[N/A: Andrew en multimedia]
Varios días habían pasado desde la pelea de Aaron y todo siguió normal, aunque había un montón de personas hablando sobre lo sucedido y a mis oídos llegaron conversaciones donde nos nombraban a él y a mí como los reyes de las peleas, lo cual me pareció absurdo ya que yo solo había peleado una vez, pero según Daisy me gané el nombre por el impacto que tuvo la pelea en la institución, ya que terminó con una chica con puntos en la cabeza y la policía involucrada, al parecer aquí a la gente le gustaba cotillear. También he conocido más personas que me han parecido muy agradables de tratar, entre esos Andrew, quien me ha sorprendido completamente con su personalidad.
Estaba caminando hacia mi clase de filosofía cuando vi a Aaron en la esquina del pasillo, estaba arrinconando a una chica de cabello ondulado negro y tez oscura, tenía aspecto latino, pero con menos curvas -debo decir-, de un momento a otro él se encontraba devorándole la boca por lo que miré hacia otro lado para no sentirme como una intrusa, seguí mi camino de largo y entré al aula, al llegar busqué un asiento vacío y me senté.
—Fea —escuché y giré a ver quién me había llamado, sonreí cuando vi que era Andrew.
—No sabía que estabas en esta clase, pensé que todas las compartías con tu grupo de amigos raros —comenté, Andrew era de esas personas con las que tomabas confianza rápidamente.
—La única rara aquí eres tú, no ellos —dijo en defensa de sus amigos y lo golpee— Auch, ¿qué te pasa?
—Me llamaste rara.
—Tú lo hiciste primero con mis chicos.
—Eso sonó tan gay.
—Buenos días chicos —saludó el profesor interrumpiendo nuestra charla— Bien, la clase de hoy se tratará de las virtudes de las que habla Platón, me imagino que a esta altura ya saben todo acerca del tema.
—No, en realidad —murmuró en voz baja Andrew y suprimí una risa que amenazó con salir.
—¿Enserio no sabes? —pregunté incrédula con un deje de burla.
—¿Qué? siempre me ha aburrido filosofía —respondió a lo que yo solo negué con la cabeza.
—Andrew y compañía, ¿tienen algo que aportar? —preguntó el maestro, debo decir que era el profesor que me caía mejor de aquí, tenía aproximadamente unos treinta y cinco años, no le ponía más.
—No, aquí todo bien —respondió Andrew y yo solté una risita.
—Bien, como aquí mi amigo Andrew no tiene nada que aportar les voy a hacer un par de preguntas ¿para ustedes que tan importante es la templanza? ¿están de acuerdo con que debemos moderar los deseos carnales y poner la fuerza de voluntad sobre los instintos?
A decir verdad, era una pregunta bastante interesante la que hacía el maestro ¿debemos poner la fuerza de voluntad sobre los instintos? según la sociedad la respuesta era si, pero ¿era eso lo que hacíamos en verdad las personas? ¿actuábamos simplemente según la razón? la mayoría no, por mucho que hablamos de las virtudes y decimos que hay que actuar razonablemente, la realidad era otra, porque sí fuera así la mayoría de personas no fumaran, ni se drogaran, ni hiciera nada que afecte su bienestar o el de los demás, siempre terminamos dejándonos llevar por los deseos carnales— Yo digo que no —opinó Andrew.
—Cuéntanos por qué no Andrew —respondió el profesor.
—Porque no hay nada mejor que el placer que te da hacer las cosas que deseas, sí te dejas llevar por la razón, también dejas de vivir el momento y eso no es algo muy bueno a mí opinión.
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Destrucción Deliberada
Teen FictionEl es un genio, sabe como voltear la peor de la situación a su favor, sabe que hacer para hacerte sentir bien y por si fuera poco; su arte le da vida a las cosas más mundanas y los destaca de los demás, su pasión por las cosas que quiere, te hace ad...