18.- Nada es para siempre Pt 2

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Jimin corría rápidamente por las frías calles de Seúl, con su celular en mano y girando cada que su móvil le indicaba hacerlo, sintiendo el viento chocar repetidas veces contra su rostro.

Estaba tan agitado que su respiración era irregular, su corazón bombardeaba con demasiada intensidad que podría perforar sus pulmones, y a pesar de ello no mostrada señales de querer detenerse a descansar, como sí el tiempo valiera oro en aquella situación, aunque tal vez así lo era.

Lo presentía, aquello era realmente importante que los diamantes a su lado lucían como simple arena y el oro parecía tierra, es por eso que sí bien, al principio cuando recibió el mensaje el texto lo sacó de onda, cosa que no era para menos. ¿Porqué Kim Taehyung le hablaba a las dos de la mañana?

Velozmente escribió una respuesta y pulsó a enviar. No se tomó la molestia de cerrar el chat y revisar su Instagram o Facebook, como antes estaba haciendo, sabía que no tardaría demasiado en recibir un mensaje. No se equivocó.

Taehyung

Te necesito. De hecho... solo necesito a alguien.
2:07 a.m

Leyó el texto —y como sí hubiesen pulsado un botón en su interior— aventó las cobijas a un lado, se levantó de la cama, se colocó sus zapatos y con cuidado de no hacer ruido alguno, salió de casa.

Comenzó a correr, tecleando la dirección del peliplata en el buscador, ya había tenido el privilegio de visitar la casa de Taehyung sin embargo, Jimin no era precisamente bueno recordando caminos.

Por ello se encontraba corriendo a mitad de la madrugada, sin importar que en cualquier momento algún pandillero pudiera salir de entre la oscuridad para robarle sus pertenencias. No obstante, no existía manera de que diera marcha atrás.

Conocía esa sensación de estar solo, de estar cayendo en pedazos y necesitar de todo mundo, pero Jimin no era tan valiente como Taehyung, él jamás podría admitirlo en voz alta.

Giró hacia la derecha y solo ahí bajó la velocidad de sus pasos, visualizando con la poca luz que proporcionaban las farolas la residencia Kim. Toda la casa se encontraba en penumbras, seguro de que solo habían unas pequeñas lámparas iluminando el lugar.

Cerró el buscador y se dirigió hasta el chat del peliplata, escribiéndole tan rápido como sus dedos le permitían que ya se encontraba ahí, maldiciendo en voz baja por no haber cogido un suéter antes de salir. La noche era fría y lamentablemente empezó a sentirlo hasta que su cuerpo dejó de entrar en calor por el esfuerzo.

No tuvo que esperar mucho afuera porque en menos de lo que pensaba la puerta se abrió, dejando ver tras de ella a Kim Taehyung, con una imagen que nunca podría olvidar.

Su ropa era simple, nada que valiera la pena resaltar, pero su cabello era un desastre total y había perdido ese característico brillo en sus ojos, sus labios estaban resecos haciendo contraste con sus mejillas mojadas.

-Adelante.- Musitó Taehyung, abriéndose paso por el pasillo para que Jimin pudiera seguirlo.

Todo estaba tan silencioso que cuando subieron las escaleras se podía oír perfectamente el crujir de cada escalón, el más bajito podía casi jurar que —además de ellos— la casa estaba vacía. Y no se equivocaba.

El peliplata abrió la puerta de lo que Jimin suponía era su alcoba, caminó hasta su cama y se dejó caer en ella como sí de una pluma se tratara, quedando inmóvil sobre el colchón, ni siquiera se tomó la molestia de acobijarse, solamente se quedó viendo al techo y si no fuera por sus ojos parpadeantes el menor no hubiera desechado la idea que podía estar muerto.

El pelirrubio se permitió admirar un poco la habitación contraria, pasando su vista por cada mueble que tenía, sin embargo, no encontró nada inusual. Todo era normal, no tenía calendarios, pósters, objetos decorativos, ni libros. Lo único que valía la pena mencionar era un fotografía. Sobre un buró color marrón yacía una foto en la se podía apreciar a un Taehyung de —posiblemente— doce años, y a Jeon Jungkook de la misma edad, sonriéndose el uno a otro, como si no notaran la presencia de la cámara, Jungkook traía entre sus manos un peluche rosado. Jimin sonrió con ironía.

-Fue un regalo mío para Jungkook, tal vez no lo recuerdes pero se lo dí cuando sacó el promedio más alto en el concurso nacional de literatura.- Habló el peliplata, rompiendo la burbuja en la que Jimin se había sumergido.

-¿Para qué me invitaste?.-

-Yo no te pedí que vinieras.- Respondió inmediatamente. - Te dije que te necesitaba, tú decidiste venir corriendo en medio de la noche hasta aquí.-

-Cierto.- Contestó dándole la razón, acercándose lentamente hacia la cama para sentarse en la esquina, mirando al mayor quien ya no estaba acostado, ahora se encontraba en posición de lotto, sosteniendo una almohada entre sus piernas.

-Gracias por venir, no tenías que hacerlo.- Agachó su cabeza, sintiéndose apenado por orillar a su compañero a cometer tales actos.

Sin embargo, Jimin lo notó enseguida, posando su mano en el hombro de Taehyung. -Vine porque quería hacerlo, así que ya estoy aquí, puedes correrme de tu casa y me marcharé sin ningún problema, o bien, puedes desahogarte conmigo y me quedaré a escuchar cada palabra que salga de su boca.-

Por tercera ocasión consecutiva las lágrimas se acumularon en los hermosos orbes del peliplata, no perdiendo mucho tiempo en salir como si se tratara de un grifo abierto, cayendo como cascada por sus mejillas, y a pesar de eso, a pesar de que una vez más estaba llorando las lágrimas se sentían distintas, fluían sin esa tristeza que últimamente habían adoptado, era liberadoras. Lo estaban desprendiendo de enorme peso y sufrimiento.

Llevó sus manos hasta su boca, cubriéndola para acallar sus sollozos. Sin embargo, Jimin no se quedaría ahí de brazos cruzados, lo atrajo hasta su pecho y dejó que todo saliera de su interior, que todos escucharan su dolor, sus gritos y lamentos, que los oyeran claramente porque bajo su palabra prometía que esa era la última vez que alguien lo dañaba.

- Lo dejé.- Pronunció con dificultad. -D-dejé que fuera feliz con otro.-

-Fue lo mejor Tae.- Acarició con parsimonia su cabello, enterrando sus dedos entre las suaves hebras. - Yo sé que te va a doler, el principio siempre es complicado. Pero no dolerá para siempre, te lo prometo.-

-¿y sí te equivocas?-

-Entonces me quedaré sufriendo a tu lado.-



Este es el último capítulo donde Tae llora, así es

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Este es el último capítulo donde Tae llora, así es. Al principio no tenía planeado esto, quería dejarlo a la idea de que con el tiempo lo superaría, pero todo siempre es mejor en compañía y el vmin es mi friendship fav.

Además Tae es mi personaje favorito, no podía dejarlo así.

En serio, siento mucho no haber actualizado en este ni los otros fics, casi no tuve tiempo para nada. Pero en los otros fics deben esperarme un poco porque quiero terminar este bien (o bueno... mínimo de forma decente)

Los amo y perdón otra vez.

Espero les haya gustado.
Gracias por leer ♥︎




Goldenshook

Club Anti Jungkook|| KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora