14. Confianza

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Chloe.



La respuesta vino a mí dos horas después cuando me encontraba en la comisaria del pueblo, siendo interrogada por segunda vez en ese día. A esas alturas yo estaba destruida. No podía pensar, no podía hablar con claridad y lloraba cada minuto recordando la fotografía del cuerpo inerte de Serena.

Mi cara estaba tan hinchada y roja como un tomate, pude verla a través del reflejo del vidrio de una de las salas por las que transité cuando me dirigía hacia el lugar donde se encontraba Zabdiel. Necesitaba hablar con él con urgencia.

Otro oficial, ésta vez desconocido, me seguía muy de cerca al grado de incomodarme. Me indicó la celda donde estaba mi mejor amigo y me dirigí hasta ahí con las lágrimas nublándome la visión. Me puse delante de él, apoyando las manos en los barrotes sucios y oscuros. No levantó la cara durante unos minutos, concentrándose solamente en ver nuestros zapatos. Cuando finalmente lo hizo, mi corazón se rompió.


—No puedo creer que esto esté pasando —susurró con voz rota. Sus ojos estaban igual de irritados que los míos—. Serena... ella... no está.

Esnifé derramando más lágrimas.

—Lo sé —dije también en voz baja—. ¿Dónde estabas?

—Una vez que las dejé a Soph y a ti en casa, fui a buscarla para aclarar las cosas —empezó a relatar bajando la mirada—. Uno de sus vecinos me dijo que la había visto dirigirse hacia el bar, de modo que fui hasta ahí. La encontré, discutimos, rompió conmigo y salió corriendo. La seguí calle abajo, pero decidí darle su espacio y regresé al local. Bebí unas cuantas copas que me cayeron tan mal que terminé durmiendo en mi auto, hasta que los policías me hallaron ésta mañana.

Hizo una pequeña pausa para calmar sus lágrimas y me miró a los ojos.

—Me están tratando como un criminal, Chloe —me dijo manteniendo el contacto visual, y por ende deseé con todas mis fuerzas que no pudiera percatarse de la sombra de duda que nublaba mi vista. Sin embargo, lo hizo—. Sé que no me crees, pero yo no lo hice. La quería tanto que hubiese sido incapaz de hacerle algo así a ella, o a alguien más.

Emití un largo suspiro.

—Claro que te creo —dije finalmente—. Es sólo que me han repetido tanto la palabra "sospechoso" que no puedo pensar con claridad.

Esbozó una sonrisa tan amarga que no le permitió a sus hoyuelos asomarse en ningún momento. Me dolía mucho verlo en ese estado.

—Me dijeron que luego de hablar contigo tendría otro interrogatorio —confesó concentrándose en los barrotes—. Supongo que para ver si cambiaba mi versión, pero sólo existe una y te la acabo de decir.

—Ojalá pudieran creerte —dije tomando su mano para apretarla, deseando poder abrazarlo—. El culpable está ahí afuera y ellos están perdiendo el tiempo con nosotros.

—Necesito que lo encuentren y que pague por lo que hizo —murmuró—. Y también para que no le haga daño a nadie más.


Después de eso no pude decir nada más pues me obligaron a salir del área de las celdas, pero me quedé pensando en eso último que mi amigo había dicho. Por algún motivo me acordé de la chica pelirroja, Noah, quien también había sido encontrada en una situación similar hace poco tiempo. Además del extraño episodio en Magic Fun que, igual que el caso de Noah, estaba sin resolver.

Horror en Magic Fun » Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora