cuarenta y nueve

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Lee Minho

Mi cabeza es un total rompecabezas, cuyas piezas todavía seguían sin armar. Intento llegar al final de este interminable laberinto, intento encontrar una forma de escapar de él, pero no la encuentro. Sigo dando vueltas en los mismos rincones, encontrándome con las mismas paredes; la misma soledad.

Me paso una mano por el cabello, desacomodándolo. Apenas he dormido la noche anterior, así que no me sorprendería encontrar grandes ojeras debajo de mis ojos. Algunos rayos de sol se deslizan por mi ventana e iluminan escasamente mi cuarto, permitiéndome tener la suficiente claridad como para no levantarme a prender la lámpara.

Me estiro desde mi sitio en la cama para poder echarle un vistazo al reloj sobre la mesa de noche; indica las 7:12 AM. Puedo escuchar ruido fuera de mi habitación, lo cual significa que algunos de mis compañeros ya están despiertos.

Me quedo unos segundos más en la cama, sintiendo a mis párpados cerrarse y abrirse con pesadez, y me incorporo de un salto. Cubro mis pies con unas pantuflas que tengo desde el año pasado y me levanto, comenzando a caminar fuera del cuarto.

Cuando abro la puerta, distingo que el ruido viene desde la cocina. Seguramente están haciendo el desayuno. No me vendría nada mal comer algo, mi panza cruje desde hace varias horas solo que me daba pereza levantarme de la cama para buscar algo de comer, así que resistí el hambre.

Arrastro mis pies por lo largo del pasillo, teniendo que sostenerme de una pared mientras me desplazo con total lentitud, hasta encontrarme en el lugar, teniendo una vista completa de la cocina.

La persona está de espaldas a mí, y parece estar sirviéndose un vaso de agua. Mi vista aún no se encuentra del todo bien por el sueño, así que me cuesta un poco distinguir quién es, pero me parece demasiado familiar. Parece...

"¡Espera, es Jisung!", cuando mi mente por fin cae en quién es la persona en la cocina, busco rápidamente un lugar en el que esconderme, pero el chico se voltea justo a tiempo y me descubre mirándolo. Pega un saltito en cuanto me ve, asustado, y luego lo veo quedarse inmóvil en su lugar, incómodo, sin saber qué decir o hacer.

— Emh... buenos días —Saludo, sintiéndome un tanto avergonzado. Espero que no haya malinterpretado el hecho de que estaba viéndolo. Es decir, ni siquiera sabía que era él hasta el momento—. No sabía que estabas despierto...

El ambiente está tenso. No me gusta esta sensación de incomodidad cuando estamos juntos.

— Buenos días —Saluda él fríamente, dándole un rápido sorbo a su agua.

Sí, muy incómodo.

Nos miramos durante unos segundos a los ojos. Parece tener tantas cosas que decir como yo, pero en ese sentido somos iguales; ambos somos demasiado cobardes como para dar el primer paso. Suspiro con cansancio, decidiendo ser el primero en hablar.

— Jisung, ¿podríamos hablar un momento? —Pregunto, en un volúmen más bajo de lo normal, como si no quisiera que nadie escuche.

— Ahora mismo estoy ocupado.

Joder.

— ¿Cuánto tiempo más vamos a estar ignorándonos? Llevo intentando hablar contigo desde el baile, pero tú–.

𝐎𝐔𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora