Capitulo 20

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Itachi era un amante de los clásicos y me fue evidente al ver su Pontiac Trans de los 70's, color negro, estacionado a las afueras de un viejo edificio, en un barrio periférico de la ciudad.

- Es lindo... - hablé mientras él sacaba las llaves del auto.

- ¿A qué si? - abrió las puertas - lo compré hace un par de años y al principio el motor se quejaba como si lo torturarán - me senté y dio vuelta la llave - ... en cambio ahora... mmmmm...

Me reí. El motor hacia un ruido suave y casi agradable.

- Lo mejor de todo... es que está arreglado con el sudor de mi frente... y mi bolsillo... - encendió la radio.

Puso en marcha la reversa y luego salió por la calle principal.

- Y bien... necesito un guía... pues nunca he ido a tu casa... - desvió la mirada del frente y me sonrió.

- La banca donde me encontraste ayer ¿recuerdas? - el asintió con la vista nuevamente sobre la ruta - pues es derecho hacia el norte por esa misma calle y luego doblas hacia la izquierda, por la calle St John's... el número de la casa es 967.

- Perfecto...

Nos detuvimos frente a un semáforo y tomó mi mano. Por un par de segundos sentí esa ligera incomodidad que uno siente cuando hace algo indebido o más bien, cuando estás engañando a alguien, pero era una estupidez, aquí no había nadie a quien engañar.

Retomamos la marcha y me mantuve en silencio tarareando una canción que tocaban en la radio, no tanto porque me gustara, si no para relajarme. Mientras más cerca estaba de casa, más sentía un nudo en el estómago.

Confianza Sakura... seguridad...

Mi nudo ocupó prácticamente todo mi cuerpo cuando vi el Porsche carrera negro de Sasuke aparcado frente a mi casa. Me pregunté por un momento si yo tenía alguna extraña fijación paranormal con los tipos que tenían autos de ese color.

El auto de Itachi, si bien no había hecho demasiado ruido, pegó un frenazo frente al carrera de Sasuke, quedando prácticamente a un par de centímetros de él. Me corrió un sudor frío al bajarme. Lo que menos necesitaba era ser notada y aún menos, dañar el maldito auto de ese idiota, no porqué me faltaran ganas, si tuviera dinero tomo un garrote y lo golpeo hasta cansarme, pero sabía que Itachi no lo tenía.

Saqué mis llaves, algo tiritona y las puse sobre el picaporte. Podía sentir de forma clara y evidente, como mi corazón saltaba y bailaba a mil revoluciones por segundo a medida que giraba la llave. Ni siquiera la mano de Itachi sobre mi hombro me daba algo de calma en aquel momento.

Entré, con Itachi detrás de mí, sin anunciar mi llegada ni dirigir la vista hacia el comedor. Guié silenciosa a mi acompañante a través de las escaleras y lo llevé hasta mi pieza. No me quise preguntar donde se encontraban mi madre y Sasuke, pero en el fondo la curiosidad me producía una mezcla de ansiedad y a la vez, molestia.

Cuando caminé a través del pasillo de mi habitación, pude ver la puerta de mi madre cerrada ¡genial! Ya sabía dónde estaban. Un amargo sentimiento comenzó a apoderarse de a poco sobre mí. La cortina negra de Sasuke, tapaba nuevamente el calor que me proporcionaba Itachi, uno con el que yo necesitaba inundarme.

Abrí la puerta de mi habitación, con pesar y entré seguida por Itachi, que se había mantenido en silencio hasta el momento... ¡mierda! Soy la peor anfitriona.

- Y ésta es mi habitación... - le dije - haciendo un ademán de presentación.

Caminó a través de ella, mirando con algo de curiosidad mi extraño entorno. La había dejado bastante desordenada al salir, de hecho había un par de cosas tiradas en el suelo. Me reí por dentro, no suelo dejar las cosas tiradas y visto desde fuera, debía pensar que yo era un desastre con todas sus letras, pero no puso cara de desagrado ni nada por el estilo.

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora