Capitulo 26

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Desde que empecé este juego, inconscientemente sabía que no tenía lo necesario para ganar. Empezando por el hecho de que en toda mi maldita existencia, he tenido un solo novio, Sai, el que por supuesto, hizo honor a todas los relatos de mis amigas, compañeras o conocidas sobre los hombres que las habían dejado en su vida.

Yo seguía bastante maltrecha con mi vida, pero cuando apareció él con su sonrisa sincera, gestos de preocupación y cariño que parecía desinteresado, sentí que podía tener finalmente mi final feliz. Me sentí por bastante tiempo como parte de esa vibra en que andas de la mano y todo te parece rosa. Pese a mi extraña apatía, siempre tenía algún enganche o algo divertido que hacer para sacarme una estúpida sonrisa. Iba todo tan perfecto, o al menos así lo creía. Mi nube de amor se comenzó a desvanecer a medida que mi preocupación por mis estudios volvió a su centro y el centro que tenía él sobre mí, o más bien nosotros, se transformó en uno que tenía por todas partes, o con otras personas, para que me entiendan de forma clara. Por su puesto, yo no lo creí de inmediato. Cuando te dicen que tu primero novio, tu primer amor, tu primera vez, o para explicarlo mejor, el chico al que le entregas tu corazón, lo más preciado que tienes, en una bandeja, y te dicen que lo dejó en el maletero del auto, para comenzar a usar el asiento trasero para cosas más interesantes, es algo difícil, o más bien, duro de creer, y como buena novia cegada por mi propia novela de amor, no lo creí, pero más tarde, cuando los rumores se suman al completo trastorno de personalidad de él, sabes que no está bien. Aún así, estúpidamente, lo seguí queriendo y por un tiempo lo hablamos y cambió en algo, hasta que de la nada, se fue, metafóricamente hablando, porque el muy idiota siguió ahí todo el tiempo, aunque claro, ahora le importaba un carajo yo y mi insignificante corazón.

Recuerdo como si fuera ayer aquel día en que me tomé una botella completa de vodka y me emborraché como nunca en mi vida. Ignoro cómo no caí enferma o algo así, el punto es que luego de 4 semanas de sufrimiento crónico, tenía que apaciguarme de alguna forma. Ino, como siempre, me dio su absoluto apoyo, tratando de no insistir demasiado en las frases que uno nunca escucha como "Te lo dije" o "lo sabía", después de todo, jamás quieres escuchar que él no es para ti, que no te conviene, que no le compran su cara, porque en el fondo, uno compra todo su cuento. Me río de sólo pensar en que estuve afuera de su maldita mansión, con el puto encendedor que decía "Te quiero", dispuesta a lanzarlo frente al carísimo BMW con el que llegaba en aquella época, después de todo ¿con qué mierda iba a pagar los daños? Y la verdad, suena mal, pero es injusto, te llevan al juzgado o a la policía por quebrar un maldito vidrio, pero jamás se llevan a alguien a juicio por jugar con tus malditos sentimientos. Jamás. Esa deuda, pasa gratis en la vida y te la tienes que bancar sola, porque lamentablemente los amigos te acompañan, pero al final de la noche, cuando estás sola en tu cama, mirando la luz de tu reloj despertador, y te baja la pena y caes en cuenta que él no va a estar más contigo, que te vas a dormir sola, y que todas esas cosas que tanto querías, no van a volver, no hay nadie que te pueda tender una mano. Después de todo, llegamos solos y nos vamos solos.

Es de todas formas, lamentable, que pese a esa dura lección y pese a que me prometí no volver a exponer mi tonto corazón, yo estaba de nuevo ahí, frente al que fue en un principio una tortura académica, luego un dolor de cabeza familiar y ahora, era lo peor de lo peor, el tipo que nuevamente me había hecho caer en ese oscuro agujero del que no se puede salir. Ese maldito juego que algunas personas llaman amor y que yo jamás he aprendido a jugar bien. Uno que algunos juegan por mera diversión y, otros, porque caemos en él.

- ¿Quieres algo? – me ofreció abriendo el minibar que tenía en su habitación.

Estaba un poco agachado mirando en el interior, mientras con una mano sujetaba una puerta blanca.

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora