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Carla
Despierto con una sensación en el estomago de querer vomitar, y el vértigo que invade mi cuerpo me hace apretar las sábanas por un momento. Se siente horrible, y respiro fuertemente para que se vaya.
Mi vista empieza acostumbrarse en cada abrir y cerrar de ojos, la luz es muy intensa.
Me siento confundida al no reconocer la habitación, no reconozco las paredes y muchos menos las sábanas, la confusión aumenta al ver los cables que sobre salen en mis manos y pecho. ¿Qué está pasando?, ¿cuándo llegó eso aquí? Un flash ilumina mi mente y los recuerdos hacen que mi cabeza duela. Estoy en el hospital. Eso lo recuerdo, estaba descansado en el depósito, pero después... hago un esfuerzo por recordar qué ocurrió después, pero nada, no hay nada después de eso.
En ese preciso instante reconozco la habitación en la que estoy, pero no entiendo la razón por la cuál estoy aquí. No recuerdo haberme sentido mal, haber hecho algo que me hiciera perder el conocimiento, solo recuerdo estar cansada y haberme acostado en una camilla, ¿ha sido tan malo eso para estar en esta situación ahora? Trato de levantarme, pero un fuerte dolor en mi abdomen me hace regresar a la posición de antes, aquel estirón se siente como calambre sobre músculos tensos. Gruño y aprieto los dientes para no gritar. La sensación desaparece poco a poco y el alivio me hace recuperar la respiración.
¿Qué ha pasado?
Intento mirar lo que hay bajo las sábanas y solo veo mi cuerpo desnudo y unas vendas en mi abdomen. Me asusto. Levanto mis manos y pequeños puntos negros y otros verdes pintan mi piel amarillenta, aquellos no son golpes son causa de las vitaminas faltantes en mi cuerpo, pero que de igual forma no dejan de doler. Dejo las manos en su sitio y me concentro en el lector cardíaco cada pulsación que emite mi corazón en la pantalla detrás de mi cabeza se muestra, ¿cómo algo tan simple deja ver alto tan importante? La curiosidad en mi actúa como una niña de dos años que ha descubierto un mundo diferente ante sus ojos. No puedo evitarlo y con cuidado trato de despegar un cable, aquello emite un ruido tan fuerte que vuelvo a dejarlo en su sitio, suspiro y acomodo la cánula mal puesta en mi nariz.
Se me ha olvidado por completo que soy mayor de edad y que estudio medicina.
"MADURA, ¿QUIERES?"
Respiro, y cierro los ojos. Tiene que haber una explicación del porqué de está situación. Tal vez Lauren puede decirme... En ese momento la puerta de la habitación se abre, y deja ver en la entrada un enorme oso de peluche color crema, sonrío al reconocer la pulsera que una vez le regale.
—Lauren. —Mi voz suena tan ajena a mí, tan ronca y rasgada.
Lauren deja caer el oso de peluche al suelo. Sonrío, sonrío de verdad al reconocer lo hermosa que es, su cabello esta suelto, completamente negro, que no pierde su encanto, su traje a la medida la hace ver perfecta y esos ojos a pesar del cansancio y la marca bajos sus parpados siguen brillando con tanto amor.
—Mi amor. —No entiendo por qué llora —No puedo creer que este escuchando tu voz. —Lauren se inclina sobre mí y besa repetidas veces mi mejilla.
—Siento que no te hubiese visto en años. —Le contesto yo.
—Me alegra que hayas despertado. —Su voz tiembla. A pesar de todo, su risa hace estallar de alegría mi corazón. —Aguarda un segundo. Iré por Eduardo.
Estoy confundida y Lauren no tarda en volver, sólo que Eduardo la acompaña, el director del hospital.
—Hola, Carla. —Eduardo se acerca a mí y buscado bajo la cama hace que ésta se eleve un poco dejándome sentada y en una mejor postura para verlos. —¿Cómo te sientes?