cincuenta y siete (I)

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— Amor, va a salir bien.

— Estoy nervioso.

— Lo sé.

Minho sostuvo mi mano mientras caminábamos por lo largo del pasillo, dirigiéndonos hacia la habitación que correspondía a mi madre. Pasó una semana desde la última vez que hablé con ella; había tomado la decisión de dejarla descansar, no sé qué tipo de secuelas dejará el coma en el que estuvo y también me asustaba que la noticia llegase a afectarla de algún modo, así que preferí tomar distancia y le pedí a mi hermano que la visitara frecuentemente para que no se sintiera sola.

Pero el día había llegado. Sabía que si no lo hacía ahora, lo aplazaría, y pasarían las semanas y yo seguiría sin decírselo, así que era mejor hacerlo de una buena vez y ver cuál sería el resultado antes que imaginármelo en mi mente, porque debo ser sincero; todo lo que podía imaginar eran situaciones donde mi madre se enojaba conmigo y me echaba del cuarto, incluso —y en un caso extremo—, volvía a caer en coma. Era hora.

La primera vez que fui, no sentí que fuera necesario llevar a Minho. Pero ésta vez siento que necesito apoyo de alguien que sea especial para mí, como lo es él, y de alguna forma me siento más seguro al saber que no estoy solo en esto.

Nos paramos frente a la puerta, y él me da un suave apretón de mano.

— Jisung, respira.

— Estoy respirando.

— No es verdad.

Respiro hondo. Tenía razón. Estaba conteniendo la respiración. Con su mano libre hace caricias en mi pelo, mientras yo me encargo de recuperar el aliento y mentalizarme para lo que sea que esté por venir; no sé si estoy listo, pero tampoco sé si no lo estoy. Solo sé que quiero acabar con esto de una vez.

Me giro un poco para poder verlo.— ¿No vas a irte de aquí, verdad? —Pregunto, un tanto temeroso. No me gustaría salir de aquí y encontrarme con que Minho me ha dejado solo.

Él ríe.— Podrías pasar un día entero en este lugar, que saldrías del cuarto y me verías aquí mismo.

Me sonríe para darme aliento y, de imprevisto, toca la puerta. Puedo sentir como la desesperación se hace presente cuando escucho un 'pase' desde el otro lado de la puerta, y mientras Minho me suelta para susurrarme un “¡Fighting!” elevando los puños, abro la puerta y me adentro en la habitación.

Mi madre se encuentra al otro lado del cuarto, junto a la ventana, mirando el exterior. Se voltea cuando se da cuenta que estoy dentro del cuarto y le sonrío, pero ella no me sonríe de vuelta.

— ¿Por qué tardaste tanto en volver? Habías dicho que vendrías al día siguiente. —Dice. No sé si luce decepcionada de mí, porque no lo parece.

Trago saliva.— Lo siento, estaba... haciendo algunas cosas.

Ella asiente y no comenta nada más acerca de lo sucedido. Me acerco hasta una silla que se encuentra junto a la camilla y me siento, mientras ella me ve desde el ventanal. Mi corazón late con rapidez; estoy aterrado. Vengo soñando con este momento como si fuera una de mis peores pesadillas desde hace años, y a este punto pensé que no sería posible, pero aquí estoy. Viviéndolo.

Por primera vez, no siento como si se me quedaran las palabras atascadas en la garganta, como ya me ha pasado antes. Así que carraspeo, preparándome para lo que va a venir.

— Vienes a decirme algo serio, ¿no?

Asiento.

— Está bien. —Se acerca hasta donde estoy yo y se sienta en la camilla, mirándome. Está esperando a que hable.

𝐎𝐔𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora