Capítulo 7

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El almuerzo había transcurrido en un ambiente algo incómodo, Sasuke parecía aún más hostil de lo que ya era con todos ¿qué le pasaba? La verdad era que el beso de anoche no dejaba de revolotear en su mente pero lo que le parecía más increíble era que la femenina pueda actuar con tanta naturalidad frente a el cuando sabía que era tímida e incluso se animaba a decir que era inocente ¿había sido todo un sueño? Podría ser; estaba lo suficientemente abrumado sexualmente y la peliazul era alguien digna de poder hacerte pensar miles de cosas sucias en menos de un minuto más estaba seguro que había sido real, demonios, debía dejar de pensar estupideces; él era Sasuke Uchiha, tsk, que molestia.

Hinata por su parte estaba recogiendo la mesa sumergida en sus pensamientos, la actitud de Sarada con su esposo era extraña; como si no quisiera acercarse demasiado, sobretodo que ayer en la noche no sólo desapareció el clon de sombra; el rubio tampoco había aparecido en toda la noche, después el beso con Sasuke que aún lograba hacerle temblar las piernas pero que lograba constrolarse, eran demasiadas cosas en un día; su vida se había vuelto muy agitada desde que se acercó a Sasuke, tan sumergida estaba en sus pensamientos que logró tropesarse con uno de los tantos juguetes de Himawari.

—¡Hinata!— Aquél grito llegó a sus oídos, cerró los ojos esperando el impacto pero jamás llegó, cuando abrió sus orbes opalinas pudo ver la sonrisa radiante de su esposo el cual la sostenía de la cintura, se inclinó un poco hacia ella uniendo sus labios de paso.

La peliazul pudo sentir la calidez de los labios de Naruto pero algo dentro de ella se decepcionó; por alguna razón tenía una leve esperanza de ver al pelinegro rescatandola de su torpeza, tardó en reaccionar pero logró corresponder al beso de su marido, era... Cálido pero había un sentimiento más allá de eso que no pudo decifrar; uno un poco amargo, se separó unos centímetros de él con un carmín adornando sus mejillas a la vez que sentia el cuerpo del jinchuriki en su parte trasera, los nervios la invadieron pero una mirada penetrante que parecía clavarse en lo más profundo de ella hizo que volteara a ver a Sasuke quien estaba más serio de lo habitual.

—Hinata-chan debes tener más cuidado.— La voz del rubio sonó con ternura, apoyó su cabeza en el hombro de su mujer cerrando sus ojos a la vez que inhalaba su aroma llenándose de él.

—Viejo no hagas eso.— Algo asqueado Boruto desvío la mirada con un leve rubor en su rostro.

—¡Papá ama a mamá!— La felicidad de Himawari se le reflejaba en su rostro, Sarada miró la escena con una chispa de tristeza en sus orbes onix creando un rencor hacia su madre, la familia Uzumaki era tan... Cálida... Tan diferente a ellos.

El Uchiha miró a su hija sabiendo lo que sucedía en segundos, el no era bueno demostrando sus sentimientos y era una capacidad que admiraba de su rubio amigo, esa era una muestra de lo diferentes que eran; una molestia estaba en su pecho desde que Naruto besó a Hinata, los mismos labios de los cuales el se apoderó en la noche ahora estaban siendo besados por otra persona, su amigo/rival en ese momento le estaba cayendo mal.

Por parte de Naruto el se sentía culpable en toda la extensión de la palabra, ayudó a su mujer a tomar algunos platos para llevarlos en conjunto con ella a la cocina; sí se sentía cálido estando con la peliazul pero entonces ¿porqué había...?

—N-Naruto-kun... ¿Pasó algo?— Preguntó al verlo tan perdido en sus pensamientos.

—Hinata... Se que hemos tenido problemas y yo... Realmente lo siento, se que debo pasar más tiempo contigo y con los niños.— La femenina alzó ambas cejas sorprendidas al escuchar eso mientras una calidez inundaba su pecho; ahí estaba su marido... El mismo que creía perdido. —Pero quiero que sepas que te amo, ¿sí?—

—Naruto-kun...— El picor se hizo presente en sus ojos avisandole que quería llorar, hace mucho su marido no estaba presente en su casa, el rubio la rodeo entre sus brazos apegandola a el a la vez que ella se dejaba llevar pero había un olor peculiar en su ropa; un aroma femenino que ella no tenía, cerró sus ojos negándose a si misma a creer en algo como eso, él no era infiel... Él no podía estar viendo a otra mujer.

Ya más tarde cada uno se había ido por su lado, Hinata estaba con Himawari de compras puesto que su hijo se había ido con sus amigos a comer hamburguesas mientras que Sarada y Sasuke se habían ido ambos en direcciones opuestas lo que le había extrañado a la femenina, Naruto volvió a hacer sus deberes como hokage al igual que siempre; al fin un poco de paz o eso era lo que creía la Uzumaki cuando se escuchó un fuerte grito cerca de donde estaba.

—¡¡SHANNAROO!!—

Hinata reconoció fácilmente de dónde provenía el grito y sobretodo quién lo había dicho, tomó a su pequeña entre brazos algo preocupada de que a su amiga le pudiesen estar haciendo daño por lo que corrió rápidamente hacia el lugar, sintió las manitos de Himawari cerrarse sobre su ropa con fuerza, estaba exponiendola al peligro pero era mejor que se quedase con ella ya que podría protegerla, al llegar pudo notar el suelo agrietado pero lo siguiente que vió la dejó sorprendida, en cuanto vió que la pelirrosa estaba a punto de lanzarse sobre la otra persona cegada de ira corrió rápidamente hacia ella tomando a la chica con su mano libre mientras que otro estruendo se escuchaba detrás.

—¡¿Hi-Hinata-san?!— Dijo la Uchiha sorprendida de que ella fuera a su rescate, en cuanto pisó el suelo pudo notar como la peliazul miraba hacia atrás a la vez que le daba a Himawari en sus brazos

—¡¿Estás atacando a tu propia hija, Sakura?!— Exclamó enojada la Hyuga, el enojo se apoderó de su cuerpo, ella como mujer quería a la Uchiha como si fuera su propia hija.

—¡Tú...! ¡No te metas!— Exclamó la femina poniendose en posición de pelea dispuesta a atacar a la Hyuga.

—No dejaré que las lastimes.— El byakugan se activó dejando notar las venas que sobresalían de los costados de sus ojos, se puso en la posición de pelea habitual de su Clan dispuesta a proteger a Sarada a la cual logró amarla, Sakura definitivamente estaba mal de la cabeza. —Llévate a Himawari lejos de aquí y pónganse a salvo.— Ordenó.

Sarada no sabía que hacer, hace menos de unos minutos estaba hablando con su madre de lo que había visto antes de que enloquesca y quiera atacarla con toda su fuerza sobrehumana, vió a Hinata decidida por lo que lo único que haría sería poner a Himawari a salvo para regresar y poder ayudar a Hinata, Sarada no era una inútil, ella era una Uchiha, salió corriendo con la pequeña en brazos intentando de que no se preocupe dejando a ambas mujeres solas.

—Que desagradecida Hinata, gracias a mi es que estás viva; sólo eres una inútil.— La pelirrosa estaba fuera de sí, su hija jamás se había revelado en su contra y ahora se atrevía a faltarle el respeto llamandola por un montón de sobrenombres desagradables.

—Daré todo de mi para que no la lastimes, es que ¡escuchate por favor! Es tu hija— Intentó hacerla entrar en razón pero parece que era imposible.

Eso estaba a punto de convertirse en un problema grande si es que nadie paraba la pelea pronto.
Ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder.

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