Chloe.
El olor a tierra mojada es lo primero que percibo al recobrar la consciencia. No abro los ojos de inmediato, pero hay alguien cerca de dónde estoy recostada, procedo a hacerlo. Realizo el amago de sentarme y los brazos de Zabdiel me sujetan para impedirlo. Le regreso el abrazo, tratando de empaparme de su calor.
— ¿Fue real? —Cuestioné en un susurro que se perdió en el hombro de mi mejor amigo. Su mano derecha impartía caricias tranquilizadoras en mi espalda.
—Sí —respondió en el mismo tono de voz que yo he usado—. Es muy lamentable.
Me separo para verlo a los ojos.
— ¿Por qué trataron de ocultármelo? —Pregunté sintiendo una opresión en el pecho—. ¿Por qué no me lo advirtieron? ¿Saben lo horrible que fue...
No puedo terminar de hablar sin antes echarme a llorar. Cubro mi rostro con las manos. Están heladas.
—Todos los que te conocemos sabemos lo mucho que te afecta este tipo de cosas —Zabdiel se puso de pie y caminó a través de la casa. Se colocó cerca del ventanal a observar la lluvia que caía a cántaros—. Además para todos fue muy difícil levantarnos con la noticia de que una chica del pueblo había sido encontrada muerta. No es como, ya sabes, común que pasen éstas cosas aquí.
Negué con la cabeza secando mis lágrimas con el dorso de la mano.
— ¿Tiene la policía alguna hipótesis?
Zabdiel soltó un suspiro. Se veía agotado.
—En la nota de prensa no quisieron dar muchos detalles, asumo que por ser parte de la investigación —dijo girándose hacia mí—. Sin embargo, se maneja el móvil de crimen pasional.
Imité su gesto contrariado.
— ¿Qué? —Grazné—. Esa chica... ¿esa chica tenía una pareja capaz de hacer algo así?
Mi mejor amigo se encogió de hombros.
—Nadie sabe si tenía pareja o no, te digo que sólo es un móvil —regresó a mi lado—. Tenía todas sus pertenencias, así que el robo fue descartado. De todas maneras, seguirán investigando.
La imagen de la chica pelirroja vino de pronto a mi mente y mis ojos no tardaron en nublarse de nuevo.
—La conocía, Zab —dije con voz quebrada. Él me miró con compasión—. La veía en el parque con su hermanito. Tenía una bonita sonrisa y era muy amable, ¿cómo pudieron hacerle algo así?
—Nadie sabe, Chloe —suspiró abrazándome otra vez—. Mañana será su sepultura, ¿vendrás?
—No lo sé —murmuré—. Me siento fatal ahora mismo.
Minutos después, mamá entró a casa y me preparó mi té favorito. No hablaba mucho, señal de cuán afectada se encontraba también por la situación. Zabdiel se despidió y yo me encerré en mi habitación el resto de la tarde. Sophia me llamó en reiteradas ocasiones, pero rechacé cada una de sus llamadas.
No supe muy bien en qué momento me quedé dormida.
Escucho pasos.
El sonido produce eco en el espacio y hay un ligero olor a moho. Hay otro ruido extraño, semejante al de tuberías viejas y no puedo ver nada.
Mis ojos están vendados.
Me remuevo inquieta en mi lugar. Los pasos se detienen y yo también, más sin embargo, mi corazón se acelera tanto que soy capaz de escuchar sus latidos en mis oídos.
Hay alguien detrás de mí.
Aguardo impaciente, trato de hablar pero mi voz queda ahogada por la tela que cubre mi boca. Estoy tan incómoda...
Unos labios, fríos, secos y extraños hacen un viaje por mi mejilla derecha, así que ladeo la cabeza tratando de alejarlos, pero estos se dirigen hacia mi oreja y susurra con voz ronca:
«Aquí estoy cariño. Y no me iré...»
Abro mis ojos de golpe y siento alivio al ver el techo de mi habitación. Enciendo la lámpara de mi mesita de noche en la urgencia de acabar con la oscuridad.
Espero a que mi corazón vuelva a su latido normal y seco el sudor de mi frente.
Fue sólo un sueño, pero mi boca está tan seca que es imposible que pueda volver a dormir tranquila así.
Me levanto de la cama y me dirijo hacia el pasillo. Las puertas de las habitaciones de mi madre y Sean están cerradas, pero puedo escuchar el sonido de los ventiladores dentro. Bajo las escaleras en dirección a la cocina.
Dos vasos de agua después me siento satisfecha y camino de vuelta a las escaleras, no obstante, un sobre en el medio de la sala llama mi atención.
Cuando lo reconozco siento el mismo grado de pánico que me embargó en mi pesadilla. Lo tomo con las manos temblorosas y bajo la penumbra de la sala, puedo leer las palabras escritas con recortes de revistas:
«Aquí estoy, cariño. Y no me iré...
P. J. »
Entonces rompo a llorar.
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Horror en Magic Fun » Joel Pimentel
Fanfiction¿Y tú, te atreves a subirte a ésta montaña rusa? Ⓒ roycexmaluma, joelconnutella.