11.- Un viaje al pasado

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Maratón 2/?



Jungkook estaba sufriendo una de sus peores resacas. Sin embargo, más insoportable que el dolor en su cabeza que parecía apunto de explotar, era la verdad.

Esa que había estado ignorando.
Jungkook lo sabía. Demonios, el estaba completamente seguro de eso desde el principio. Nunca debió besar a Kim Seokjin.

Desde el inicio estuvo consiente de que era un error, que se dejó llevar por su lado inconsciente que ansiaba besar los esponjosos labios del pelinegro, y aunque no negaría que el contacto fue satisfactorio, embelesador, e hipnotizante, es por ello mismo que desde ahí todo estaba mal.

Desde ese instante lo correcto habría sido romper cualquier lazo que lo uniera al pelinegro, cambiarse de escuela, estado y país sí era posible. Pero no lo hizo, se dejó arrastrar hasta las redes de Kim Seokjin, donde posiblemente no tendría oportunidad de escapar.

Jungkook lo sabía. Sabía que los labios de Seokjin era mágicos, con una especie de fuerza atrayente que te incitaba a probarlos más de una vez, a fundirte en su sabor, a penderte entre ellos. Probarlos una vez era un error, dos una tragedia y tres... Tres era letal.

Porque Jeon Jungkook supo desde el primer momento que sí seguía de esa manera con quien solía ser su contrincante, acabaría volviéndose adictos a sus besos. Y no podía estar más en lo cierto.

Estaba acabado. Era un completo Knock out en todo su esplendor. Porque ni siquiera había dado una batalla, no levantó ni una mano y recibió el golpe como si nada.
Jeon se había hundido solo.

Sin embargo, esa no era la peor parte.

Después de separar sus labios, inevitablemente sus ojos se posaron en los de Seokjin, se encontraban brillosos, como el cielo nocturno adornado por estrellas, sus belfos estaban ligeramente más rojos e hinchados. Su respiración errática hacía subir y bajar su pecho. Logrando que Jungkook se perdiera en tan maravillosa obra de arte.

Pero lo que vino a continuación fue peor, cómo vivir una pesadilla en la vida real, en carne propia y completamente indefenso. A la espera de que pase lo que deba de pasar.

Seokjin sonrió inconscientemente, cerrando sus ojos y escondiendo su cabeza en el pecho del castaño, aspirando la exquisita fragancia, seguramente costosa de Jungkook, con un olor suave pero varonil.

-Me gustas mucho, Jungkookie.-

Jeon pudo sentir en ese momento como su alma caía hasta sus pies, como su estomago se contraía. Sentía el carmesí adornando sus mejillas y pronto se quedó sin habla. Con las palabras atoradas en su garganta, pero con ese sentimiento que aseguraba haberlo tenido antes, sin embargo, no recordaba donde y sigue sin hacerlo.

Lo más sensato que pudo hacer después de tal confesión, era dejarla pasar. Jin no estaba en sus cinco sentidos, jamás diría algo así estando sobrio, y por mucho que la frase "los borrachos y los niños siempre dicen la verdad" resonaba en su cabeza, no podía creerlo. No cuando a sus seis años le dijo feo a Seokjin y eso era una descarada mentira.

Por ello solamente optó por decirle que lo llevaría a casa. Y así lo hizo, su madre quien ya tenía el gusto de conocerlo le agradeció el gesto, el le dedicó una reverencia y se limitó a responder un "no agradezca, lo hice por gusto", después se marchó a la comodidad de su hogar. Dejándose caer sobre la cama, pensando en todo y nada a la vez.

¿Cuándo fue que Seokjin se convirtió en el dueño de su vida? ¿Cuándo comenzó a sentirse de esa manera? Pero sobre todo ¿Porqué no puede dejar de pensar en él?








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