15 | «THE VOICE»

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         Le había explicado entre sonrojos por la vergüenza de admitir como me sentía a Damian, y desde ese entonces él se había vuelto más cariñoso y comprensivo conmigo.

Tal vez desde un principio debí de haber confesado todo, pues ahora ni siquiera le escribía a Tom. Ya no lo necesitaba. De cierta forma, Damian era mi nuevo diario. Y por ello no me di cuenta cuando el diario desapareció. Busque por todo mi cuarto, incluso le pedí ayuda a Damian, pero nada. Tom había desaparecido. Y solo había una opción, alguien se lo había llevado. Él o ella debía de ser Slytherin, pues dudaba que alguien de otra casa se pudiera infiltrar en el que ahora era mi hogar.

—Quién quiera que sea debe de haber sabido donde estaba el diario, pues mi cuarto estaba tal y como yo lo deje—le susurre una vez a Damian, en los patios del colegio.

Ambos nos habíamos saltado el almuerzo a petición mía, y ahora estábamos en los jardines, conversando bien abrigados.

Damian asintió en acuerdo.

—Pero eso no es lo que me preocupa ahora—dijo él recostando su cabeza en mi hombro, a la vez que envolvía mi cintura con sus brazos.

Estas muestras de cariño a las cuales ya estaba acostumbrada, hacían rumorear por los pasillos a los estudiantes de que teníamos un amor secreto o algo así, aunque eso no era verdad. Ambos eramos buenos amigos, nada más. Pero aquello n sólo entendían las fans de Damian, y no perdían oportunidad para dirigirme miradas de profundo odio.

—Mañana es mi cumpleaños—canturreo en mi oído lo que llevaba repitiendo toda la semana.

—¿Y eso es lo qué te preocupa? —pregunté con sorna, a lo que él rió.

Damian abrió la boca, seguramente para darme uno de sus famosos comentarios sarcásticos, pero yo me paré de saltó al haber escuchado aquellla voz como en siseos. No era Cefeo, pues después de hablar con el durante la clase, lo había dejado marcharse para que buscara su comida. Ratones y cosas así de asquerosas.

También sabia que esta no era la voz de mi, más que mascota, amiga, porque esta estaba cargada de odio, uno que te erizaba la piel, casi sintiéndolo contra tus oídos.

Aquí estas, Heredera de Slytherin—dijo en un siseo aquella voz.

Miré hacia todos lados frenéticamente, escuchando de fondo los quejidos de Damian y como se paraba para colocarse a mi lado.

—¿Qué te pasa? —me pregunto extrañado. Su semblante preocupado era a penas visible por la oscura sombra que nos brindaba el árbol en el cual minutos antes habíamos estado sentados.

Ahí fue cuando me di cuenta de que él no escuchaba la voz, y temí estarme volviendo loca.

Una Granger diferente  [UGD#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora