Capítulo II

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Me desperté con el sonido de la alarma, que marcaba las 5:30.

Me di una ducha rápida y encargué unos muebles por internet.  Comprobé que todo estaba correcto con mi inscripción y miré como estaba mi situación en Nueva York.

Antes de marcharme dejé unos chips en los ordenadores de la central y camuflé las cámaras de mi piso allí.

Revisé todo y vi como mi madre registraba todo mi apartamento con su equipo. Comprobé que aún no tenían una pista concreta de donde estaba gracias a los señuelos que utilicé antes de irme, y su pista más fiable era que estaba por España en estos momentos.

Cuando dieron las 8 bajé a comprarme un café vestida con una chaqueta negra, vaqueros y peluca.  Fui al supermercado y hice mi primera compra aquí, que no fue muy abundante. Volví al departamento hice mis ejercicios diarios. No estaba muy segura de poder afrontar el entrenamiento militar.

Mi estado físico no era malo, pero a mi me habían especializado en el combate cuerpo a cuerpo, y el espionaje. Además que las armas que ellos utilizaban yo nos que las hubiera usado mucho. Como agente te podría robar lo que quieras sólo con una pistola sin que me descubrieran o como mucho utilizar un franco con destreza, pero los fusiles no es que me llamarán la atención.

Otro punto en contra era la fuerza, si planeaba meterme con los hombres se notaría mucho la diferencia, pero esperaba que con técnicas de combate pudiera compensarlo.

Suspiré

Me parecía una misión difícil en cuanto a infiltrarme y conseguí mantener el perfil , pero no podía quedarme con la duda en el interior. Cada vez que intentaba recordar mi pasado con mi padre acababa mareada, era casi todo blanco hasta el día que se marchó y eso me inquietaba. Necesitaba averiguar que era la operación "Tartaros" y que pasó para que mi padre se fuera de casa abandonando a su familia.

Debía de ser rápida. Entrar, meterme en los archivos para conseguir una moneda de cambio, identificar a mi padre, y conseguir que me aclarara las dudas.

Podría ir a preguntarle directamente, pero presentía que en cuanto me viera aparecer se cerraría a mi y me mandaría con mi madre. Lo cual no me parecía una opción viable, no después de de hacer cancelar una misión de rango 2.

Una vez terminé de entrenar por mi cuenta me puse ropa deportiva para salir a correr hasta la hora de comer, volví a recorrer los alrededores de la base pero al ser domingo la mayoría debía estar con sus familias. Vi al pelinegro del otro día con un chico de pelo blanco y paliducho. Seguí corriendo y pasé al centro de las chicas, la base era exageradamente grande y estaba segura de que en algún momento me tocaría dar la vuelta para volver, no podría rodearla.

A diferencia de los chicos, las mujeres que se veían estaban entrenando en el día de descanso guiadas por una pelirroja imponente.

A los 20 minutos di media vuelta y aumenté el ritmo de vuelta a mi piso, me di otra ducha y comí tranquilamente la comida precocinada que había comprado en el super.

El día se paso lento mientras esperaba la confirmación para entrar mañana, la cual no llegó hasta las 18:00. Preparé todo lo necesario y deje los dispositivos para que siguieran trabajando hasta mi llegada. Si todo iba bien podría salir en una semana.

Solo una semana.

Mi reloj volvió a sonar al día siguiente a las 5:30, me duché y vende mis senos hasta estar completamente plana.
Mi pelo se acomodó  en un moño y  como pude coloqué una peluca corta rubia.
Me equipé con una chaqueta ancha y unos pantalones holgados y salí al recinto.

La pelirroja del otro día y un chico de pelo azul estaban en la entrada vigilando. Enseñe un papel con la identificación para entrar y el peliazul me guió por dentro hasta una oficina.

INFILTRADA(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora