Capitulo 39

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Nunca había pasado una noche tan larga. Era una de esas que se te hace eterna, pero no de la buena forma: compañía incómoda, poco habitual, deberes pendientes y corazón en la mano. Me sentía jodida transversalmente y el vaivén del pie derecho de mi madre en la silla junto a sus ojos llenos de culpa y tristeza, hacían de Sakumo Haruno un retrato que para mi era desconocido. Era la primera vez que veía en su semblante auténtica desesperación. Era la primera vez que no era capaz de sostenerme la mirada. Se mordía las uñas y miraba el reloj, para luego suspirar, seguir el movimiento histérico de su pie, dirigirme una mirada y luego ahogarla en el piso.

En algún otro contexto podría haberlo disfrutado. Una mente morbosa podría deleitarse con el sufrimiento en carne que podía verse tan obviamente en su semblante, pero después de tanto, a mi ya eso no me producía nada. Yo quería la verdad, que al parecer era simple de decir pero no fácil de obtener.

No quería acercarme a ella ni decir nada, no porque no necesitase una explicación o la simple necesidad de dirigirle la palabra a mi madre, sino por el maldito orgullo. Había pasado por tanto todo éste tiempo que el ser la primera en dirigir una frase, de cierta forma restregaba rabia sobre mi propio corazón, la cual parecía concentrarse especialmente en la persona que tenía a mi lado en aquel momento.

Minutos más tarde, llegaron Ino y Hinata, que entraron apresuradas y con rapidez en dirección al sillón donde estábamos, que correspondía ni más ni menos, a la sala de espera para la sala donde a Jiraya le estaban llevando a cabo una cirugía tan delicada, que podía cobrarle sino la vida, la calidad de ésta una vez que despertara. De cierta forma sentí una especie de alivio ya que la presencia de mis amigas ablandaba un poco el ambiente, pese a que sus caras eran de preocupación máxima.

- Mierda Sakura… - suspiró Ino al sentarse a mi lado y llevar mi cabeza a su hombro - …porque todo tiene que ponerse tan…

- ¡Jodido! – exclamó Hinata para mi sorpresa. Ella nunca solía utilizar ese vocabulario.

- Éste año ha sido un puto jodido de mierda… - acotó la rubia - …como si no fuera suficiente con todo lo que paso con… - levantó la vista hacia mi madre y prefirió guardar silencio sobre el nombre en cuestión. De todas formas era demasiado obvio.

Mientras mantenía la vista fija en un reloj y el segundero de éste, pude sentir una presión en mi interior a medida que trataba de ordenar mis ideas y la última conversación con Misaki, a lo que se agregaba el desastre de Jiraya. Traté de contenerme, pero de pronto comencé a soltar las lágrimas que había tratado de retener en todo momento mientras permanecía al lado de mi madre. Lloré por Jiraya, pero también por Sasuke… ¿nunca iba a ser fácil o al menos no tan complicado?

- Ino… - habló mi madre de pronto como si quisiera cortar de forma tosca el ambiente de tragedia que se estaba produciendo - …necesito que vayas con Hinata a buscar un café y una rosca…

- Preferiría quedarme y acompañar… - iba a comenzar a decir mi amiga, pero mi madre la interrumpió.

- Por favor… vayan… - inquirió en un tono algo más demandante.

La rubia se tornó sumisa frente a un susurro de Hinata y mis dos amigas se levantaron en camino hacia la cafetería para un absurdo pedido, considerando que lo que menos parecía venírsenos a la mente era dormir y comer.

Mientras observaba como mis amigas desaparecían, sentí el sillón hundirse a mi lado producto de que mi madre tomaba lugar nuevamente en él. Apreté el acero del mango para contenerme un poco y poder verle la cara sin gritarle de forma descontrolada.

El silencio volvió a acompañarme como un invitado no deseado. La presencia y cercanía de mi madre no sólo me incomodaba, sino que me hacía sentir tan fuera de lugar como si estuviera en una realidad, una que no era la mía y que claramente había intentado evitar a toda costa. Continué por un par de minutos más tratando, de forma bastante estúpida por cierto, de mostrarme indiferente y molesta, pero no sé si era por el cansancio o mi vida en general que ya no quería fingir más. No quería fingir nada de nada.

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora