Capítulo 17

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—¡Ocho trigramas palma de la pared del vacío!— Exclamó sin temor.

Una pared de chakra arrasó a el Uchiha logrando que retrocediera dándole tiempo a la Hyuga para poder ir a ver a Sarada quien se encontraba exhausta por haber gastado mucho de sus energías incluyendo el chakra, el combate había empezado como entrenamiento básico hasta que cada uno se puso serio, Sasuke no tenía piedad ni con su propia hija, Hinata se las había arreglado para poder lidiar y dañar un poco a el azabache aunque fue casi nulo debido a la gran diferencia de poder que existía entre ambos, a pesar de eso, los cuatro allí presentes se la habían pasado bien.
Una vez que nuestra peli-azul logró llegar a la mini-Uchiha le tomó de la mano mientras un aura especial color violacio la rodeaba, tal y como había hecho con Naruto en la luna le estaba restaurando su chakra a Sarada sin inmutarse ni un pelo, cuando la azabache pudo reaccionar normalmente entrelazó su mano con la de la mayor y con una mirada ambas dieron una sonrisa dándose a entender de que a partir de ahí atacarían juntas, Sasuke sólo se había limitado a esbozar una muy a penas perceptible sonrisa de que las dos se lleven tan bien, estaba orgulloso aunque debía admitir que el poder de ambas ahora sí podía generarse de cierta manera riesgoso.

—¡Byakugan! - ¡Sharingan!— Al mismo tiempo, se levantaron activando sus respectivas líneas sucesoras preparándose para atacar.

Como una buena espectadora de la pelea, la pequeña con bigotes en la mejilla observaba todo con una chispa de emoción en sus ahora ojos perlados, Himawari debido al furor del momento y el querer estar allí al lado de su mamá activó su línea sucesora inconscientemente, ésta al notarlo no pudo evitar exclamar un leve gritito de felicidad.
Al igual que la primera vez que logró activarlo cuando su padre se convirtió en hokage, la pequeña se lanzó sin miedo contra Sasuke, debido a que éste no la esperaba, ni Hinata ni Sarada, pudo aprovechar que tenía la guardia baja para impactar su puño contra el estómago del azabache quitándole hasta el aire.
(¿Masouen Tanketsu...?) Y con ello mente Sasuke se dejó caer sintiendo el dolor expandirse por todo su cuerpo bajo la atónita mirada de Hinata y Sarada.

—¡Mamá mamá! ¡Mira mira! ¡Tengo tus ojos!— Con genuina felicidad, la radiante sonrisa de Himawari no tardó en deslumbrarse.

—¡Felicidades Himawari-chan!—  Una cuarta voz femenina se escuchó desde un poco más lejos de donde estaban.

Los presentes allí no tardaron en voltear a ver quien habló, se podía observar a una chica de ojos violacios que estaba esbozando una sonrisa cálida con un leve rubor en sus mejillas, detrás de ella se encontraba un rubio que abrazaba a su amigo albino con una expresión de terror al ver a su hermanita de nuevo con el Byakugan activado mientras que éste último poseía su típica sonrisa aunque dentro de él estaba lo que los humanos llamaban; felíz de que su pequeño sol lo abrace tan fuertemente.

—S-Sumire...— Murmuró la Uchiha intentando ocultar el carmín de sus mejillas.

—¡Boruto-nii debes ver tu expresión! Es justo como la que hicieron junto con papá la primera vez que activé los ojos de mamá— Exclamó con alegría la pequeña Himawari mientras soltaba una risita y su línea sucesora se desactivaba.

Mientras los menores hablaban riéndose de las diferentes expresiones que hacía el rubio o del temor hacía la dulce y tierna Himawari, Hinata vio como un buen momento para ir a ayudar a el Uchiha quien había quedado sentado en el suelo, no es como si le doliera tanto el golpe, a decir verdad lo que mas le dolía era el orgullo de haber sido golpeado por la hija del dobe, eso le pasaba por bajar la guardia y perderse en aquéllos malditos ojos perlados que miraban con tanto cariño a su adorada hija, en cuanto sintió un brazo rodear su espalda para levantarlo un poco observó a la dueña de sus distracciones con una expresión de preocupación en el rostro que lo conmovió ¿se estaba preocupando por su persona? No lo merecía, de vez en cuando a su mente le gustaba torturarlo con los recuerdos de su horrible pasado en donde no era más que un idiota fácil de manipular.

—Sasuke-san...— Lo llamó la Hyuga colocando su mano sobre donde le había dado el golpe mientras un aura de chakra la envolvía.

—D-Deja de usar ese maldito honorífico.— Murmuró con dificultad llevándose una mirada de sorpresa por parte de la peliazul que pronto cambió a una suave y sutil sonrisa, era tan sencilla... Pero volvía loca a cada una de sus neuronas.

—Sasuke-kun...— Asintió manteniendo su sonrisa mientras se preocupaba en poner empeño a su trabajo por si el golpe había sido muy grave, el estar bajo la atenta mirada del poseedor del sharingan la ponía de los nervios y más cuando recordaba los dos besos que le habían robado el alma.

(...)

—Oye Boruto idiota, vas a asfixiar a Mitsuki.— La Uchiha se acomodó los anteojos con su mano derecha mientras era abrazada por la peli-violeta de la cintura, su corazón latia a mil pero podía controlarlo, en ése momento le agradaba que le gane más la sangre Uchiha que la Haruno.

—¿Eh? ¡No estoy abrazandolo!— Se defendió frunciendo un poco el ceño mientras ignoraba el hecho de que todo su cuerpo detonaba su nerviosismo.

—En realidad...— La delegada apuntó con su dedo índice a ambos e intentaba suprimir su risa.

Boruto observó el cómo estaban sintiendo el calor subir a sus mejillas haciéndolo ver tierno e indefenso a los ojos ámbar que se deleitaban con su reacción, se aferraba con sus brazos del cuello de Mitsuki como si su vida dependiera de ello, en su cadera tenía la mano del anteriormente mencionado sosteniendolo con firmeza sorprendiendolo puesto que no se dió cuenta en qué momento terminaron así, avergonzado por ello, el oji-azul se alejó como si el cuerpo del albino fuera el fuego mismo -del cual ya estaba dudando debido a que cada vez que estaba cerca no podía evitar esa maldita calidez en su pecho y en su cuerpo-, pronto inició una de las tantas peleas típicas entre Boruto y Sarada.
La pequeña peliazul al ver el alboroto, tomó de la mano a Sumire mientras que con su otra mano disponible tomó a Mitsuki del kimono habitual que llevaba en su día a día, los juntó a ambos sin dejar ningún espacio entre ellos mientras que carraspeaba su garganta obteniendo la atención de sus hermanos.

—¡Mitsuki-san y Sumire-san hacen una hermosa pareja! Deberían estar juntos— A medida que hablaba miró de reojo a los otros dos puesto que lo había dicho a propósito.

—¡HIMAWARI-CHAN!— Exclamaron al unísono claramente celosos de esa comparación mientras que Sumire sentía su rostro hervir de la vergüenza y al albino le caía una leve gotita de sudor por su frente estilo anime.

(...)

Una chica tenía sus ojos clavados en el profundo azul del cielo, en ése momento estaba sumergida en un mar de pensamientos que empezaban a agobiarla, esas hermosas esmeraldas que tanto agradaban a muchos se hallaban hinchadas debido al llanto de la noche anterior, se sentía abatida y abandonada, en ésos momentos deseaba estar con su hija más que nunca.
Desde que los encuentros entre el Séptimo y ella habían llegado a su fin no podía evitar sumergirse en ése mundo de soledad ¿era mala? No lo sabía, ¿fue cruel con Hinata? Claro que sí... Ella sólo deseaba que su Sasuke la amara tanto como Naruto había logrado a amar a la despampanante peliazul, quería destruir esa felicidad porque en un momento de bajeza quería recuperar el amor del rubio, aquél que no supo valorar por estar metida con el azabache, sólo quería sentirse amada como mujer, lo necesitaba, tuvo que recurrir a trucos muy bajos pero... Detrás de todas esas maldades que no tenían perdón alguno se hayaba sola, vacía, no había servido de nada, incluso cuando su ex-amiga a la que tanto quería destruir la habia apoyado en innumerables ocasiones... La pelirrosa pensaba en destruir esa hermosa y pacífica sonrisa.
Su mente no tardó en viajar a el primer encuentro que había tenido con Tenten, el como ella la miraba suplicando su piedad de no decir nada, el como había hablado de su amor por Naruto y el amor que tenía por el pequeño Tenaki, esos ojos que estaban llenos de amor pero a la vez una inconfundible amargura, quizá por el haberle quitado el marido a su amiga.

—... Bien?— Una voz la sacó de sus pensamientos por lo que dirigió sus orbes color jade a el único hombre que la había amado toda su vida.

—Lee...— Murmuró esbozando por primera vez en mucho tiempo... Una verdad sonrisa sin la necesidad de recurrir a la hipocresía que tanto la atormentaba.

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