Capítulo I

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Comenzaré con lo que yo llamaría el principio del fin, cómo se llenó el vaso lentamente hasta derramarse, cómo la cordura se fue desvaneciendo.

Tengo un hermano menor, una madre y un padre... bueno, tenía un hermano y una madre pero luego te contaré lo que pasó con ellos. Le adelantaré que ellos fueron la causa del que esté aquí.

Todo comenzó en mi penúltimo año. El primer lapso fue pura diversión y risa, joda y sin preocupaciones pero el segundo... noté un cambio, al cual llamé hora de audífonos. Ya verá por qué.

Mis amigas se llamaban Merlina, Antonieta, Stefany y Angélica. Ellas eran mis 4 mejores amigas. En vacaciones de Navidad siempre les mandaba mensaje para salir al cine o para ver cómo estaban pero... bueno, mejor no me adelanto aún a los hechos.

Un día, creo que debía ser la mitad de noviembre, fuimos al cine con dos de los amigos de Merlina: Jerry y Logan. Congenié bastante con el primero y nos sentamos juntos, me colocó su abrigo y me abrazó durante toda la película. Al salir, comimos helado y acordarnos vernos al día siguiente. El encuentro no se dio porque el día se había convertido en lluvia pero hablamos por Skype. Me dijo que tocaba la batería y tenía seis hermanos, de los cuales él era el menor.

Con el pasar de los días nos conocíamos más y el veintiocho de diciembre de ese año, del 2016 por cierto, me pidió ser su novia. Salimos por un mes y yo fui la que le cortó, fue antes de San Valentín. La razón fue porque, aparte de que casi no nos veíamos, mis padres lo descubrieron: Sí, Jerry y yo manteníamos lo nuestro en secreto.

¿Cómo se enteraron? Pues, había dejado mi teléfono en casa y no me había dado cuenta de eso hasta que ya estaba fuera y lejos de casa. Recuerdo que aquel día estaba con toda la gente de mi salón y de otra sección, en un parque para pasar el rato y cuando llegué a mi casa... madre se puso colérica y comenzó a recriminarme todo lo que había hecho y lo que aún no. A partir de ese día, le coloqué clave a mi teléfono.

Quería gritar, quería encerrarme en mi cuarto con mis audífonos escuchando mi banda favorita a todo volumen, decirles que no me conocían en lo absoluto pero ahí estaba: Sentada en la silla de la biblioteca, de brazos cruzados y sin poder decir nada porque si hablaba... eso sería usado en mi contra.

Ese era otro problema: Si llegaba a decir algo en lo que tenía razón, señora se arrechaba. Es cómico e irónico que ella siempre me decía que dijera la verdad y...-callé unos momentos. ¿Por qué le contaba todo esto? Tomé la decisión de no decir más nada, sus palabras pudieron convencerme de hablar de más pero no diré ni una vocal extra.

-¿Qué pasó? –Me preguntó dejando su bolígrafo y bloc en la silla para sentarse a mi lado. Su cercanía me puso en alerta.- No te haré daño. –Murmuró al ver cómo me alejaba de él.- Muy bien, dejaremos esto hasta aquí. Por lo visto, aún no tienes confianza en mí y eso es comprensible. Vendré en la mañana, buenas noches Elizabeth.-se levantó, agarró sus cosas y se fue dejándome sola una vez más.

Miré el reloj y eran las nueve. Vaya, estuve sedada por mucho tiempo.

Me acomodé mejor en la cama y me puse a pensar en el doctor Stan. Ese hombre... no sé, es muy diferente a todos los doctores que me han tratado. Él no intentaba sacarme la información a la fuerza ni buscaba la forma de hacerme hablar si yo no quería, era paciente y honesto. No puedo encontrar la manera exacta de describir esto, solo sé que está ahí presente y es algo que he ocultado por mucho tiempo. Me gustaría que volviera a desaparecer, tanto él como esta idea, porque ¿Qué pasaría si él se diera cuenta de eso? Oh esperen, ya se dio cuenta de mi falta de emociones. Pero de todas formas... aún no podía confiar en él, chicos así me han lastimado en el pasado. Sacudí mi cabeza alejando aquellos pensamientos, ya me bastaba tener que lidiar con mis sueños. Me dormí.






Nota de autor:  Espero que les guste

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora