Miedos

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Dicen que las cosas siempre pasan por alguna razón, pero Emma no entendía por qué todo esto le estaba pasando a ella, estaba totalmente confundida, ya no sabía muy bien en quién confiar en base a sus recuerdos.

Hace una semana habían iniciado de nuevo sus clases pero la mayor parte del tiempo pasaba distraída en sus pensamientos y es que no solo los recuerdos de las personas a su alrededor habían sido afectados, sino también los que tiene que ver con su carrera, habían momentos en los que no recordaba ciertas cosas que ya había aprendido, cuando eso pasaba solo quería salir corriendo de la universidad, y  lo hizo, un día estaba en un curso llamado "estructuras", el profesor anotó en el pizarrón unos ejercicios para calcular el punto de flexión de una columna pero en el momento en el que iba a empezar a resolverlo se le olvidó todo, para ella eran solo dibujitos, números y letras en la hoja en la que los había anotado, así que tomó sus cosas y fue directamente a su departamento en el que comenzó a llorar de la frustración que sentía.

Después de unas horas se levantó del sofá y fue directamente al baño para darse una ducha, al terminar se cambió y se trasladó a Esgrnong sin esperar a que Tristan llegara, pero se topó con él en un pasillo cerca de la sala mental.

-- en este momento iba a ir por ti.

-- bueno, ya no tendrás que molestarte, ya estoy aquí, -- pasó por su lado sin esperar su respuesta y entró a la sala, Tristan mas que molesto estaba frustrado, entró a la otra habitación y vió el entrenamiento al igual que el rey y Acfred.

Efectivamente Emma estaba mejorando, ya no se le agotaba la energía en el momento en el que los rayos salían pero aún no controlaba el que los pudiera detener para que no salieran sin control. Pero Tristan hace una semana se dió cuenta de que algo raro pasaba, antes Emma mostraba tristeza cuando estaba ahí adentro ahora solo mostraba... enojo.

Tampoco esperó a Tristan cuando terminó el entrenamiento y caminó sin rumbo por el castillo, observó cada detalle de éste pero como era muy grande llegó un momento en el que se perdió.

Afortunadamente encontró a un guardia rondando cerca, así que sin pensarlo dos veces se acercó a él, al estar lo suficientemente cerca pudo darse cuenta que era bastante joven, quizá un par de años mayor que ella, era muy guapo, castaño, alto y con un cuerpo atlético al igual que el de Tristan.

-- hola, disculpa que te moleste pero...

-- te perdiste, -- no fue una pregunta sino una afirmación que dijo con un toque de diversión en su voz y con una sonrisa.

-- he, si, ¿me ayudarías a llegar a uno de los jardines por favor?.

-- si claro, ¿a cual?.

-- en realidad eso no importa, solo quiero tomar aire fresco.

-- está bien, sigueme, -- caminaron por varios pasillos pero en poco tiempo llegaron a uno de los jardines.

-- muchas gracias.

-- de nada Emma.

-- ¿cómo sabes mi nombre?.

-- bueno, eres una de los guardianes, todos saben tu nombre.

-- si claro, lo olvidaba, soy una guardiana, -- dijo y bufó.

-- ¿pasa algo?, -- al chico le pareció raro que lo haya dicho de una forma rara, como si no quisiera serlo.

-- no, nada, he..., -- se detuvo al darse cuenta que no sabía su nombre.

-- Kalen, y no me parece que no suceda nada, ven, -- la dirigió hacia una de las bancas que ahí habían.
-- sé que literalmente nos acabamos de conocer pero si quieres hablar aquí estoy yo para escucharte.

Guardianes: Orbes de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora