04| «CEPHEO»

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     En mi lista metal de cosas por hacer ya estaba tachada una: «Conseguir una varita» ahora faltaba «Tener una mascota»

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     En mi lista metal de cosas por hacer ya estaba tachada una: «Conseguir una varita» ahora faltaba «Tener una mascota»

     —¿Y bien? —me pregunto mi hermana. Yo la mire sin entender. Al parecer ella había estado hablando mientras yo seguía metida en mis pensamientos.

     —¿Y bien qué? —le pregunté.

     —¿Qué mascota prefieres? —dijo rodando los ojos, para luego apuntar a una tienda oscura, de donde se escuchaba un suave ulular.  Un rótulo decía: «El emporio de las lechuzas. Color pardo, castaño, gris y blanco»

     Mire a Hermione como si estuviera loca.

     Por más que aceptara que ella tuviera una de esas aves en su casa, y que de vez en cuanto se te apareciera volando una en medio de la cocina, no manipularia una lechuza con mis manos. Me daba «cosa», y no es por ser «delicada»—como me decia mi madre en esas ocasiones— es solo que me sentía rara tocando animales. Yo y las aves no tenemos muy buena historia. Juró que aún puedo oler su  mierda en mi pelo.

     Hermione entendió mi mirada y, rodando los ojos, me sugirió.
     —Entonces podrías tener una rata o un sapo...

     La mire nuevamente como si estuviera loca. ¿Se imaginan a mí con un sapo baboso entre las manos? Iugh. Y a las ratas les tengo fobia, son tan... Escalofriantes y asquerosas. Iugh. 

     Mi hermana rodó nuevamente los ojos, yo seguía pensando que si seguía así se le quedarían atascados. Uno mirando hacía arriba y el otro hacía el lado. Fuera del horror de la escena, sería gracioso. Si, ya me lo imaginó.

     De pronto, mi mirada se dirigió a una tienda, en donde habían un montón de animales. De seguro hay encontraría algo.

      Arrastre a Hermione hasta allí, y luego la dejé a su merced en medio de la tienda. Yo estaba fascinada, ¡es que de verdad había de todo!

      Mire un gato negro como la noche, con unos ojos amarillos y brillantes. No creo que mi madre me permita tener un gato, ella es alergica a ese tipo de animales, como ella le dice «del demonio».  Aún recuerdo cuando Hermione y yo entramos un gato a la casa—al cual le pusimos «Negra», ya que su pelaje era blanco—, al poco tiempo nuestra madre se entero, ya que empezó a toser cada dos por tres. No hace falta decir que terminamos limpiando el baño por una semana.

     Unas repisas más allá, estaba una bonita serpiente, de escamas verdes relucientes, y ojos amarillentos.

     «Acercate» escuche una voz que hablaba entre z y z.

    Gire mi cabeza hacia todos lados esperando encontrar a la persona que habló, pero no encontré a nadie.

«No, tonta. Aquí, frente tuyo» habló de nuevo.

     Mire a la serpiente, que era lo que estaba frente mío. ¿Sería ella la que me hablaba?

     —Creo que me estoy volviendo loca... —murmure.

      «No, no te estas volviendo loca. Es raro, pero al parecer tú entiendes la lengua de las serpientes»

     Abrí la boca sorprendida. Me habían dicho que tenía lengua de serpiente, pero no creía que fuera tan literal. Busqué con la mirada algún  espejo en las cercanías, para mirarme la lengua, o a mí. Tal vez me estaba convirtiendo en un bicho verde, una persona semihumana. «Si, ya me lo imaginó, ahora mismo seguro que tengo los ojos como las chinitas» pensé.

      La serpiente parecía querer darse un face palm. Yo sentía lastima por ella, quería darse un face palm pero resulta que no tenía manos. ¿Porqué la vida tiene que ser tan cruel?

      Tomé la caja de vidrio en la cuál estaba encerrada la bonita serpiente entre mis brazos.

     «¿Qué haces?» me preguntó la voz que supongo era de la serpiente «¿Me compraras?» parecía que su voz tenia una pizca de esperanza, y eso me resulto muy tierno.

     —¿Sabes? Te llamaré Cefeo—le dije.

Una Granger diferente  [UGD#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora