∽◇∽
Carla
Estoy despiertas.
Tres de la mañana marca el reloj sobre la mesita. No puedo dormir, estoy sudando y mi cuerpo no para de temblar. Tengo que ir a lavar mi rostro en el lavamanos para calmar mi terrible ansiedad. no encuentro como concentrarme y que el estrés salga de mi cuerpo, salgo de la habitación sin hacer mucho ruido, porque sé que sería difícil volver a dormir y tampoco quiero despertar a Lauren. Caminado por el pasillo entro a la biblioteca, reviso entre cada uno de los estantes para tomar el mismo libro una vez más "El diario de Ana Frank". Pero estoy tan cansada que vuelvo a dormirme pero ahora en aquel duro sillón de la biblioteca.
¡¡LEVÁNTATE!! ¡¡NO SON HORAS DE DORMIR!! ¡¡TIENES QUE ESTUDIAR!!
El miedo recorre mi cuerpo al sentir que tocaban mis mejillas, a tal grado que abro los ojos de golpe, y doy un sobresalto. Suelto un suspiro demasiado audible mientras los latido de mi corazón y la respiración se aceleran.
—Estoy despista, estoy despierta. —Repito, cubriendo mi rostro con las manos. —Sólo fue un momento, no volverá a pasar. —Digo apunto del llanto.
—Tranquila Carla, soy yo, Lauren. —Esta despierta, esta conmigo. Sollozo escondiendo mi rostro en su pecho mientras mis dedos se aferran con fuerza a su camiseta. —Sólo fue un mal sueño.
—Lauren...
—Shh... está bien, cariño. —Lauren Me abrazó con la mayor suavidad. Me tomo en sus brazos y me llevó de regreso a nuestra habitación. Estoy tan rendida que mi cuerpo se relaja entre sus brazos y dejo que la calidez de su cuerpo se convierta en mi refugio mientras duermo.
∽◇∽
—Revisa el historial y comprueba que los resultados son correctos. —La voz de Lauren se escucha tan fuerte y clara que mi pequeño cuerpo se sacude con violencia. —Marcela, sí los resultados no son correctos tendrás que realizarle nuevas pruebas. —Me encuentro sobre su pecho y suspiro cuando sus suaves labios chocan contra mi frente.
Lauren tiene su ordenador sobre una almohada a su lado. Esta trabajando.
Muevo mi cabeza suavemente hasta dejarme caer en la cama. Mis hinchados e irritados ojos miran a Lauren hablar por teléfono. Y No pude evitar sonreír al reconoce a Bob Marley estampado en su camiseta negra. Su favorita, siempre que podía la usaba para dormí.
—Bien, trata de hacerlo. —Trago saliva, antes de bostezar, y cierro los ojos nuevamente tratando de prolongar el sueño un poquito más. —Me llamas si hubo algún cambio. —Lauren se queda en silencio un momento, y supe que ya termino su conversación por teléfono. —Hey, buen día. —Siento la mano de Lauren masajear mi cabello, provocando que una sonrisa de satisfacción se formara en mis labios.
—Buen día. —Mi voz está roca. —Tienes que ir a trabajar.
Lauren al ver que intento levantarme, apoya su mano derecha en mi pecho impidiendo que me mueva y que regrese a la posición de antes. En esa bella sonrisa encuentro más que felicidad. No puedo resistirlo, me tiendo otra vez sobre la cama.
—Hoy es viernes, ¿recuerdas? —Susurra de una manera ronca sobre mis labios, causando cosquillas . —Horario rotativo. —Levanto mis manos para apartar el cabellos de su rostro y poder acariciar sus mejillas mientras ella cierra por completo el espacio entre amabas.
Es como una estrella iluminando el cielo.
No puedo evitar cerrar los ojos al sentir un sabor a fresa sobre sus labios, quiero comerme sus labios; morderlos, saborearlos, explorar con mucha dedicación cada centímetro de ellos. Un gemido ronco brota de su garganta, y entonces sonrío. Estoy locamente enamorada de ella. Mi corazón late con fuerza y mi piel se eriza al notar su mano bajo mi camiseta, acariciando mi costado con su pulgar, logrando que mis músculos se tensen. Lauren recorre con besos mi mandíbula y mi cuello, logrando que entre suspiros y jadeos arqueé mi espalda, enredando mis dedos en su cabello ante el placer de sentir su lengua pasar por mi pulso.
Lauren abre los ojos y sus pupilas están dilatas cuando me miran, su respiración agitada. Tiene... Las mejillas sonrojadas y sus labios hinchados por los besos. Siento que presiona mi seno bajo mi camiseta causando que cierre los ojos por un momento.
—Lauren. —Su nombre sale de mis labios como un lamento, y aprieto mis ojos al sentir que muerde mi hombro. —Para, para... —Digo con la voz agitada y débil. —Por favor, para.
—¿Qué sucede? —Tiene ligeramente el ceño fruncido. En ese momento me doy cuenta de lo que ocurre. He cometido el peor error y ya no hay vuelta atrás.
—No puedo hacerlo.
La confusión en su rostro al igual que la tristeza en sus ojos causan que me sienta pésima. Se sienta con cuidado a mi lado, mientras suspira y arregla su cabello.
—No entiendo.
—Me siento confundida... —Susurro buscando algun pretexto para que ella no me quite la camisa. Aparte estoy algo avergonzada, no sé en que momento mi ropa fue cambiada, y estoy tan aterrada de que ella haya visto mi cuerpo esquelético en aquel estado.
—Cariño...—Sus manos acarician mis mejillas causando que cierre los ojos por un momento. —Discúlpame. —Niego tirando de ella, dándole un tierno beso en los labios.
—¿Por qué llevo tu camiseta? —Pregunto. Ella me tomo en sus brazos y hace que me acurruque contra su pecho.
—Me asusté al no verte en la cama cuando desperté. —Suspiro algo reconfortante al sentir sus caricias en mi espalda y sus besos en mi frente. —Por alguna razón sabía que estarías en la biblioteca, así que fui a buscarte.
Coloco mi cabeza sobre su hombro para poder apreciar su hermoso perfil, sus mejillas pronunciadas, sus labios carnosos, su mentón afilado y sus largas pestañas me vuelven loca. Ni hablar de esos bellos ojos.
Suspiro nuevamente.
—Lo sé.
—Estabas dormida en el sillón con un libro en la mano, Carla. —Maculla. —Me asusté al ver que sudabas y murmurabas cosas que no entendía, así que intenté despertarte, pero... —Me moví escondiendo mi rostro en su cuello, rodeando éste con los brazos. —Carla, ¿que soñaste?
—No lo recuerdo muy bien... —Siento mi cuerpo temblar y mis labios se posan sobre su hombro. —Creo que estaba soñando que estudiaba.
—¿Por qué no me has contado de esos moretones en tu cuerpo? —Mi cuerpo se tensa, no esperaba eso. —Carla, quiero que me mires a los ojos y me respondas. —Puedo sentir la molestia en su voz. —¿Desde cuándo tienes esos moretones?
Trago saliva.
—No lo sé. —Espeto.
—¿No lo sabes?
Niego.
—No. Hace tres día desperté con unos... No sé con qué me golpeé, sólo los vi al despertar aquél día. —Pude sentir el cosquilleo y el ardor en mi estómago revolverse. Quiero llorar.
—Tiene que haber una causa lógica para que estén ahí, bonita. —Sus brazos rodean mi cintura con cuidado, y besa mi frente con ternura.
—Realmente me gustaría tener una respuesta, pero no sé qué ocurre. —Muerdo mi labio.
Lauren suspiro.
—Iremos a ver Eduardo más tarde. —Acaricia mi espalda. —Tranquila. Todo estará bien.
Al parecer no está molesta, si no más bien preocupada por el hecho de que aparecieron sin haberlos provocado, que porque no se lo haya contado.
—Como digas.