Capítulo VIII

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Mientras comía, no dejaba de pensar en el doctor Stan. ¿Había conseguido que nunca saliera de mi mente? Sí, sí lo había logrado. Era la segunda vez que sentía su boca sobre mi piel y había anhelado que en vez de haber rozado sus labios con los míos me hubiera besado, comenzaba a desearlo y realmente no me estaba gustando esta situación. Él es demasiado dulce conmigo, me hacía sentir especial pero yo no quería que esto pasara así. Sí, el pequeño hecho de que él estuviera comprometido no salía de mi mente y en parte me molestaba que Jefferson actuara así conmigo. Dios, ¿qué me está pasando? ¿Acaso me estaré...? No, no puedo. Solo llevo una semana y media conociéndolo y no puedo estar enamorándome de él. ¿Esto era real? ¿De verdad me estaba pasando esto?

Después de comer y ducharme, volví a ver a alguien después de mucho tiempo.

-Hey, ¿cómo estás?-Me dijo mientras se sentaba en la cama. Lo acompañé.

-Tiempo sin verte, ¿dónde has estado?

-En algún lugar del olvido de tu mente. ¿De verdad le contaste a ese doctor sobre mí?

-Tenía que hacerlo Thomas, sabes que me sentía sola y necesitaba contarle a alguien eso sin que se burlara.

-¡Me tienes a mí! –Exclamó y se paró de la cama para apoyarse en la pared cercana a la puerta.- Tú misma dijiste que cuando te sentías sola que siempre estuve ahí para ti... ¿Por qué cuando entraste, cuando pasaste por todo aquello con tus anteriores terapistas, no me buscabas? –Bajé la cabeza sin saber que decir aunque él ya debería conocer muy bien la respuesta.- Además, tú misma has dicho que no confías en él. ¿El beso que le diste te hizo cambiar de parecer?-Callé por varios minutos.

Thomas tenía razón. ¿Por qué lo hice? Miré mis marcas, mis cicatrices, y era como volver a verlo besándome allí. Me había tocado en donde nadie se atrevería a tocarme, él sabía que al tocarme la muñeca vería a... a... a una luchadora. Dios, Jefferson tiene algo que hace que... no puedo creer que vaya a decir esto pero creo que le estoy agarrando cariño. Él ha estado buscando ganarse mi confianza y lo ha estado logrando.

Miré a Thomas pero él ya no estaba. Suspiré: Ahora tendría que esperar a que fueran las dos para que Stan volviera.

~ ♥ ~

Me monté en el carro sorprendido de lo que acababa de hacer, encendí el carro y me fui. Prendí el radio.

Aquello que pasó en la habitación había sido causado por una clase de hechizo que me logró alcanzar antes de darme cuenta de sus consecuencias. Casi había besado a Elizabeth y todo porque me había dejado llevar al besar sus cicatrices: Eso realmente me había preocupado, la vi tan frágil, tan débil, tan... ella. Su verdadero ser, no esa chica que fingía siempre estar bien. Collins era una luchadora y sé que ella podría pasar por todo esto sin derrumbarse de la peor manera posible.

En la radio sonaba una canción que de alguna forma me recordó a la chica de pelo rosa y me di cuenta que era verdad: Ella se convirtió en mi placer culpable. Amaba a Amelie pero Elizabeth... ella y yo hemos pasado por situaciones similares y sentía que me costaba resistirme a besarla, o al menos intentarlo. Confieso que le tengo cariño, me gusta estar con ella y aunque sé que especula que de verdad quiero protegerla... me gustaría que pensara lo contrario.

Patrick me había dicho que ella era cerrada, mentirosa, golpeaba a las personas sin motivo alguno, toda una enferma mental, tal como todos los del manicomio, pero no es así: Él no ve lo que yo veo, lo que yo he descubierto... no desde que desactivé las cámaras; los anteriores doctores, según, apenas pudieron sacarle la verdad y yo le he sacado algo más que eso, y sé cuándo miente, lo he notado perfectamente: Baja la mirada, no me mira o habla en voz bajaba casi imperceptible. Y un ejemplo de eso fue cuando le pregunté si se encontraba bien con respecto a tener otra salida: Sabía que aún se acordaba del beso, sabía que eso aún debía incomodarla y más con la locura que acabo de cometer pero ¿Qué les puedo decir? Semana y media conociéndonos y se convirtió en mi placer culpable.

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora