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Carla
Tres años antes.
Estaba en la parada de autobús bajo una torrencial llovizna, mi ropa empapada, sintiendo el frío. Mi auto se había estropeado otra vez, así que tenía que esperar un taxi o un autobús. Pero no contaba con que tres hombres se acercarían a mí.
—Pero si es Carlita. —Fruncí el ceño al escuchar eso. —¿Dónde está Lauren? —Tragué saliva.
Aquel hombre llevaba una camisa a cuadro, abierta a la altura de su pecho dejando a la vista el collar de plata que colgaba de su cuello. El pantalón gastado al igual que sus zapatos negros.
Su forma de observarme no me agradaba.
—No sé de qué habla. —Murmure dando la vuelta, viendo a los otros dos hombres. —Y es Carla.
Intenté alejarme bajo aquella torrencial llovizna, pero aquel hombre que había empezado a hablar, me sujetó por el antebrazo de una manera brusca, creí que se rompería en cualquier momento, así como en mi cara se reflejaba el dolor cuando tiraba de él.
—Mira idiota. Se que te gusta Lauren. —Escupió entre dientes mientras presionaba más su agarre. —Aléjate de ella, porque me pertenece a mí. —Su aliento apestaba a alcohol y me sentía tan abrumada, asqueada.
—Le pido que me suelte. —Trataba de sonar tranquila, aunque por dentro me estaba muriendo de miedo a que se repitiera lo que tanto quería olvidar.
Él me empujó con fuerza, hasta hacerme caer contra el duro concreto del suelo, y que mi mejilla impactara contra el duro suelo. Mi pómulo empezó a sangrar y arder bajo las gotas de agua.
—Sólo puede haber un hombre en su vida, y ese soy yo... No una mujer. —Sonrió de una manera tan malvada que me hizo gritar del miedo que recorrió mi cuerpo.
No entendía su comportamiento, no sabía qué intentaba probar, pero al intentar alejarme una vez más, aquellos tipos que venían con él, me tomaron por mis brazos hasta inmovilizarme. Forcejé para soltarme. Grité por ayuda pero nadie me escucho. Fue en vano, ellos tenía más fuerza y me callaron con sus golpes.
Los recuerdo de la infancia me invadieron en aquel momento de tal forma, que el sufrimiento que tuve que pasar a causa del bullying en la escuela y mis padres en la casa me hicieron volver a llorar. Otro golpe en mi mandíbula y aquel sabor metálico empecé a sentir en mi boca. Había perdido la cuenta de los golpes que estaba recibiendo, ya no tenia fuerzas para mantenerme en pie mucho tiempo, y los que me sujetaban de un momento a otro me tiraron al suelo.
Tocía y jadeaba en busca de aire mientras escupía la sangre que se acumulaba en mi boca.
—Espero que esto sea suficiente para ti. —Una patada en mi abdomen me dejó si aire.
Eran unos cobardes al golpear a una mujer. Sentía impotencia, cólera, enojo. Me costaba respirar, el mareo y las ganas de vomitar me invadían. Quería levantarme del suelo, pero no conseguía hacerlo, no tenía fuerza en mis brazos, parecían de gelatina al momento de apoyarlas. Me dolía el cuerpo, todo el cuerpo, estaba rendía, cansada y triste.
Cerré los ojos con fuerza y deje que el dolor y todo mi pasado volviese.
—¡¿Carla?! —Intenté abrir los ojos, pero los sentía realmente cansados.
Sin aviso alguno sentí punzadas de dolor en mis costados, grité hasta quedarme sin aire. Abrí los ojos a causa de eso, y debido a la rabia que sentía gruñí. Aquel dolor estaba molestándome mucho. Y ver a Lauren sobre mí me paralizó.