El es un genio, sabe como voltear la peor de la situación a su favor, sabe que hacer para hacerte sentir bien y por si fuera poco; su arte le da vida a las cosas más mundanas y los destaca de los demás, su pasión por las cosas que quiere, te hace ad...
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No puedo creer que me haya dejado seducir por los encantos de Aaron, mientras camino hacia la entrada de los baños femeninos pienso en la locura que estoy a punto de cometer, pero es que sólo de imaginarlo siento un nudo apretarse en la parte baja de mi estomago que me produce la anticipación, estas sensaciones son nuevas en mí y no sé muy bien cómo reaccionar a ellas.
Al entrar en el baño veo mi reflejo a través del espejo, mi rostro está sonrojado y trato de respirar hondo para alejar esa ola de calor que me embarga, sin embargo sucede todo lo contrario; mi corazón se salta un latido para empezar a correr como loco en cuanto veo el reflejo de Aaron en el espejo, está entrando y cierra la puerta con seguro, el nudo en mi estomago se aprieta más y el aire se me escapa, sus ojos oscuros brillan con una fiereza que me hace sentir como si yo fuera su presa, aquella con la que estaba dispuesto a saciar sus deseos más carnales. Trago saliva ante ese pensamiento, porque yo sería de esas presas disputas a ceder ante él y darle todo eso que quiera de mí.
—No creo que sea buena idea...
—Shh —susurra al llegar hasta mi. Sus manos se posan a cada lado de mis costados sobre el mesón, encerrándome en su cuerpo. No tardo en sentir sus labios en mi cuello haciéndome suspirar, todavía estoy de espaldas a él, mirando nuestras siluetas en el espejo. Siento sus manos moverse hasta posarse en mi abdomen y comenzar a acariciarlo, mientras sus labios reparten besos húmedos por todo mi cuello y hombros, la excitación se apodera de todo mi cuerpo y no puedo hacer más que gemir— Me vuelves loco —murmura con la voz enronquecida.
—No deberíamos estar aquí —logro decir entre suspiros.
—Pues yo creo que no deberíamos estar en otro lugar, o mejor si; en mi cama —mientras dice esto posa sus manos en mis senos y mi cuerpo se estremece en deseo, es increíble que lo sienta de esta manera aun con la ropa encima. Ante sus caricias mi espalda se arquea y pego mi trasero a su cuerpo, él suelta una maldición y toma mis caderas para girarme sobre mi eje y luego alzarme hasta que quedo sentada en la barra de los lavamanos, abro las piernas para que se sitúe entre ellas y mis manos van a sus hombros. Me pega a él y siento su erección presionar mi zona sensible, lo tomo del cuello y lo jalo hasta que su boca queda a centímetros de la mía, sin más preámbulos lo beso como nunca pensé llegar a besar a alguien, con tanto deseo que mi cuerpo tiembla. Comienza a frotarse suavemente contra mi, moviéndose de una manera que me empezaba a volver loca.
—Aaron —pido en un quejido, siento sus labios sonreír contra los míos.
—Todo tuyo, Angel —dice y saca un sobre con un condón de su bolsillo. Se desabrocha el cinturón a velocidad récord y baja sus pantalones hasta sus muslos, su erección salta gustosa al ser liberada y el fuego en mi interior crece. Sus manos suben por mis muslos hasta alcanzar la cinturilla de mis pantis, alzo mis caderas apoyando mis manos en su cuello y las baja de un tirón hasta mis tobillos para después sacarlas sobre mis tacones, las pone a un lado y luego va por mi vestido, pienso en lo arrugado que va a quedar en el momento en que lo sube hasta mi cintura, siento su miembro en mi entrada y todo pensamiento de mi cabeza se va a la basura. Me besa apasionadamente mientras lo siento entrar con lentitud en mi interior, sé que se está controlando para no hacerme daño y el gesto hace a mi corazón emocionarse.