Capítulo 7: «Declaraciones de amor y corazones rotos»

679 66 207
                                    

— ¡Queda un minuto de partido y los dos equipos están empatados! —Anunció el hombre que relataba el juego de Tourney.

  Todos los alumnos se encontraban en la tribuna, alentando a su equipo.

—Nunca voy a entender que es lo divertido de esto. —Mencionó la chica de cabello morado, negando con la cabeza.

—Poder ver que alguien le de su merecido a Chad. —Sugirió la princesa malvada, que se encontraba a su lado, disfrutando ver que el principito presumido estaba golpeado pero aún así seguía jugando.

—Nah, ni siquiera él vale la pena. Me está haciendo perder mi tiempo, ¿podemos irnos a nuestra habitación? —Cuestionó Mal, observando de reojo a su chica.

—Ay, no sean aguafiestas, es divertido ver cómo los chicos corren como animales detrás de esa pelota. —Intervino la descendiente del hada madrina, jugando con su cabello.

—Los caballeros de Auradon van a necesitar un milagro si quieren ganar, porque los halcones de Sherwood han jugado muy bien. —Dijo el hombre que relataba el partido.

—Jay, entra al campo y sálvalos. —Ordenó el entrenador, dirigiéndose hacia el chico de cabello largo que se encontraba en la banca de suplentes junto a su mejor amigo.

— ¡Claro que sí! —Accedió el ladrón, incorporándose velozmente. —Entrenador, el pecoso también quiere entrar a dar lo mejor de sí mismo y hacerlo sentir orgulloso, señor. —Añadió.

—No estoy seguro de que eso sea conveniente...—Musitó el hombre.

— ¡Fue recomendado por el futuro rey, eso significa que el chico tiene talento puro! Además usted dijo que un equipo está formado por muchas partes, ¡y él es como mi cerebro! —Insistió el hijo de Jafar.

—Está bien, entren al campo. —Exclamó el entrenador, volteó hacia el campo en donde estaban sus jugadores. — ¡Ustedes dos, salgan de ahí! —Sentenció, señalando a dos miembros del equipo, quienes inmediatamente se fueron a sentar en la banca.

—No te preocupes, yo te cubro la espalda. —Aseguró Jay, desordenando el cabello del menor de los descendientes de villanos. —Ve y corre como si un perro te estuviera persiguiendo.

—Me estás enviando a una muerte segura. —Se quejó De Vil, haciendo una mueca, antes de correr hacia el campo junto al mayor.

— ¡Han ingresado al campo el rebelde Jay de la Isla de los Perdidos y el pequeño Carlos que ni siquiera puede sostener bien el escudo! —Informó el hombre que relataba el partido.

 La multitud enloqueció, la hija de Maléfica cubrió sus oídos.

— ¡Sí! ¡Vamos, Jay, dale a esos idiotas su merecido! —Alzó la voz la mejor amiga de Jane, emocionada. — ¡Enséñales de donde vienes, bonito!

— ¡Oye, idiota! ¿¡Cómo te atreves a decirle al mismísimo descendiente de Cruella De Vil que es un debilucho!? ¡Repite eso y te las vas a ver conmigo, tarado! —Gritó la chica de ojos azules, apretando los puños al oír el comentario del hombre que relataba el partido.

— ¡Ja! Él si te importa. —Exclamó Lonnie, señalándola con una sonrisa.

—No, es solo otro chico insignificante en mi vida. —Se opuso la chica que había sido hechizada.

—Así se habla, ¡los novios no sirven de nada! —Dijo la ojiverde, orgullosa.

  El silbato sonó y el partido comenzó de nuevo.

 El descendiente de Jafar recibió la pelota para luego pasársela a Ben.

— ¡Eso es! ¡Que nadie se meta en tu camino! —Alzó la voz Jane, al ver como el chico de cabello blanco y negro bloqueaba a uno de sus oponentes para luego empezar a bailar en frente de él a modo de burla. —Wow, ese miedoso sí que sabe bailar.

The Wand For The CrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora