Capítulo XVII (Parte 3)

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Después del capítulo de mi cumpleaños, llegó el día de la fogata.

Ese jueves en la noche comenzó cuando Leo y Brandon nos buscaron en las camionetas de sus padres, teníamos el sonido bien alto y llegamos al campus cantando y riendo. Leo estaba con los muchachos y yo con las chicas y de vez en cuando nos mezclábamos. La noche resultaba ir perfecta hasta que nos encontramos bebiendo como locos y diciendo locuras. Y entonces pasó, no estaba lo suficientemente ebria como para no creer lo que mis ojos vieron.

Le pedí las llaves de la camioneta a Brandon y me fui del campus. No estaba llorando, ¿para qué llorar? Estaba furiosa, colérica, más que enfadada. Llegué a casa y me cambié para acostarme sin antes beber agua. Cuando ya me encontraba en la cama, escuché varios golpes en la puerta. Ignoré el sonido y cerré los ojos, no quería escucharlo, no necesitaba oírlo. Quería creer que lo había hecho porque estaba ebrio pero tenía esta corazonada de que no fue así, mi celular sonó varias veces y lo apagué. Ahí fue cuando unos golpes sonaron en mi ventana. Me levanté frustrada y me asomé solo para verlo arrojando piedritas hacia mi cuarto. La abrí y le grité:

-¡Ni siquiera lo intentes!-Volví a la cama.

Cinco minutos después, los golpes sonaron en la puerta de mi cuarto.

-Déjame entrar Elizabeth, sabes que tenemos que enfrentarlo. Es ahora o nunca.

-Yo sé lo que vi Leo, tú fuiste el que la besó y en frente de mí; ni siquiera tuviste la decencia de disimularlo. Si querías discutir conmigo, solo tenías que decirlo; si quieres terminar conmigo...-Los golpes cesaron.

-¿Desde hace cuánto lo sabes?-Preguntó.

-Me lo acabas de confirmar.

-¿Al menos piensas salir?-Lo pensé unos segundos y me levanté. Giré la perilla lentamente y me asomé.

-Te escucho.

-Me pones celoso Elizabeth, ese es el problema. Es realmente difícil confiar en alguien con un pasado que está tras ella, ¿sabes? Ahí inició el dilema que me está comiendo la cabeza, me dijiste que Jefferson era solo un amigo pero el otro día vi esas fotos y me pregunté: ¿Y si me está engañando? ¿Y si no es solo con él y es con otro? Nunca me hablaste de tu pasado, nunca me hablaste de tu padre, ni siquiera me demostraste confianza.

-No quieres conocer mi pasado Leo, realmente no lo quieres.

-¿Entonces cómo pensabas que confiaría en ti?-Salí enojada.

-¿De verdad querías saber que estuve internada en un psiquiátrico? ¡Jefferson fue mi psicólogo! ¡Él solo cuida de mí!

-¿Y esas miradas? Me acuerdo de aquella salida al cine Elizabeth, sé lo que veía en los ojos de ustedes dos. Jefferson fue más que un psiquiatra para ti, ¿no es así?

-¡Si no quieres que lo vea, está bien! ¡No lo veré más!-Negó con la cabeza.

-No, es mejor que me vaya a que me quede y pretendamos que estamos bien. Terminamos Elizabeth.-Y se fue: El portazo que dio sonó lo suficientemente fuerte como para no decir que él también estaba furioso.

Conque eso era realmente, solo quería darme libertad de irme con Jefferson. Yo luché por Leo, intentando negar mis sentimientos hacia Ben y demostrándoselo pero aun así no me creyó. Benjamín y tú tienen una manera de comunicarse increíble y muy obvia pero a la vez tan privada, tan... de ustedes; pero igual se nota y Leo se dio cuenta. ¿Te acuerdas cuando la pista de patinaje y la pizza? ¿Por qué crees que te dejó sola con Tania? Estaba advirtiéndole a tú-ya-sabes-quién que se alejara de ti. Él también luchó por ti, Elizabeth. Tus pequeños enredos eran los que te cegaban y así fue como terminaste aquí; dijo Dizzy.

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora