Capítulo 45

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"Ellos no pueden destruirnos"

Oscuridad. Oscuridad es todo lo que veo en un principio, luego la tenue luz alumbra una parte de la sala principal de mi casa.
No se como llegue hasta aquí, hace tan solo unos segundos estaba en mi habitación.
Parpadeo con confusión y camino hasta el espejo. Tengo un aspecto terrible, mi cabello está hecho una maraña, mis ojos hinchados por llorar demasiado y mi rostro está magullado, por no hablar del corte que tengo en la mejilla del cual aún brota sangre y de todos los moretones que tengo en los brazos. No tengo idea de qué ocurrió.

Cuando me doy la vuelta me encuentro con Justin, quien corre preocupado hasta mi, me toma por los hombros y me examina, observo como sus labios se mueven tratando de decirme algo pero realmente no puedo escucharlo. De pronto alguien lo separa bruscamente de mi y lo tira al suelo, lanzo un grito ensordecedor al observar al hombre golpearlo una y otra vez, sin cansancio hasta que lo deja inconsciente.
Luego su vista se entorna en mi y comienza a acercarse con una sonrisa maliciosa, solo atino a dar pasos hacia atrás y cuando estoy apunto de chocar con la pared, hecho a correr pero no llego muy lejos ya que tiran de mi cabello para después arrastrarme por el salón.

—Pobre chico bonito, realmente creía que podía enamorarse.—se mofa de Justin que aún yace en el suelo.— Se olvido de una de las 3 reglas; ellos dañan a quienes amas.

El hombre se cierne sobre mi, envuelve mi cuello con su manos y comienza aplicar presión en el, dificultándome el paso del oxígeno, pataleo e intento quitármelo de encima pero es inútil, tiene mucha más fuerza que yo.

—S-suéltame.—murmuro débilmente, sin poder respirar.

—Nadie puede ayudarte, Ariana.

Presiona con más fuerza, mi vista comienza a nublarse y a los pocos segundos todo se oscurece.

Despierto sobresaltada, con el corazón latiendo desbocado y la respiración entrecortada.
Todo está bien... yo estoy bien. Solo es una pesadilla.

Alcanzó mi teléfono que está en la mesita de noche y compruebo la hora, 4 am. A lo mucho tengo solo dos hora más de sueño antes de que deba levantarme pero me veo incapaz de conciliar el sueño.
Llevo un par de días teniendo la misma pesadilla y estoy segura que se debe a lo que ha pasado últimamente. Después del extraño encuentro con el hombre que trabaja para Ms. Gg pude darme cuenta que me vigilaba, aún lo hace. Al principio creía que eran mi imaginación, pero ayer me siguió al terminar mis clases y alcancé a verle el rostro.
Probablemente lo hace por órdenes de su jefa.
No me sentiré segura hasta decírselo a Justin.

Salgo apresurada de mi casa aún guardando mis cosas en el bolso, espero impaciente a Stella quien ya está algunos minutos atrasada. Mientras observo hacia los lados en su búsqueda me percato del mismo auto que había visto los días anteriores, estacionado a unas pocas cuadras de mi casa. Se que es él.
No sé si es un idiota al creer que no puedo   darme cuenta o simplemente quiere que repare en su presencia.

[...]

La mañana fue común, compartí unas clases con Stella y al término de estas almorzamos, aunque con mi mente en otra parte no puse atención en ella o en las otras clases.
Para la ultima hora ya no puedo soportar la ansiedad que esto me genera, así que en medio de la clase de filosofía me excuso para ir al baño, al obtener un si por respuesta salgo rápidamente y me desvío al salón de clases de Justin.

—Buenas tardes profesor.—le sonrío amablemente.— Con su permiso, el director quiere ver a uno de sus alumnos, a Bieber. —agrego más tarde.

Todas las cabezas se giran hacia mi, incluyendo Justin que observa la escena con diversión.

—¿Para que lo necesita? —pregunta sin convicción.

—Me parece que quiere charlar acerca de una materia.—respondo con mi mejor cara de inocencia—. Si tiene algún inconveniente puedo hablarle al director para que venga y se lo comente personalmente.

—No hace falta.—dice con rapidez, luego se dirige a Justin.— Señor Bieber puede salir.

Él se levanta y hace su camino galante hacia mi, detrás de todos los cuchicheos de las personas.

—¿Así que el director quiere verme?—pregunta con una ceja elevada.

—No, solo lo invente. Acompáñame.—tomo su mano y lo conduzco hasta el armario del conserje.

Miro hacia ambos lados antes de entrar en el pequeño y oscuro cuartito.

—Sacarme de clases así es bastante sexy.—murmura con voz ronca.

Suspiro con pesadez.

—Tenemos que hablar.

Él se aparta con desconcierto.

—Es algo serio. ¿Qué ocurre?

—El hombre que se presentó en tu casa, bueno, creo que él... estoy segura de que me vigila.—respondo angustiada.

—¿Cómo? ¿Hablas de John? —asiento y el frunce el ceño.— ¿Estás segura que te vigilan?

—Totalmente. Hace días que me sigue a todas partes.—digo con seguridad—. No quise decírtelo hasta que estuviera segura. Pero apenas logré ver su rostro y no tengo dudas de que es él.

Justin asiente levemente y se queda en silencio por unos momentos mientras parece analizar la situación.

—¿Cuando exactamente te diste cuenta?

—El día después de que se apareciera en tu casa.

Justin revuelve furiosamente su cabello y lanza un par de maldiciones al aire.

—Él sabe mi nombre, Justin.—digo y me acerco.— Ahora tenemos la certeza de que tu jefa sabe sobre mi.

—Esto no debería estar pasando.—musita.

—Hey.—intentó llamar su atención pero no responde, en la oscuridad buscó su mano y le doy un apretón.— Lo solucionaremos.

Niega repetidas veces para después darle un puñetazo a la pared.

—¿Como pude permitirlo? —la desesperación inunda su voz.— Joder. Te estoy poniendo en peligro.

Acaricio suavemente el dorso de su mano.

—Estaré bien.

—No entiendo como puedes decir eso.

—Lo único que me preocupe es que intenten herir a mi padre, él no debe estar involucrado en todo esto.—confieso.

—Ni tú... y ahora mira lo que te hice.

—No discutiremos sobre ello, mi decisión fue estar contigo.—respondo con toda la tranquilidad del mundo.— Ya me han drogado y raptado, ¿qué más pueden hacer? —bromeo para quitarle hierro al asunto.

En cierto modo, ya no les tenía miedo.

—No me hace gracia.—me riñe con más calma.

Me encojo de hombros divertida.

—Pueden intentar lo que quieran, ellos no pueden destruirnos.

El ojimiel sonríe de medio lado, por fin.

—Tienes razón.

—Ahora Justin, será mejor que encuentres a esa chica.

Con cada obstáculo sentía que nos hacíamos más fuertes, pero lo que no sabía es que esa fortaleza se derrumbaría tan pronto.

***
Hola bebés!

Creo que ya he dejado que estos dos sean felices por mucho tiempo.
Las cosas están por cambiar.

Espero disfruten este capítulo y no olviden dejarme su opinión.

Dangerous love» jarianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora