Desperté. Miré a mi alrededor y estaba sola, me levanté y observé por la ventana dándome cuenta que había dormido toda la tarde. Vi que en la mesa estaba ya servida la comida y suspiré: Él realmente no había venido.
¿No les ha pasado que cuando sueñan con alguien y lo han besado en ese sueño, amanecen con una sensación rara en los labios? Eso fue exactamente lo que me pasó y pareciera que hubiera sido de verdad, que esa escena realmente ocurrió. A lo mejor tuve un ataque, me sedaron y por eso no recordaba nada.
¡Joder, pero qué estoy diciendo!
Los días siguientes fueron realmente incómodos, el doctor Stan y yo no nos dignábamos a hablar después de lo del beso, apenas nos saludábamos y decíamos tonterías. Recordé cuando me dijo que le gustaba quedarse conmigo porque quería pero ahora pareciera que lo estuviera haciendo por obligación. Y es por mi culpa, había pensado. El beso realmente nos había afectado.
Día 835
-Thomas...-Murmuré un día al volver a verlo y el doctor me miró.
-¿Thomas?-Me preguntó. Miré a Stan unos momentos y me decidí que tenía que contárselo, a nadie se lo había dicho pero... necesitaba que alguien supiera de esto, por más que me forzara a contener mi lengua para no hablar, realmente necesitaba que alguien supiera de esto. Se lo contaría pero él tendría que responderme a una duda.
-Mi amigo imaginario.-Contesté. Anotó en su bloc, el cual nunca lo soltaba, ni siquiera en los días pasados y me comencé a preguntar que habría escrito durante nuestro silencio.
-¿En serio?-Me preguntó y me sonrió, pero no era como sus típicas sonrisas de siempre, era una que mostraba dulzura y noté que le había parecido... ¿Tierno?
-Sí, tenía uno y hablaré de eso con una pequeña condición: Me gustaría saber la historia de sus tatuajes. –Su mirada cambió en ese momento, pareciera que se hubiera perdido, como si hubiera escuchado que alguien había muerto, una tragedia. Volví a tener esa sensación de que él ocultaba algo, en sus ojos se podía ver que era verdad y se relacionaba con sus tatuajes. Lo pensó por varios minutos y al ver que no respondería, le pregunté:- ¿Algún problema?
-No, no, solo que... -Suspiró dándose por vencido sea lo que fuera que tuviese en su mente.- Bien, lo haré pero después de ti.-Asentí.
-Vale, ¿Por dónde empiezo? Oh sí, ya sé por dónde. Usualmente, los amigos imaginarios aparecen cuando uno es pequeño, ¿no? –Él asintió.- Pues, desde que tengo memoria... jamás había tenido un amigo imaginario hasta que cumplí catorce años. Verá, sé que estará pensando que es algo muy tonto y ridículo que alguien a esa edad tenga esa clase de amigos pero cuando tus amigos de la vida real te comienzan a ignorar, necesitas a alguien con quien hablar, ¿no? Alguien que te escuche de verdad cuando otros no lo hacen, ¿Verdad?-La sonrisa dulce volvió a su rostro.
-Así es. –Anotó en su libreta.- Hasta cuando... Thomas, ¿no? –Asentí.- Bien, ¿hasta cuándo estuviste hablando con Thomas?
-Hasta el día que entré aquí.-Volví a mirarlo pero él ya se había ido.
-Irónicamente, estás diciendo que tu amigo imaginario apareció cuando tuviste la necesidad de hablar pero no lo has vuelto hacer desde que entraste aquí. ¿Por qué? ¿Por las cámaras, verdad?-Asentí y escribió en su bloc.
-Por eso y porque sentía que no tenía nada que decirle, estuve un breve tiempo sin doctor que atendiera mi caso y quizás pude haberle dicho varias cosas pero, desafortunadamente, lo primero que noté cuando me ubicaron una habitación fueron las cámaras.
ESTÁS LEYENDO
16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson Stan
RomanceElizabeth Collins ha estado internada desde hace dos años y cuatro meses en un centro psiquiátrico por una razón aún desconocida, todos los doctores que la han tratado no han podido sacarle la información hasta que su caso lo asume el Dr. Jefferson...