Capitulo 6

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Me paré en la escalera frente al hall y observé algunos minutos lo que tenía frente a mí: era como una especie de ciudad de hormigas trabajando ardua y laboriosamente.

- Y yo que creí que esto iba a ser más tranquilo y podría dormir un poquito – suspiré.

Miré mi reloj y eran las 2 con 40 de la madrugada. Di un largo y tendido bostezo, para volver a la sala a seguir con mis labores. Había decidido ir a las 3 y media a echarle un vistazo a Jiraya, para luego continuar con todo. Tenía algo de sueño, pero no lo suficiente como para ir a recostarme un rato. Ino, por el contrario, a las 2 había decidido ir a tomarse una pequeña siesta, pues casi había tropezado con un carro de insumos y es que la verdad mi amiga sin alcohol cuesta que pase activamente la 1 de la madrugada.

Fui al mesón y me entregaron algunos pacientes que debía revisar, así que tomé el alto de papeles y me encaminé a las habitaciones pertinentes. Cuando iba subiendo las escaleras me crucé con Shino, el cual parecía bastante apurado y algo ocupado, así que seguí mi camino. Me caía bien, pero era bien raro a mi parecer.

Entré en la primera habitación a chequear a un paciente que se entraba profundamente dormido, posterior a la extracción de un tumor de médula ósea, a nivel de la 3º vértebra lumbar. Revisé sus papeles y verifiqué que todo estuviese en orden. Posterior a él, vinieron 4 chequeos más, que gracias a Dios estaban todos en perfecto estado. Estaba de muy buen humor, pues me había mantenido bastante ocupada y además no me había cruzado con el imbécil que mi madre había adoptado por novio. Iba cerrando la puerta de la habitación, cuando mi nombre me detuvo.

- ¡Sakura! – me giré para devolverle un saludo al portador de aquella voz.

- ¡Kiba! – grité.

- ¿Cómo va la ronda? – se afirmó en la pared y frotó sus ojos – yo la verdad estoy muerto – bebió un gran sorbo de el vaso humeante que portaba en su mano derecha. Me reí y bostecé - ¿quieres un poco? – me ofreció el vaso.

- La verdad… sí – acepté su vaso con una sonrisa y me afirmé a su lado.

- Pareces exhausta… pero a la vez atenta – dijo entusiasmado - ¿por qué no te echas una siesta? Yo te voy a despertar – me pasó un brazo por sobre mi hombro derecho, como siempre lo hacía cuando me veía cansada, pues éramos buenos amigos, quizás no los mejores, pero nos llevábamos muy bien.

- Quizás sí debería – sonreí, depositando mi cabeza sobre su hombro.

Posé mi cabeza sobre su hombro y luego

- ¿Se puede saber que estás haciendo? – lo observé con una especie de signo de interrogación en todo mi rostro – las calificaciones son por el desempeño en la clínica, no la capacidad de andar jugueteando con tus compañeros.

Suficiente. Estaba a punto de contestarle con la fuerza de un huracán, cuando un pitido en su localizador comenzó a sonar y salió a toda velocidad, dejándome parada en el pasillo, con las palabras en la punta de la lengua y la ira a flor de piel.

- ¡Imbécil! – dije alto por el pasillo, pero dudo que me haya escuchado.

- Estoy de acuerdo… - dijo Kiba poniéndose a mi altura - … pero debo reconocer que es un Dios con el bisturí.

Le miré extrañada, ese tipo de comentarios no eran comunes de la boca de mi amigo, al contrario, siempre buscaba el punto muerto o algún detalle que sacar en cara. Solté una especie de sonido con mis labios.

- No exageres… - lo miré incrédula – tiene tan solo 3 años más que nosotros…

- ¿Has visto su curriculum? – me preguntó con cara de asombro a lo cual yo respondí negando con mi cabeza y el relajó su frente – deberías hacerlo… es increíble…

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora