Guardianes: Orbes de Poder

Veinticuatro años después

Tristan camina de un lado para otro en su habitación, esperando a que llegue la hora en la que tiene que ir ante el consejo real y su padre, el rey de Esgrnong, un hombre con caracter fuerte, presencia que intimida a cualquiera, pero un cariñoso padre.

Pasa sus manos por su cabello en un gesto de desesperación e impaciencia, no tiene ni idea de qué es lo que quieren hablar con él, pero supone que debe ser algo realmente importante para que tengan que estar presentes los miembros del consejo real.

Siendo hijo único, está en su futuro el reinar Esgrnong, algo que a él no le entusiasma nada, ni siquiera le gusta el hecho de ser príncipe, a sus veinticinco años él quisiera ser un hombre normal, sin la responsabilidad de prepararse para ser un rey prefecto como lo es su padre.

Físicamente es muy atractivo, su cabello rubio oscuro, ojos celestes, mandibula cuadrada y labios carnosos han hecho que la mayoría de mujeres jovenes en Esgrnong suspiren por él, pero para desgracia de esas chicas él no es alguien que le guste salir con cualquiera, en su vida solo ha tenido dos novias con las cuales terminó por querer aparentar ser unas chicas buenas y que lo querían, cuando en realidad son chicas superficiales que se acercaron a él por ser guapo y por ser el principe, es por eso que ya no ha querido tener una relación con nadie.

Tocan la puerta y al abrirla se encuentra con uno de los guardias, informándole que lo esperan en la sala de reuniones, Tristan asiente y sigue al guardia cerrando la puerta de su habitación tras él.

Al llegar saluda a su padre y a los cinco hombres ahí presentes tratando la manera de parecer lo más relajado posible, aunque por dentro esté demasiado nervioso.

- hijo, como todos en Esgrnong sabes de la existencia de los orbes de poder y lo que tu madre hizo para protegerlos y protegernos, - el rey hace una pequeña pausa y Tristan asiente pero no entiende el sentido de esa conversación y menos el hecho de que su padre lo saque a la luz, ya que es un tema que le causa mucho dolor a ambos. La madre de Tristan dió su vida para proteger los orbes y así mismo a Esgrnong.

Los orbes de poder, como lo dice su nombre, son orbes, similares a una roca pero con betas que irradian una luz de diferente color diferenciando a un orbe de otro, éstos poseen magia muy poderosa, con ellos puedes convertirte en un ser con demasiado poder, invencible sería la palabra correcta; es por eso que hace veinticuatro años un grupo de personas cegadas por la codicia y el deseo de poder intentaron robarlos.

Tienen una especie de mente propia, que al sentirse amenazados llamaron la atención del rey emanando un poder bastante fuerte, éste al darse cuenta mando a llamar a Aldair, uno de sus empleados en el castillo, él posee el poder de empatía; utilizando su poder, Aldair supo que los orbes estaban advirtiendo al rey de una amenaza que podría acabar con el universo, para evitarlo, cada orbe necesitaba de un guardian, una persona sin poder alguno, de buen corazon pero capaces de controlar los poderes que ellos les otorgarían.

Cada orbe buscaría a su guardian, pero el rey hizo caso omiso a las advertencia de los orbes y cuando el peligro se acercó ya era demasiado tarde. La reina en su ultimo intento por proteger a todos colocó un hechizo en los orbes, haciendo que las personas que los querían quedaran atrapadas en la prision de máxima seguridad de Esgrnong, pero esa era una magia muy poderosa que le costó la vida a la reina.

- bueno, los orbes otra vez han llamado mi atención, el peligro se acerca, esta vez no quiero cometer errores, - su voz se quiebra un poco con sus últimas palabras así que hace una pequeña pausa para respirar y evitar derrumbarse ante el consejo, - necesito que vayas en busca de los guardianes.

Esta era una noticia que Tristan no se esperaba, siempre supo la historia de los orbes ya que su padre nunca le ocultó la muerte de su madre, pero que esté pasando otra vez es muy grave.