Capítulo XIV (Parte 5)

1.6K 75 14
                                    

Día 919.

A eso de las nueve, ya había desayunado y estaba jugando con el sombrero, recordando unas historias que solía leer en internet. Jefferson me atrapó en el acto cuando llegó: Cargaba el sombrero puesto y me había puesto a decir algunas frases de la película. Él rió y yo inmediatamente me lo quité.

-No es que me haya cansado de los libros pero uno tiene que entretenerse de alguna forma.-Le dije mientras sacaba la bolsa, y evitando que no me viera sonrojada, y la desamarraba para guardarlo pero él se agachó y me lo quitó.

-Lo sé. –Volvió a colocármelo en la cabeza.- Hay que buscar la forma de matar el tiempo –Amarró la bolsa por mí y la metió debajo de la cama. Me terminé de sentar en el piso y él me acompañó.- y te estoy dando la oportunidad.

-¿Siempre hacías eso con lo demás?-Le pregunté y me miró.

-No de la misma forma como lo hago contigo. –Sonrió.- Así que, mi pequeña sombrerera, ¿qué hacías?

-Recordaba muchas cosas.-Sonreí.

-Define "cosas".-Sonrió.

-Disney, lo que pasó en la rueda de la fortuna, Mad T Party, aquel día en general.-Se acercó un poco más a mí.

-¿En serio? –Asentí y él me acarició la mejilla. Me dio un beso corto.- Buenos días Lizzie.

-Buenos días Ben. –Hizo para volverme a besar pero decidió separarse.- ¿Dijiste que pensaste en la rueda de la fortuna?

-Sí, en la pequeña pelea. –Suspiré.- Hazlo. –Extendí una de mis muñecas y él me miró confuso.- Te confesaré que la última vez que lo hiciste, me sentí bien. La primera vez fue algo peligroso, te pude haber dado una cachetada o te hubiera dejado noqueado para que olvidaras aquel instante pero no lo hice porque me sorprendió tu valentía, quiero decir, era la primera vez que alguien no me juzgaba y se preocupaba realmente por mí.-Él sonrió.

-¿Quieres que te las beses? –Su sonrisa tierna me indicaba que estaba sonrojándome.- Tomaré eso como un sí.-Agarró delicadamente mi muñeca y nunca quitó la mirada de mis ojos mientras me besaba las cicatrices.

Sabía que buscaba cierta aprobación de mi parte con aquella, si estaba realmente segura de que lo hiciera y asentí. Hizo lo mismo en la otra muñeca y le sonreí, suspiró cuando terminó.

-¿Qué ocurre?-Le pregunté.

-Eres realmente impredecible.-Respondió y no pude evitar sonreír.

-Lo sé.-Alzó una ceja.

-Egocéntrica.

-Tú eres el rey.-Rió.

-Entonces tú debes ser la heredera.

-Sonó raro.

-Bastante. –Nos miramos un momento y reímos. Él se sentó en la cama y yo decidí quedarme todavía en el piso.- Sorpréndeme, si eres tan impredecible como dices, demuéstralo.

-No me verás de la misma forma después de hoy.-Su sonrisa juguetona desapareció, sabía que mi seriedad no le había gustado.

-¿Por qué lo dices? –Lo volví a pensar: ¿Estaba lista? ¿Era una buena idea? ¿Confiaba plenamente en él? No pero... ¿Cambiaría? ¿Todo esto desaparecería? Tenía miedo de repente, los pensamientos sobre quedarme sola de nuevo abarcaban mi mente. Jefferson no me había juzgado hasta ahora y temía que lo hiciera después de que le contara la verdad, que me abandonara.- ¿Elizabeth?-Me levanté y me alejé de él.

-Vete.-Murmuré.

-¿El...?

-¡No! ¡Aléjate! –Grité al verlo acercarse. Me abrazó y lo empujé.- ¡Déjame!

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora