Capítulo III

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Después de soportar el griterío del Sargento Natsu y el maldito entrenamiento militar, a las 8:00 nos dieron la orden de retirarnos. Caminé lentamente hasta nuestro edificio para que las duchas se quedaran lo mas vacías posibles. 

Gracias a Dios, los baños del edificio estaban separados por pequeñas cabinas de duchas, en la que me podría cambiar sin riesgo.

Salí de la ducha ya cambiada y de camino a la habitación vi algún "amiguito" que otro, fue un momento bastante incómodo.

- Oye conejo- Me llamó una voz. Me giré con el cejo fruncido hacia mi compañero de las pruebas.

- Soy Lucky- Respondí girando los ojos.

- Pero eres tan blanquito como uno, así que, qué más da- Le quitó importancia.- ¿Te vienes con nosotros al comedor?- Me preguntó, yo asentí.

Nos dirigimos allí y nos sentamos en una mesa acompañados del Cabo Fullbuster, y tres chicos más.

- Hola hielitos- Saludó Gajeel una vez llegamos.- Y compañía- miró con un poco de asco a los demás integrantes del grupo.

-Tan agradable como siempre-Rodó los ojos el otro pelinegro. Su compañero rubio le pegó un codazo.

-¿Tu eres el nuevo cadete no?- Me preguntó el rubio. Yo asentí- Soy Sting,- Se presentó.- Y ellos son mi hermano Rouge- Señaló con la cabeza al pelinegro que había hablado.- Y Lyon.

- Soy Lucky- Me presenté.

-¿Vienes de la academia Edolas, no?- Me preguntó Gray. Yo asentí.- Parece que le has caído bien a Dragneel.- Se rió el desgraciado, yo hice una mueca en respuesta. Nunca una persona había producido en mi tanta impotencia.

Después de eso un silencio reinó en la mesa mientras cenábamos. 

-Como se nota que falta Natsu- Le oí decir a Lyon por lo bajo mientras hablaba con Gray. La puerta del comedor se abrió y no le presté mucha importancia, hasta que me di cuenta del codazo que le dio Sting a Rouge, y como Gajeel se tensaba a mi lado.

Por la puerta habían entrado dos chicas, una bajita peliazul que a mi parecer era muy mona, y una chica peliblanca con el pelo muy corto.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       - ¿Todo bien?- Le pregunté a Gajeel viendo como la peliazul se fijaba en nuestra mesa y giraba su cabeza enfadada. Cuanta tensión en un momento.

-Si.-Gruñó Gajeel a mi lado, mirando con odio a Rouge.

La cena transcurrió sin muchas palabras más. Después de haber saciado mi apetito, que no era poco, me disculpé y salí rumbo a la habitación. Cuando entré, la habitación estaba vacía, así que rápidamente me dirigí a mi bolsa y saqué unos micros para  camuflarlos por la base, puesto que nunca se sabe si se puede sacar información, e incluso podría venderla si consigo algo interesante.

Con los micros en el bolsillo caminé por toda la base intentando disimular lo más posible. Me colé en las oficinas del general Dreyar y coloqué el último micro que me quedaba. Una vez todo listo, salí del despacho y volví hacía el cuarto cuando choqué contra algo, o mejor dicho alguien.

-Auch-Murmuré sobándome la cabeza. Cuando miré hacía arriba, unos ojos verdes .

Deja vu

-Mira por donde vas soldado- Gruñó el examinándome. Por un momento temí que me descubriera, pero negó con la cabeza y volvió a su gesto serio de siempre.- Márchese a su dormitorio.

-Si señor- Respondí automáticamente y empecé a caminar fuera del pasillo. 

-Espere un momento- Su voz gruesa hizo que me paralizara enseguida.- ¿Qué hacía en esta parte?, este sector esta prohibido sin autorización.- Su ceño se frunció, no se si era su intensa mirada o el simple hecho que causaba en mi estar cerca de ese hombre, pero no pude contestar. - ¡LE HE HECHO UNA PREGUNTA!- Gritó acercándose a mí, mi cuerpo se estremeció sin poder evitarlo.

-Y-yo, no sabía que este sector estaba prohibido señor. Estaba intentando aprenderme la ubicación de la base pero me perdí.- Conteste a duras penas, no podía apartar la mirada de sus ojos, me provocaban una extraña sensación de familiaridad y rechazo.

- No se que disciplina le enseñarían en su anterior academia soldado, pero espero que no sea un soldado desobediente, ¡Como me entere de alguna incidencia suya, yo mismo me encargaré de su castigo!¿¡ENTENDIDO!?- Gritó, yo me encogí sobre mi misma, la autoridad que desprendía su voz era imponente.

- ¡S-Si señor!- Contesté, me hizo un gesto con la cabeza y yo lo aproveché para salir de ahí.


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