Vanesa
Había momentos en los cuales Vanesa se sentía completamente desconectada de la realidad. Uno de ellos fue el momento en el cual finalmente presentaron su obra de fin de año, el momento para el cual se había estado preparando durante tanto tiempo y no fue capaz de disfrutar porque no podía soportar ver a Graciela usando el vestido que había hecho especialmente para ella en los tiempos en los cuales había creído que existía un futuro para ellas dos.
Graciela había intentado saludarla antes del show, pero Vanesa la había evitado. Simplemente mirarla era suficiente para causarle un dolor imposible de resistir, un dolor que le recordaba constantemente lo que le había dicho la noche en que pelearon, la forma en que la había hecho sentir más rara que nunca, como si fuera una alienígena.
—Al fin te encuentro— habló a sus espaldas la voz que había sido el motivo de su felicidad durante tanto tiempo y que ahora solo representaba miseria.
Vanesa se puso a reorganizar el vestuario en los percheros que habían armado en una de las aulas vacías de la escuela.
—No tengo nada que decirte.
No eran compatibles, era hora de que lo aceptara. Intentar forzar algo que estaba destinado a fallar sólo era otra manera de hacerse sufrir a sí misma.
—Sé que te hice daño pero por favor Vanesa, aún podemos intentar...
Vanesa se incorporó rápidamente y se volteó en su dirección.
—¿Intentar?— repitió.— Siento que eres como un disco roto, hace unas semanas dijiste que no estabas lista para intentarlo, que era demasiado para ti.
—Lo sé, es que estaba confundida y...
—Me hiciste daño, Graciela— la interrumpió Vanesa.— Estoy en un lugar difícil en mi vida, estoy intentando descubrirme y no necesito oír cosas como las tuyas.
—Yo...
—¡Dijiste que yo era todo lo que querías tener pero nunca podrías hacerlo!— gritó Vanesa y las lágrimas no acudieron esta vez, solo sentía rabia— ¿Sabes cómo me hizo sentir eso? ¿Sabes lo que me hizo sentir comprobar que nunca seré suficiente para ti siendo quien soy? No necesito eso, necesito alguien que me ame en todos mis aspectos, no a alguien que sienta que soy una pieza incompleta en su tablero.
Graciela intentó decir algo más, pero Vanesa tomó su bolso y salió del aula y se dirigió directamente hacia la salida de la escuela, donde sus dos amigos la estarían esperando. No quería ver a sus compañeros de teatro ni a sus profesores, solo quería encontrarse con las únicas dos personas que sabrían exactamente qué decir para hacer que se sintiera mejor.
Y es que ni ella entendía qué estaba pasando por su cabeza en ese momento. Estaba triste y enojada con Graciela, pero a la vez estaba orgullosa de sí misma por ponerse primero. Por primera vez en su vida había entendido una pequeña parte de ella y no podía rodearse de gente que no estaba lista para entenderla sin hacerla sentirse miserable en el proceso.
Sus dos amigos la estaban esperando justo al frente de la salida de la escuela. Simón estaba sentado sobre un cantero, lo cual lo dejaba a la altura justa como para permitirle recostar su cabeza contra el muslo de Bianca, quien estaba fumando un cigarrillo y se encontraba sobre un pilar acariciando distraídamente el cabello del chico con su mano libre.
Al fin . Pensó Graciela, observándolos y se sintió inmensamente feliz.
—Hola, tortolitos— los saludó con una sonrisa.
—Dices "tortolitos" una vez más y me lanzo al tráfico— contestó su amiga y observó a Simón incorporarse.
—Me gusta el apodo— contestó el chico y miró a Bianca con una sonrisa tonta— implica que tienes sentimientos, después de todo.
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Los últimos días de juventud
RomanceSi de ellos dependiera, Bianca, Simon y Vanesa nunca hubieran intercambiado una palabra entre ellos en toda su vida. Pero cuando su profesora de Arte los obliga a hacer un proyecto grupal que podría definir su calificación final, no les queda otra o...