Park Jimin, fuera de ser una persona amable y amorosa, también resultaba ser bastante compasivo, por ello, aquella mañana cuando se dirigía a su salón de clases, no pudo evitar sus instintos de detenerse frente al niño que lloraba como sí le hubiesen desgarrado el alma.
Podía calcular a simple vista, por mera apariencia, que era de su misma edad o a lo mucho un año mayor. Eso le dio un poco de confianza, sí se hubiera visto mucho más grande no se habría acercado por temor. Sin embargo, el destino siempre hace de las suyas, que pasara por ahí cuando aquel niño lloraba era todo menos una casualidad.
Con cuidado y un poco de temblor llevó una de sus pequeñas y rellenitas manos hacia el hombro del pelinegro. Tratando de no tocar demasiado brusco para que no le doliese.
-¿Estás bien?- Preguntó un poco dudoso. A juzgar con su apariencia y el llanto que no cesaba, era obvio que no se encontraba bien, no del todo.
El pelinegro elevó su cabeza, mirando detenidamente el querubín que tenía gusto frente a él. Un chico de estatura baja, ojos cálidos, cabello dorado y unas mejillas adorables. Sí se hubieran conocido de otra manera, Seokjin habría tomado entre sus manos los dos mofletes para confirmar sí eran tan suaves como se veían.
Pero las cosas no se dieron así.
Seokjin no pudo articular palabra alguna por el miedo de hipar mientras hablaba y que el contrario no le entendiera, por ello solo negó con la cabeza. No iba a mentir, no estaba bien.
Eso fue lo único que necesitó Park Jimin para agacharse y tomar entre sus brazos el cuerpo indefenso del pelinegro. Transmitiéndole confianza a pesar de que apenas sí habían intercambiado palabras.
-Ya no llores- Dijo Jimin, llevando su pulgar hasta la mejilla de Seokjin, limpiando las lágrimas que caían de sus bellos ojos. - Yo estaré aquí para protegerte-
Kim Seokjin no estaba seguro de sí aquello era una promesa, y hasta ahora sigue sin saberlo. Sin embargo, a través de los años y las experiencias, se dio cuenta que Park Jimin no solo era una persona cariñosa y comprensiva, también era una persona de palabra, por eso no le sorprende estar ahora, una vez más, siendo consolado por su menor, quien amorosamente acaricia su cabello mientras canta en su oído.
La armoniosa voz de su mejor amigo era una de las cosas que más apreciaba en el universo. Porque el rubio no solo tenía la apariencia de un ángel, también tenía la voz. Incluso en ocasiones Seokjin no puede evitar preguntarse sí su mejor amigo en verdad es un ángel, uno que Dios le mandó cuando se dio cuenta de lo solo que estaba.
-¿Ya me vas a contar que es lo que sucedió?- Inquirió Jimin una vez que Seokjin parecía más relajado.
El pelinegro dudo un poco en responder, no era del tipo que ocultaba cosas a su mejor amigo, le tenía demasiada confianza incluso para decirle sí había asesinado a alguien, pero dada la magnitud de la situación, no sabía cómo reaccionaría Jimin. Había tenido la fortuna -o desgracia- de presenciar varias ocasiones en las que el rubio hizo frente a Jeon Jungkook, al principio exigiendo un respuesta por todos las burlas que le dedicaba, pero la última vez fue distinta.
Se dirigió al castaño empujándolo sin cuidado con ambas manos, haciéndolo retroceder unos cuantos pasos. Park Jimin no solía recurrir a la violencia pero tenía sus ciertas excepciones, y estaba claro que Jeon Jungkook no se iba a dejar intimidar por un chico mucho más bajo que él. De un segundo a otro ambos estaban sujetando con fuerza el cuello de la camisa contraria, mirándose dura y fríamente.
-La próxima vez quieras hacerle algo a Seokjin, piénsatelo dos veces, porque no voy a responder por mis acciones.- Amenazó Park Jimin con un deje de ira. Soltando al castaño para después marcharse sin esperar respuesta.
Era por eso que Jin se planteaba seriamente sí contarle o no. No quería que su menor se metiera en problemas.
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Club Anti Jungkook|| Kookjin
FanfictionQueda prohibido el paso a Jeon Jungkook de la clase "A". ♥︎ Kookjin ♥︎ Leve mención del Taejin