11. ¿Cómo entender nuestro propio valor si nos desmerecemos constantemente?

138 20 10
                                    

Simón

Simón se dejó caer sobre la cama de Tadeo y suspiró. Aquella mañana Kiara había estado particularmente molesta porque, según ella, Simón tenía olor a perfume de chica y creía que la estaba engañando.  El chico se había dado un baño la tarde anterior y, luego de su visita con las chicas a la cabaña del bosque, no se le había ocurrido volver a darse otro baño.

Bianca y él habían estado muy juntos el día anterior y aquello le había provocado toda clase de sensaciones difíciles de explicar. Se había encontrado acariciando su mano bajo las mantas, solo atreviéndose a llegar hasta su muñeca y Bianca no solo lo había permitido, si no que parecía haberse derretido contra él, como si quisiera más pero no se atreviera a decirlo en voz alta.

Intentó no pensar en lo íntimo que era llevar el perfume de ella impregnado en su cuerpo. A diferencia de lo que Kiara sospechaba, ellos no eran nada, pero se preguntó qué pensaría si le dijera la verdad: si le dijera que varias veces se había escabullido en la habitación de la chica en el medio de la noche y que se habían quedado abrazados por lo que habían parecido horas sin decir una sola palabra.

Que cuando Bianca le daba las gracias y le decía que podía volver a dormir a su habitación, él se sentía decepcionado, qué deseaba que las cosas fueran diferentes. Que le gustaban sus ojos redondos y marrones, que le gustaba su olor y el gesto que hacía cuando se preocupaba por alguien pero no quería mostrarlo. Que siempre lo hiciera reír, incluso cuando lo estaba insultando. Que ella viera incluso por debajo de la máscara que se ponía frente a todos los demás, pero que no se esforzara por intentar removerla, sino que entendía los límites entre lo que uno era capaz de compartir y lo que no.

Por supuesto que no iba a decirle nada de eso. Además, Simón la había estado evitando desde la fiesta porque había decidido ser fiel a Vanesa y no podía soportar estar junto a ella luego de lo que le había dicho en ese entonces.

—Ni siquiera somos pareja, no entiendo por qué hace tanto problema— murmuró Simón.

—¿Te imaginas mi cara?— se burló Tadeo, que se subió sobre la cama y rodeó las caderas de Simón con sus rodillas.— ¿Qué crees que diría si supiera las cosas que te hago cuando nadie nos mira?

Simón dejó que Tadeo lo besara, pero ni siquiera pudo concentrarse en eso ya que Bianca seguía en el fondo de sus pensamientos. Se preguntó qué estaría haciendo ella en ese momento. Qué pensaría si supiera que estaba allí con Tadeo.

El otro chico, por otro lado, parecía muy cometido en su tarea. Fue intenso y agresivo, como siempre, y le dejó los labios ardiendo.

—No sé qué pensaría, no me dejas hablar al respecto— contestó Simón intentando ocultar el fastidio en su voz.

Tadeo volvió a reír.

—¿Eso es un reproche, Romeo?— le preguntó y comenzó a morder su cuello, Tadeo siempre le dejaba marcas en el cuello y Simón tenía que esforzarse por ocultarlas por semanas.— Si sigues quejándote voy a tener que castigarte.

Simón no dijo nada cuando Tadeo volvió a besarlo, ésta vez con más intención, y comenzó a mover sus caderas contra las de él.

—Kiara nunca podría complacerte como yo lo hago, ella es solo una perra caprichosa— Continuó y comenzó a desabrochar su cinturón.— Ella no te conoce como yo lo hago.

Simón no se movió de su sitio. ¿Qué le pasaba? Ayer solo había bastado con tocar la piel de Bianca para enviar toda clase de sensaciones directo hacia su estómago y ahora tenía a Tadeo sobre él y no podía siquiera motivarse a besarlo de vuelta con ganas.

El otro también pareció notarlo,  porque abandonó los botones de su pantalón y, en cambio, deslizó su mano por la entrepierna de Simón, justo por encima de sus pantalones grises del uniforme. Era inevitable que Simón reaccionara al tacto, después de todo era un joven hormonal y si era cierto que Tadeo era muy bueno en lo que hacía.

Los últimos días de juventudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora