Capítulo XVIII (Parte 2)

829 43 2
                                    

Unos meses después, cuando cumplimos nuestro primer año como pareja, lo sorprendí con una mudanza. Él rió al verme en su puerta con dos o tres cajas pero se enojó un poco por no haberle avisado antes, que pudo haber remodelado uno de los cuartos para mí. Le dije que no importara, que eso lo podíamos hacer juntos y que finalmente había hecho realidad su deseo. Me besó en la frente y me recibió con los brazos abiertos, nunca le dije que la casa no la había vendido y él nunca me lo preguntó.

En enero, mi hermano sufrió un accidente de carro y me enteré por Desiree. Ella me llamó mientras estaba en el trabajo y fui directo a la clínica. Me dijo que el accidente le causó una caída directa al coma, después de la operación que le hicieron, fue necesario inducirlo o moriría. ¿Tan fatal fue? Desiree apenas podía sostenerse y yo debía ayudarla porque estaba en las mismas condiciones. Estuve ahí el resto de la tarde, intentando no llorar.

-¿Lizzie? ¿Qué tienes, pequeña?-Me pregunta Jefferson cuando regreso de la clínica. Subo a la habitación para cambiarme y le digo antes de cerrar la puerta:

-Necesito diez minutos para mí, por favor.-Sin chistar, él asiente y se va.

Y solté las lágrimas, no pensaba que fuera posible que le ocurriera eso. Él era el único miembro que todavía me quedaba, sin contar a mi hermana, quién estaba más lejos que nunca, quizás en otro país desde que se casó, y a mi padre, a quién le he dejado de existir desde aquel día; y no quería perderlo.

Me lavé la cara, me puse algo cómodo y en ese instante Ben toca la puerta.

-¿Todo bien? Llegast-

-No.-Le dije al abrir la puerta y después de abrazarlo. Me separé un poco de él y le conté lo que me dijeron. Me abrazó más fuerte y luego entramos en su habitación.

-Oh pequeña, cuanto lo siento.

-No quiero perderlo Jeff, no quiero.-Él me sobaba la cabeza mientras mis ojos corrían en agua.

Estuvimos así unos quince minutos hasta que Benjamín me soltó y me levantó la barbilla para limpiarme las lágrimas, luego colocó ambas manos alrededor de mi cara y con sus pulgares me acarició ambas mejillas.

-No llores más, Elizabeth. Ven, acuéstate en mi pecho, tengo algo que te hará sonreír. No hará que la tristeza se vaya pero no quiero verte así.-Hice lo que me pidió y mientras me acariciaba el pelo, le pregunté:

-¿Crees que se mejorará?

-No empieces con el negativismo, Liz. –Me besó la frente.- Ahora, ¿en dónde estaba? Oh sí, ya. Cierra los ojos y quiero que imagines lo que te contaré:

>>Piensa en el vecindario en donde vivías cuando eras pequeña, al lado está una casa grande y ahí vivo yo. Tenemos cinco años y mis padres están cenando en tu casa mientras que nosotros estamos arriba viendo la televisión, esperando a que tu hermano menor se duerma para poder ir afuera. Al hacerlo, salimos pero tú entras de nuevo a pedirle a tu mami tu abrigo porque hace frío. Cuando vuelves, estamos corriendo por todo el patio y estás riendo, tienes una risa contagiosa y yo termino como tú. Nos encontramos tirados en la nieve, haciendo pequeños ángeles hasta que mis padres me llaman porque nos tenemos que ir. Decidido, te doy un beso en la mejilla y salgo corriendo a tomarle la mano a mi mami.

>>Ahora, ambos tenemos quince años, siempre venimos del colegio a casa juntos pero hoy fue diferente: Te fuiste antes porque te sentiste herida por las acciones de tus amigas. Antes de llegar a casa, te volteas al escuchar que alguien venía corriendo por ti: Era yo, preocupado y con dudas. Te pregunto "¿Qué pasó? ¿Estás bien?" y tú me abrazaste fuertemente, no quisiste hablar y decidí llevarte a dar una vuelta, alejarte del dolor que tenías. Y eso hicimos después de que le dijiste a tus padres que almorzarías en mi casa porque íbamos hacer un proyecto: Fuimos a comer en una pizzería y pasamos la tarde en una plaza, sentados cerca de la fuente y ahí me besaste, ahí fue nuestro primer beso. Fue algo corto y murmuraste un "gracias" mientras colocabas tu cabeza en mi hombro.

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora