capitulo 28

5.2K 251 46
                                    

Era feliz. Por primera vez lo era. Si bien estaba en una especie de relación que se alojaba dentro de cuatro paredes, sentía que podía salir y gritar entre los imponentes rascacielos de la enorme ciudad por la que nos encontrábamos caminando en nuestro último día de estadía, lo feliz que me sentía. Y vale que daban ganas de celebrar eso. No soy una chica amargada ni que vive en el purgatorio, aunque últimamente tampoco he tenido los años más geniales de mi existencia, pero no me sentía tan alegre hace bastante. Decir que canté hoy en la ducha, de una forma desentonada, pero lo hice, es un claro ejemplo de que mi estado de ánimo se comienza a alzar desde la total apatía hacia un arco iris. Las nubes estaban y sabía que en algún momento llegarían, pero cuando Sasuke me apretaba contra su pecho y me llevaba en sus brazos mostrándome su sonrisa de medio lado, me ponía unos anteojos oscuros y me dedicaba a disfrutar, después de todo, él me quería. Me quería hoy, y mañana… ¡joder! Mañana vería lo que haríamos.

Nos detuvimos, junto al resto del grupo, frente a un enorme restaurant que tenía una especie de dibujo parrillero. Kiba lo observó hambriento y Sasuke se giró hacia nosotros, entregándome una fugaz mirada.

- Comeremos aquí… - habló o más bien, ordenó.

Kiba soltó una risotada y me dio un codazo algo suave.

- Me comería un cordero completo… - susurró.

Le sonreí y caminé a su lado, ingresando con el resto del grupo al local. El motivo de nuestra salida, era nada más y nada menos el éxito absoluto de la exposición de Sasuke el día anterior. Se supone que saldríamos a cenar, pero en vez de eso, luego de un par de caricias, terminamos nuevamente tendidos en la cama, haciendo que Sasuke cancelara la programación para el resto del grupo y les diera una suculenta cena, que los dejara exhaustos y con ganas de ir a la cama. Hubiese sido todo perfecto de no ser por Amari, que me miró con rostro denunciante cuando llegué a la habitación luego de mi último encuentro con Sasuke. El tema lo solucioné, de forma fácil y repentina: cambio de habitación. Sasuke no tuvo problema de pagar una habitación que no se iba a ocupar la última noche que pasaríamos juntos antes de volver a la realidad y pese a que insistí en ayudar con el dinero, era demasiado terco para convencerlo de lo contrario, además, insistía en que aquel cambio le traería más beneficios de los que yo realmente veía.

Nos recibió un joven mesero con un extraño atuendo y una enorme sonrisa. Sasuke se acercó a él y pude ver como un ceño de molestia se dibujaba en su rostro, a medida que discutía un poco con aquel chico. No sabía cuál era el problema, pero estaba claro quién saldría ganador de esa pequeña disputa… como siempre….

Finalmente el chico nos condujo hacia una mesa en un sitio bastante privilegiado dentro del restaurant. Mis compañeros, parecían bastante a gusto, sobre todo Amari que no dejaba de sonreír y hacer estúpidas acotaciones para llamar la atención de Sasuke, que no reparaba en su presencia en lo más mínimo y reconozco, que eso me hacía sonreír. La muy idiota, que parecía ser tan inteligente al momento de sacar conclusiones sobre el resto de las personas, padecía del mal que padecemos todos: no veía sus propios problemas que eran tan obvios como los míos ante sus ojos, pero claro, aquel distaba de ser mi asunto.

Nos sentamos y ésta vez fue diferente, pues tomé posición al lado de él. No estaba dispuesta nuevamente a estar demasiado alejada ni a tranzar la fastidiosa cercanía de Amari, prácticamente acosando a Sasuke una velada completa, aunque si lo miraba desde el punto de vista lógico, no debía molestarme en absoluto, pero me era imposible no sentir unas ganas innatas de golpearla cuando colocaba esa desesperante voz melosa con la que se dirigía a Sasuke como "doctor", aunque claro, jamás lo reconocería ante él. Ya estaba bastante desequilibrada la maldita balanza, sabiendo que él era un pseudo Dios en todo lo que hacía.

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora