Capítulo 14

87 8 0
                                    

—¿Por qué esa cara? —pregunta Andrew sentándose a mi lado, el profesor había informado que tenía una cita medica antes de la clase por lo que iba a llegar quince minutos tarde y por si fuera poco; Daisy no vino porque estaba enferma.


—Estoy teniendo un gran problema por entender matemáticas, creo que perderé el examen que viene —respondo. No era una estudiante estrella, más bien era esa promedio que aveces le iba mal por dejarse llevar de la flojera, aún así quería mantener mis notas de este año decentes, pues sería el ultimo y en el que tendría que luchar porque alguna universidad me aceptara.


 —Entonces deberías hacerte con Aaron, el maldito es inteligente —propuso con una mirada picara. Ay Dios, por cosas así es que no me imaginaría a Andrew como mi admirador secreto nunca en la vida. Le doy una mirada recelosa antes de mirar por el rabillo del ojo hacía el puesto de Aaron, está recostado en su silla tecleando algo en el celular.


—¿Tú crees que quiera ayudarme? —digo dándome por vencida y dejando el orgullo absurdo a un lado.


—Estoy seguro de que si —me da una mirada divertida. Claro, como él no tiene que pedirle un favor a don perfecto intimidante. Lo miro de nuevo, pero esta vez de forma menos disimulada, como diciéndole telepáticamente que me mire y al parecer funciona porque alza la mirada y me mira, una sonrisa engreída aparece en sus labios y no sé si quiero pegarle o arrojarme encima y violarlo. Diablos, hormonas.   


—Si, esto va a ser difícil para mí —digo soltando un suspiro.


—Suerte, campeona —dice Andrew palmeando mi espalda y me encamino hacía Aaron que, cuando me ve llegar a su puesto, enarca una ceja.


—¿Ya estás loquita por mí? aún no empleo mis métodos de seducción.


—Ja. Ja. Ja. Muy gracioso, ya quisieras —digo rodando los ojos y me recuerdo porque vine hasta su puesto— Aaron... —comienzo pero me detengo. No pude continuar, por alguna extraña razón me apenaba pedirle un favor y creo que se debe a su estúpido ego, que hace que mi estúpido orgullo se active. 


—¿Si...? —me animó a seguir, ahora su sonrisa ocupaba toda su cara y oh, ¿cómo no me había dado cuenta antes de sus leves hoyuelos? Claro, destino, échame más en cara su perfección. Sacudí mi cabeza apartando esos pensamientos, hoy me levanté más loca y quejica de lo normal, culpen a la menstruación.


—¿Podrías... puedes hacerme el favor de ayudarme con los últimos temas de matemáticas? —pido al final, siento el calor subir a mi rostro y no me puedo creer que me esté sonrojando por esto. Mi mirada se encuentra con la suya y veo una mezcla entre sorpresa, diversión y satisfacción en sus iris oscuros, eso hace  que me sienta como sí me estuviera auto-humillando ante don ególatra, tal vez suena algo exagerado, pero así es como me siento y todo porque no puedo pedir un favor sin sonrojarme, mi orgullo me está dando cachetadas en estos momentos.  


—No me digas que eres la típica rubia por excelencia, esperaba más de ti Ángel —oh... enserio no dijo eso, su tono burlón hace que me cabree más.


—Vete a la mierda, no necesito tu ayuda, se la pediré a otro —dije aunque no conocía a muchas personas de la clase, giré dispuesta a irme pero su mano encerró mi muñeca y me atrajo hacia él, dejándome a pocos centímetros de su cara.

Destrucción DeliberadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora