-Buen trabajo doctor Stan, jamás había escuchado a la señorita Collins decir todas esas cosas antes.-Oh vaya, lo que me faltaba.
-Hola John, ¿Qué quieres?-Él era la persona más irritante y molesta que jamás haya conocido.
-Nada, solo me sorprende que hayas podido sacarle tanta información. A Patrick le gustará mucho esto.-Claro que le gustara al súper jefe, pensé.
-Solo hago mi trabajo. –Me encogí de hombros.- Por cierto, no más cámara de ahora en adelante: Creo que ambos nos dimos cuenta que dejó de hablar al verlas.
-No lo creo, ella siempre se ha dado cuenta así que lleguemos a la conclusión de que quiso hablar por primera vez.
-Tienen mi palabra, ¿No les basta con eso?
-Es preferible ver: Hay cosas que ni tú ni una libreta de notas podrían decir.-Callé unos momentos y nos detuvimos en medio del pasillo.
-Confíen en mí, dudo que ahora hablará menos de lo que hizo hoy.
-Buenas noches Jefferson.-Dijo dejándome con la palabra en la boca y marchándose: Sí, no me iba hacer caso. Suspiré y me largué.
Al montarme en el carro, volví a leer lo que Elizabeth me había dicho: Parecía una niña alegre... no, una niña no era: Ella podría lucir inocente con esa cara de bebé que tiene pero su mente es de una adulta, es madura y astuta al intentar cambiar el tema de conversación tan rápido, o al menos eso creo. Encendí el carro y me fui a casa.
-Hey, ¿Qué tal tu día?-dijo Amelie, mi prometida.
-Largo día. –Dejé el maletín en la sala y la besé. Nos sentamos.- Me asignaron una chica, su nombre es Elizabeth Collins. No sé, es muy diferente con las otras que he tratado antes y eso que aún no la he conocido bien pero su mirada... ha pasado por mucho.
-¿Y no tienes algo planeado? Siempre tienes algo en mente y gracias a ti, todas han salido de allí y han tenido una mejor vida.-Sonreí.
-No, aún no. De aquí a mañana espero que se me haya ocurrido algo.
-Lo harás. –Sonrió y me besó.- Voy a preparar la cena.-Asentí y subí a darme una ducha.
Mi mente volvió a pensar en el momento en que me tropecé con ella. Yo venía de hablar con la doctora Alice y cuando me dirigía a buscar un café, tomé un desvío por la salida de emergencia y allí apareció: Una melena rojo cereza me tumbó y antes de que pudiera irse, me conseguí con dos ojos café grisáceo y me sorprendí de que algo así existiera: Raramente encantador.
Les he mentido por cierto: Yo fui el que quiso tratar con ella cuando usualmente es a mí que me asignan a los pacientes. Lo único que me enteré fue que su apellido era Collins por los gritos de los enfermeros. Fui hablar con Patrick y me enteré de que ella había iniciado un incendio en su habitación con su doctor, el cual le hizo entrega del objeto para iniciarlo.
-Me gustaría cuidar de ella.-le dije.
-Intentó fugarse de nuevo y no creo que puedas con ella: Es demasiado cerrada y es muy difícil hacer que hable. Todo un desafío.
-No te preocupes, estará en buenas manos.
-Esto será algo diferente con los otros que has tenido.
-Dijiste que era un desafío así que ¿Por qué no? –Sonreí.- ¿En qué habitación está?
-En la 754.
-¡Gracias Patrick!
Me fui a buscar mis cosas y me dirigí hacia allá. Cuando llegué, estaba dormida y por lo que supe la habían sedado. Agarré una silla y la coloqué al frente mientras me acercaba a ella y la detallaba: Sí, era linda... muy linda como para que esté aquí amarrada con correas en una silla, había pensado. Me encontré a mí mismo acariciándole la cara y lo sé porque la sentí estremecerse. Me senté rápido en la silla y finalmente abrió sus ojos.
-Cariño, la cena está lista.-la voz de Amelie me trajo a la realidad y supe lo que haría con Elizabeth mañana. Mientras me vestía, volví a recordar la forma en que la señorita Collins se había estremecido con mi toque. Deseché el pensamiento que se me había formado con aquel recuerdo: Afición.
Nota del autor: Espero que les guste
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16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson Stan
RomanceElizabeth Collins ha estado internada desde hace dos años y cuatro meses en un centro psiquiátrico por una razón aún desconocida, todos los doctores que la han tratado no han podido sacarle la información hasta que su caso lo asume el Dr. Jefferson...