Capitulo 34

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Era mi último turno del mes y yo parecía no sentirme tan agotada ni tan negativa hacia el hospital como hace un par de semanas.

Desde que había aclarado mi punto con Sasuke, algo de paz había logrado en mi interior y digo "algo" porque al menos ya no sentía esa necesidad de huir cada vez que lo veía. Sí, estaba orgullosa de mi misma por mi comportamiento renovado, pero debo reconocer que habían dos factores que ayudaban a mi mejoría superficial: uno era el hecho de que ya no me lo encontraba con tanta frecuencia y, otro, el saber que estaba pronto a dejar su cargo y que por lo tanto, mi suplicio podría llegar a su fin.

Con esos antecedentes, podría decirse que yo debería estar sonriendo nuevamente, pero la balanza nunca va equilibrada pues el universo siempre se las arregla para estropearte las cosas de alguna manera y yo, por supuesto, estaba lejos de ser la excepción. Andaba mejor, sí, pero tenía la constante preocupación de Sarutobi, que pese a que había querido dejar el hospital a toda costa, por motivos de salud y su progresivo empeoramiento, se encontraba internado por tiempo indefinido o, al menos, como decían las malas lenguas, hasta que el doctor Uchiha diera su aprobación conjunta con un tal Yahiro y la verdad es que odiaba que el siguiera siendo voz y voto para un tema que también me involucraba de cierta forma a mi, pero bueno, estaba lejos de ir a pedirle detalles o explicaciones.

Mientras más lejos… mejor…

A pesar de que la enfermedad y estado de Sarutobi suponían ser información confidencial, bastaron menos de 48 horas para que una vez ingresado, todo el hospital estuviera al tanto de su situación, lo cual tuvo directa repercusión en los estados de ánimo en general de todos nosotros. Se veían muchas caras largas y también, caracteres más bajos o más irritables de lo normal.

Rossie, la principal enfermera a cargo del cuidado del que parecía ser el paciente más importante del hospital, era no sólo la que tenía más información y preocupaciones, sino que también más contacto con Sasuke, por lo cual, por mi bienestar emocional procuraba también conversar con ella lo justo y necesario. No es que la odiara ni nada por el estilo, pues jamás perdí el deje de cordialidad cuando ingresaba a la habitación del que había sido prácticamente un abuelo para mí, pero trataba de no interactuar demasiado con ella, pues el par de veces que lo hice, terminaba siempre hablándome de Sasuke y yo, la verdad, necesitaba mantenerme lo más alejada que pudiese de él, lo que al parecer, me estaba funcionando de maravilla: el llanto había disminuido y los dolores de cabeza también.

Quizás… ni siquiera estabas tan enamorada de él… - habló Ino sonriendo.

¡Claro! – exclamé sin poder evitar sentir un deje de resentimiento - …puede haber sido algo del momento…

Mis conversaciones con Ino respecto al tema iban decreciendo, pero no debido a que la rubia quisiera ignorarlo, sino porque más bien, yo le rehuía de sobre manera pues sabía que de esa forma podía darme la tranquilidad que no tenía antes cuando escuchaba su nombre o cualquier cosa relacionada con él. Ino, por su parte, en un principio notaba como me arrancaba del tema, pero luego de un par de veces, parecía tragarse por completo mi repentina y forzada recuperación.

Te quedarás al turno conmigo… ¿no? – preguntó la rubia, con voz suplicante.

¡Pero Ino! – hice un gesto de reproche - …me has preguntado al menos unas 5 veces lo mismo hoy y te he dicho lo mismo cada vez… sí me quedo y además, te recuerdo que mañana no paso a casa pues tengo que trabajar…

Tú y tu trabajo fin de semanero… - soltó - …a veces lo odio… - rió.

Pues yo odio no tener dinero para pagar las cuentas… - repliqué.

Ya… vale… - me sacó la lengua - …bien por tu independencia y mis gatos compartidos…

Seguí caminando junto a la rubia y justo antes de doblar una esquina se separó apresurada de mi para contestar su teléfono.

Mal pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora