10. El comienzo de un fin

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Chloe.

Junio 6, 2017. 


Miro una vez más mi rostro sobre el espejo de los baños en Magic Fun y me aterro al darme cuenta de que soy yo ésta chica con bolsas negras debajo de sus ojos. Hace dos semanas no las tenía, y hace dos semanas no había sucedido un asesinato y mucho menos un accidente en el parque.

Niego repetidas veces con mi cabeza, diciéndome a mí misma que eso que comenzó ha terminado. Reviso otra vez la hora en mi teléfono, al darme cuenta que si he venido más temprano de lo normal. Y es que desperté con la inquietud de regresar al parque y a mi rutina, al igual que Danielle. La noche anterior me envió un mensaje pidiéndome que no faltara por ningún motivo, aunque eso no sucedería y todos los que me conocen lo saben. Tengo ansiedad de saber ya lo que Danielle me dirá, y a decir verdad tengo nervios de que sea algo malo. Si es algo sobre el fin de Magic Fun no sé qué haré. Pero descarto esa idea inmediatamente, eso no es posible.

Salgo de los sanitarios dirigiéndome hacia el centro de control, para revisar que todo esté en orden al abrir el parque. Me sorprendo al ver la figura de un chico, fuera de esta mirando hacia el suelo con impaciencia. Sé quién es. Es quien me devolvió mis auriculares y encontré fumando dentro del lugar hace días. Pero ¿qué hace aquí a estas horas cuando el parque aún no ha sido abierto? Me acerco a él y este me regala una ligera sonrisa, causando nervios en mi cuerpo sin saber el porqué.


—Buenos días —le saludo de buena manera, sin embargo la confusión se hace notar en mis palabras—. ¿Danielle te ha dejado entrar? —Pregunto y cuando va a responderme la mencionada aparece detrás del chico, del que no recuerdo muy bien su nombre: ¿Johan? ¿John?

—Sobre eso, Chloe —dice la pelinegra mirando unos papeles sobre su manos—. Él es Joel y a partir de hoy es parte de Magic Fun —nos sonríe a ambos, pero yo me quedo inmóvil. No esperaba que justo en estos momentos entrara alguien nuevo para el parque. O sí, pero no tan pronto.

— ¿Para ello debía venir temprano? —Trato de no sonar grosera, pero si ella no nos avisó antes eso quiere decir que el chico ha entrado sin someterse a las pruebas correspondientes y no se me hace justo para ninguno de los otros trabajadores. Al ver la frente fruncida de Joel, me hace darme cuenta de que le he parecido grosera de todas formas.

—Joel necesita el trabajo y nosotros lo necesitamos a él —dijo Danielle con un tono condescendiente—. Recuerda que la montaña rusa lo necesita también, Chloe. No podemos permitir que suceda otro incidente como el otro día.

Reprimo un escalofrío ante la mención de eso.

—Todos necesitamos el trabajo, yo lo necesito y amo hacerlo. Al menos, ¿sabes bien lo que harás aquí? —Me dirijo a él. Siento que me estoy tomando un papel más allá del que Danielle tiene en el parque, pero amo demasiado a este lugar y no cualquiera puede ser parte de él.

—No nacemos sabiendo —se encoje de hombros—, pero voy a aprender rápido, al igual que, seguramente, tú lo hiciste —me guiña el ojo. Ruedo los ojos.

—Está bien, iré a mi área... —Me veo interrumpida por Danielle.

—Chloe, tú conoces el parque a la perfección —me mira suplicante. Oh no—. ¿Podrías darle un mini recorrido del lugar a Joel? Por favor, tengo muchísimo que hacer, así que no puedo.

Quiero decir que no, porque básicamente él me hace ponerme nerviosa y no quiero quedar como una estúpida como la primera vez que me lo topé, sin embargo, ¿tengo otra opción?

—Está bien —accedo a regañadientes. Ambos sonrieron aliviados—. Ven, sígueme.


Danielle se dirigió al lado opuesto del parque y yo empecé a caminar en dirección a la zona acuática, con Joel pisándome los talones. Le dicto cuáles son las normas y precauciones que se deben tomar en esa área mientras él se limita a mirarme y a asentir de vez en cuando.


—Parece que este lugar es muy antiguo —comenta él, luego de un rato—. Es bonito. Me gusta.

—Sí, supongo que debería de gustarte el lugar donde trabajas —dije en voz baja.

—Oye —Joel, contra viento y marea, me tomó del brazo para que no tuviera otra opción más que detenerme. Lo miré sorprendida—. ¿Por qué estás tan cortante, eh? ¿Tienes algún problema conmigo?

Parpadee un par de veces antes de hablar.

— ¿De qué hablas? —Tartamudee—. Claro que no, ni siquiera te conozco lo suficiente como para tener una idea clara sobre ti.

Emitió una risa sofocada, casi parecía un bufido.

—Bueno, esa precisamente puede ser la razón por la que te estés comportando de esa manera conmigo —dijo como si aquello fuese de dominio público. Todavía me sostenía del brazo—. Está mal crear prejuicios sobre la personas, supongo que eso lo sabes.

Asentí.

—Sí, lo siento —susurré avergonzada—. No quería hacerte sentir mal. Es sólo que...

Dudé en seguir hablando, pero la mirada que me dedicaba me animó a hacerlo.

—Es sólo que estoy un poco estresada por todo lo que ha pasado en el pueblo últimamente —admití. El toque de Joel se suavizó hasta llegar a ser casi una caricia reconfortante.

—Ya veo —dijo él con un suspiro—. Para todos ha sido muy... desconcertante. No obstante, no dejemos que eso nos cambie para siempre. Las personas malas se regodean al ver que su veneno influye más de lo debido en los demás, así que sólo hay que seguir adelante.

Levanté la mirada, antes cabizbaja, para verlo a los ojos. El brillo en ellos casi me hizo sentirme encandilada.

—Tienes toda la razón —manifesté con una pequeña sonrisa—. ¿Qué tal si empezamos de nuevo?

Él imitó mi sonrisa.

—Estoy de acuerdo —concordó soltando mi brazo para tenderme la mano—. Mi nombre es Joel y soy tu nuevo compañero de trabajo.


Me reí ante el flashback.


—Y yo soy Chloe —anuncié estrechándole la mano—. Espero que nos llevemos muy bien.


No me imaginaba cuánto. 

Horror en Magic Fun » Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora