Capítulo 5

8.2K 814 101
                                    

Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación, ninguno decía nada sobre lo que había pasado hace media hora, el ambiente estaba tenso; tanto así que podían cortar el aire con una tijera, la mujer de orbes opalinas miraba perdida los pies de su cama matrimonial, sumergida en un mar de pensamientos totalmente ajenos a lo que sucedía allí, parado en la pared frente a la misma Hinata estaba el azabache también perdido en sus pensamientos, Sarada, Boruto y Himawari estaban durmiendo los tres en la misma habitación ya que no querían dormir solos; Sasuke se sorprendió de que su trato sea tan de hermandad puesto que la verdad pensaba que a Sarada le gustaba Boruto o viceversa pero al parecer no iba más allá de una amistad muy unida, ahora estaban ambos, tanto la ex-Hyuga como el Uchiha, en la habitación del matrimonio Uzumaki puesto que estaba medianamente cerca de la habitación de sus pequeños, por si necesitaban algo o por si las dudas, Hinata volvió a la realidad de golpe; sentada en el borde de la cama pudo notar como Sasuke estaba igual o peor que ella, quería serle de apoyo en una situación así pero ¿qué debía decir o hacer? No tenía la suficiente confianza como para abrazarlo o siquiera preguntarle el estado de ánimo que tenía, el Uchiha era muy orgulloso y poco receptivo a la muestras de afecto, la peliazul miró el lado de la cama donde dormía Naruto... Vacío, como casi siempre, sólo lo ocupaba en sus días de gloria del matrimonio, ya llevaban alrededor de 13 años de casados y desde hace tres se había vuelto casi una pesadilla sin contar que los años anteriores estaba poco a poco comenzando a alejarse, sus orbes perladas volvieron a ver al pelinegro y las palabras salieron de su boca inconscientemente, como si quisiera olvidar la mala situación en la que estaba con su esposo.

—¿Quiere usted también quedarse aquí esta noche, Sasuke-san?— Preguntó sorprendiendo al masculino, contuvo el aliento una vez que se dio cuenta de lo que había hecho pero ya no había marcha atrás. —Puede dormir aquí... Yo iré al sofá.—

Sasuke estaba incrédulo, ¿le estaba ofreciendo dormir en su habitación? ¿Cuánta bondad podía caber en tan pequeño cuerpo? Se sentía ligeramente fascinado más no lo demostró, sólo se quedó observando a la Hyuga... Como sus finos labios se entreabrian debatiendose entre si seguir hablando o no, como esas orbes perladas que tanto le recordaban a la luna y viceversa se disculpaban en silencio, su cabello como la noche que caía sobre sus hombros afinando su rostro; el mismo que parecía ser tan delicado como si de una muñeca de porcelana se tratase, sin duda alguna esa mujer era la belleza en su máximo esplendor, los años parecían no pasar sobre ella, Hinata sentía que el azabache la estaba desnudando y no; no físicamente si no su alma, parecía que iba por ahí descubriendo sus secretos más íntimos, su mirada era tan penetrante que le era inevitable no ser un manojo de nervios, ¿tan mal estaba su propuesta? Se reprendió mentalmente por ello.

— No dejaría que duermas en un sofá, agradezco la oferta pero prefiero dormir yo ahí.— Su voz sonó tan impotente que no aceptaba una negativa llegó a sus oídos erizando su piel.

—P-Podemos... D-Dormir ambos aquí...— Otra vez actuaba impulsivamente sorprendiendo de nueva cuenta al pelinegro quien esbozó una sonrisa ladina comenzando a acercarse de manera lenta a la peliazul.

—¿Me estás provocando, Hyuga?— La nombrada retrocedió sobre su cama llegando hasta el respaldar quedando atrapada como si un gatito asustado fuese, ¿lo estaba mal interpretando? Oh Dios, claro que no se refería a eso, es decir, claro que no negaría que el Uchiha era el fruto prohibido personificado pero ella tenía esposo... No podría engañarlo ¿cierto? ¿O tanto era su despecho?

—N-No... No me mal interprete p-por favor— Sus palabras salieron atropelladas, cuando no estuvo escapatoria se sintió mas indefensa; el pelinegro se divertía con su presa, después de todo el siempre había sido un depredador.

—¿Segura? ¿Entonces porqué te pones tan nerviosa?— Preguntó sintiendo como ambos alientos se mezclaban tentandose uno al otro, sus cuerpos pedían, rogaban e incluso suplicaban por tener al menos un roce entre ellos.

El corazón de la Uzumaki latia a mil por hora, los nervios habían inundado cada centímetro de su cuerpo y la tentación no la dejaba pensar con claridad, Sasuke maldecia en ese momento haber empezado ese juego del cual sabía que era capaz de cometer una estupidez; él no era un ser impulsivo pero la femenina frente a el lo hacía actuar como un adolescente con las hormonas alborotadas, sus cabezas por incercia habían comenzado a acercarse sin la autorización de ninguno de los dos, ambos esperaban que sea como esas típicas escenas clichés en que algo interrumpía el momento antes de cometer algo de lo que pronto se arrepentirian pero ésta vez algo era diferente; querían que algo los interrumpiera puesto que sabían que no se arrepentirian de nada.

Una vez que su distancia se acortó, se inclinó hacia ella y la besó con suavidad, Hinata dejó escapar un jadeo, perpleja por la situacion pero cerró sus ojos y se dejó llevar por ese mar de nuevas sensaciones, la peliazul sintió que algo estallaba en su pecho; cálido muy cálido, un hormigueo bastante conocido para ella recorrió su cuerpo, los labios del Uchiha acariciaban los suyos con una ternura que le parecía adorable, ni siquiera Naruto la besó así alguna vez en su vida. Los labios bailaban a un compás perfecto en una sintonía que ellos mismos estaban creando, pronto la intensidad aumentó a la vez que una ola de calor y excitación los abrumaba, Sasuke como si necesitara de más deslizó su brazo por la cintura de la Hyuga haciendo que se ponga de pie mientras la apegaba a su cuerpo, Hinata soltó un gemido ahogado que para el masculino fue como una hermosa melodía jamás antes creada.
C

uando sintió sus piernas flaquear aferró sus manos al pecho del contrario con la intención de tomar las fuerzas que le estaban faltando; tal fue el magnífico beso que olvidaron lo que sucedía a su alrededor pero cuando sus pulmones ya no daban a basto se separaron, sus cuerpos estaban excitados y eso se podía notar en sus expresiones, antes de que la mujer hablara un dedo se posó sobre sus labios callandola.


Luego se preocuparían por los detalles. Ahora lo único que importaba era ese momento; uno de cual ninguno de los dos estaba seguro de que se volvería a repetir.


New BeginningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora