treinta

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Como cualquier noche, Jeongin se encontraba acostado en la cama de su habitación, tratando de escuchar algo en el silencio que inundaba a su hogar. Estaba seguro de que todos estarían dormidos, considerando que eran las cuatro de la madrugada y que al día siguiente todos deberían estar despiertos a las diez.

Suspiró, elevando la cabeza para poder mirar el envase de pastillas sobre su escritorio. Aún había una chance de que pudiera dormir, pero ésta dependía de él y de un pote de pastillas. Al final, se rindió y volvió a dejar caer su cabeza en su almohada.

En ese momento, el sonido seco de una puerta al cerrarse hace que se sobresalte, volviéndose a la puerta que dejaba vista al pasillo. Se preguntó si ese sonido habría provenido de una habitación o de la puerta principal. Pero sus sospechas fueron calladas al ver una cabeza pelinegra asomarse por la puerta.

Minho estaba ahí, y lo miró con duda.— Jeongin, ¿puedo pasar? —Preguntó, y el castaño asintió con la cabeza, sentándose sobre las sábanas desordenadas en su cama. Minho caminó a paso inseguro al cuarto iluminado por la tenue luz que ingresaba por al ventana entreabierta.

Minho se acercó a él y se sentó en el espacio vacío junto al castaño, tal y como hizo Jisung la primera vez que tuvieron un momento tan íntimo como ese. Le sonrió, desanimado.— Me rechazaron otra vez —Dijo, intentando restarle importancia, mas se notaba en él que estaba preocupado por ello. Jeongin lo miró con preocupación.

—Hyung, ¿estás bien? ¿quieres llorar? —Preguntó, estirándose para poder tomar la mano del contrario entre las suyas, y comenzar a depositar suaves caricias con su dedo pulgar. Minho, al contrario, no dijo nada.

El azabache miraba fijamente el rostro del castaño como si estuviera hipnotizado. Por otro lado, éste no parecía darse cuenta de los ojos que lo analizaban con fines desconocidos para él.

—Entiendo si estás dolido. Piensa que al menos es el momento de que conozcas a alguien que pueda amarte con la misma intensidad e incluso hasta más de la que tú lo amas a él —Susurró, aún sin mirarlo, pero sin detener las caricias en su mano. Minho seguía sin responder.

Jeongin levantó la cabeza por fin.— Minho, ¿por qué no contestas? —Le preguntó, sorprendiéndose al caer en cuenta de que éste estaba mirándolo.

Y en ese mismo instante, la mano del azabache se posa delicadamente sobre su pecho, empujándolo lentamente para que se recostara en la cama, tras murmurar un: “creo que ya he encontrado ese momento”.

Jeongin se dejó caer sobre la cama mientras Minho se volteaba hacia su dirección, pasando una pierna por encima de su cuerpo hasta que ésta estuviera del otro lado, subiéndose encima. El corazón del castaño jamás había latido con esa intensidad. El azabache mantenía su mirada fija en los lindos y rojos labios del menor, quién aún no caía en la situación. ¿Esto era real? ¿Será que por fin sus sentimientos serían correspondidos por su mejor amigo?

En ese momento, Minho comienza a bajar la cabeza, dirigiendo sus labios hacia los de Jeongin. Cayó por fin en que el chico quería besarlo. Sentía su respiración agitada mezclarse con la tranquila de Minho, quien seguía avanzando con lentitud, como si estuviera jugando con él.

No pasó mucho hasta que Jeongin se dio cuenta de que nada de esto era real. Minho no gustaba de él y jamás lo iba a hacer. Iba a besarlo porque acababa de ser rechazado por Jisung y estaba buscando una forma de calmar su dolor. Al parecer él era la forma.

Él jamás sería Jisung. Él era Jeongin. Yang Jeongin, su mejor amigo de aquí hasta el final. Y nada más que eso, porque él sabía mejor que nadie que no habían sido destinados a estar juntos.

Y cuando sus labios rozaban, ambas manos del menor se posaron sobre el pecho del azabache, temblando. Lo alejó unos centímetros.—No, Hyung, no me hagas esto —Suplicó—. No me beses. No seas cruel.

—¿Ser cruel?

—No soy Jisung y jamás lo seré. Así que por favor, resuelve tus problemas con él y vuelve a tu habitación. Pero no me mientas.

—Jeongin, ¿estás hablando en serio? —Minho parecía atónito. Hasta se había puesto pálido. Se hizo hacia atrás para poder salir encima del más pequeño, quién por fin sintió que podía respirar en paz, aunque un nudo en su garganta le impidiera el acto. Negó con la cabeza—. Pequeño, yo jamás pensé que tú eras él... Jisung no tiene comparación.

Es verdad. Jeongin casi olvidaba ese pequeño detalle; Jisung no tiene comparación. Él no es digno para compararse con Jisung.

Rió, irónico.— ¿Esta es tu forma de no ser cruel conmigo? —Sintió a las lágrimas colarse en sus ojos—. Bien. Lárgate. No te quiero a ver aquí. Ve e intenta solucionar las cosas con tu chico, pero luego no vengas a buscarme para contármelas porque no me interesa.

Minho parecía molesto, y se levantó de la cama, para caminar hacia la salida.— ¿Qué te pasa, Jeongin? El insomnio te está haciendo mal —Murmuró, saliendo de la habitación.

“¿El insomnio me está haciendo mal? Tú me haces mal, Minho”.

El castaño, quién se había sentado en el borde de su cama, se tiró de nuevo en ésta, tomando sus cabellos entre sus manos. Un ruido lejano semejante al de pisadas interrumpe en su fallido acto de descargar su ira cuando Bang Chan se hace presente en su cuarto.

Se miran durante unos segundos, antes de que Jeongin explote en llanto. Chan se acerca hasta él y acuna su cabeza en su pecho, mientras una mano acaricia su castaño cabello y la otra lo rodea por la cintura.— Lo siento tanto, Jeonginnie —Susurra, y lo deja llorar.

Él sabe cómo se siente un amor no correspondido. Le fue difícil olvidar a Hwang Hyunjin luego de haber estado dos años enamorado de él en silencio, viendo como éste era feliz con Seo Changbin, con quien ahora está en un feliz noviazgo de varios años.

La diferencia aquí era una; Hyunjin jamás había sido tan cruel como Minho lo fue con Jeongin. Y solo por eso, quería golpearlo.

Y lo haría.

𝐎𝐔𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora