a su chico sollozar. Se gira algo asustado y se acerca.

— Besito.— Solloza el mayor haciendo pico. Harry solo bufa rodando sus ojos y deposita un pequeño y casto beso sobre los labios de el ojiazul. Este sonríe embobado.— Te aaaamo.

Acaricia su mejilla suspirando, hasta que siente algo húmedo en su dedo.

Louis estaba llorando de nuevo.

— ¿Quieres otro besito?— Pregunta confundido para, seguidamente, dejar otro beso en los labios de su chico.

Para la sorpresa del ojiverde, el mayor sigue sollozando. Lo abraza contra su pecho, acariciando su cabello mientras deja múltiples besos allí.

— Hey, qué pasa, bebé?— Lo aprieta entre sus brazos, desesperado por hacer que su pequeño chico deje de llorar.

— Yo— Hipa.— soy tan estúpido.— Solloza con más fuerza en su pecho.

— No lo eres, precioso. No llores.— Acaricia su cintura con cariño.

— Sí lo soy. Tú eres tan lindo conmigo. Me tratas bonito, me mimas todo el tiempo y haces todas esas mierdas cursis que odio, pero cuando las haces tú, las amo. Y yo...llego ebrio a casa para hacer de tus noches una mierda y siempre digo que voy a dejarlo pero no puedo, Hazz. No puedo. Lo siento, lo siento, lo siento. Te amo, te amo, te amo, te amo.— Moquea contra su camiseta, arrugandola con la fuerza que utilizaba para agarrarla.

— Hey, shh. Está bien, sí? Te ayudaré. Te ayudaré a dejarlo, está bien?— Deja pequeños besos en el cuello de su chico.

— Sí, sí, sí, sí. Ayúdame, ayúdame.— Louis abraza su cuello, acariciando este con su nariz.— Te amo.— Imita a su esposo, dejando numerosos besos en su cuello.

Harry sonríe.— Ya lo habías dicho.— Comenta divertido.

— Sí, pero te amo tanto que no me alcanza con decírtelo una sola vez.— Lo tira al sofá y se sienta en su regazo, volviendo a acomodarse en su cuello.

— Te amo más.— Deja un beso en su coronilla, con una gigantesca sonrisa estampada en su boca.— Ahora besame, tonto.— Y el ojiazul no lo pensó un segundo más antes de tirarse a sus labios.

one shots   ||l.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora