Los cuatro hijos de villanos intercambiaron miradas apenas oyeron aquella propuesta.
— ¿Y qué ganamos nosotros con eso? ¿Y por qué tú quieres hacer eso? —La interrogó el chico de cabello largo, alzando una ceja.
—Ay, Jay, ¿fuiste criado por un visir que se convirtió en el hechicero y genio más poderoso de todo Agrabah o por un duende realmente inútil? —Se burló la joven de ojos azules. —Por diversión, obviamente.
—Jane, no nos mentimos entre nosotros. —Exclamó De Vil.
—Ok, está bien, se los diré: si lo secuestramos entonces me autoproclamaré como reina y restauraré toda la magia que me quitaron. —Explicó la descendiente del hada madrina, mientras jugaba con un mechón de su cabello. —Ustedes matarán al rey y todos seremos felices.
—Un momento, si alguien va a ser reina entonces esa seré yo, es decir yo nací para eso; la sangre real corre por mis venas. —Intervino la chica de cabello azul. —Pero me lo arrebataron todo: mi título, mi trono, mis derechos. —Gruñó, apretando los puños.
— ¡Evie Grimhilde, no seas tan egoísta! —La regañó la ojiverde, apretándole la mano con fuerza. —Nuestra amiga nos está ofreciendo un trato muy bueno.
—Todavía no entiendo tus motivos para hacer esto. —Dijo el chico de cabello blanco y negro.
—A ver, en las pijamadas se cuentan historias así que ¿quieren oír una? —Sugirió la mejor amiga de Lonnie, todos –a excepción del hijo de Jafar– asintieron con la cabeza. La chica de ojos azules chasqueó los dedos y entonces la luz de la habitación se apagó.
— ¿La de un hada insignificante que le robó el novio a un ladrón? —Cuestionó Jay, observándola con el semblante serio. Si las miradas mataran, Jane ya estaría a tres metros bajo tierra.
—No, otra mucho mejor. —Mencionó la chica de ojos azules antes de hacer aparecer una linterna con su magia y encenderla. —Hace unos años, Auradon era un reino mucho mejor: había magia por todas partes y mucha felicidad ya que todas las familias eran unidas hasta que el rey Bestia decidió que sería justo prohibir el uso de magia en el reino. Todos los seres mágicos y los mortales que disfrutaban de todo tipo de magia tuvieron que ceder, porque si no lo hacían entonces serían desterrados. Resulta que a cierta gente no le agradó esta regla y se marcharon, entre ellos mi padre. Nunca más volví a saber sobre él, desde entonces mi madre me obligó a ocultar mis alas y me ha prohibido usar mi magia, le hice caso... hasta que llegaron ustedes. Así que como esa Bestia me ha alejado de papá, nosotros haremos lo mismo con su hijo. —Dijo, chasqueó sus dedos para encender la luz de la habitación e hizo desaparecer la linterna con su magia.
— ¿Y cómo haremos para secuestrarlo cuando esté rodeado de tantos héroes, heroínas y sus insoportables descendientes? —Preguntó Evie, jugando con su cabello.
—No lo haremos el día de la familia, claro está, eso es demasiado arriesgado y sí nos atraparían. —Habló la descendiente de la directora de la escuela. —Primero ustedes tienen que acercarse a él.
— ¡Yo puedo hacerlo! —Se ofreció el pecoso, levantando la mano.
— ¡No! —Se opusieron Jane y el chico de cabello largo al mismo tiempo, ambos estaban celosos pero jamás lo admitirían en voz alta.
—Yo lo haría porque ya saben que mamá quiere que me consiga a un príncipe rico para que me compre mi propio castillo ¡y cientos de espejos! —Empezó la descendiente de Grimhilde, emocionándose al mencionar el castillo y los objetos que quería poseer, los ojos de Mal empezaron a brillar intensamente debido a los celos que sentía en ese preciso momento. —Pero no quiero involucrarme con el chico Bestia porque ¡ese príncipe llenaría todo mi vestuario de pelos y eso es asqueroso! Además de que a la única que quiero tener a mi lado es a mí hermosa e intimidante chica de cabello morado, porque la amo. —Añadió, entonces los ojos de la chica que se encontraba a su lado dejaron de brillar y unió sus labios con los de Evie.
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The Wand For The Crown
FanfictionEn Auradon, donde los pájaros cantan, donde los reyes y reinas gobiernan sus territorios y donde el sol siempre brilla; todos viven felices para siempre, ya que sus vidas son perfectas. O al menos, eso es lo que quieren que los demás crean. La vi...