Buenas acciones

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Capítulo 3: Buenas acciones.

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Sólo había pocas cosas que recordaba, o al menos de las cosas que sabía que era lo que lo definían como persona. Sabía que era una persona tranquila, sarcástica de cierto modo pero muy comprensiva. Y había una cosa que odiaba y eso era: hacer llorar o escuchar a una persona llorar.

Se sentía muy mal, estaba en una pequeña pero a la vez amplia cabina de un baño de un hotel de lujo, le daba la espalda a una chica bonita, que había terminado de hacer sus necesidades, pero que después se puso a llorar como niña chiquita. Ella estaba muy avergonzada de lo que había tenido que experimentar, algo tan íntimo y privado, que él de algún modo había profanado.

Vio de reojo para ver a su compañera de espacio, esta se encontraba sentada sobre la tapa del baño, llorando ruidosamente, tomaba papel higiénico y se sonaba la nariz para después desechar con rudeza el papel al bote de basura. Le dolió verla así y a la vez lo hizo sentir como una especie de pervertido.

"No llores. Lamento todo esto".

Astrid hipeó un par de veces para después tomar más papel y limpiarse las lágrimas.

— ¡Fue tan vergonzoso! —Lloró la rubia desconsolada.

"Es algo muy natural". Trató de consolarla el fantasma. "No hay nada de qué avergonzarse, y si sirve de algo, guardé silencio, tapé mis ojos y oídos para no molestar".

— ¡Pero sigues aquí! —Se quejó entre gimoteos. —¡Quiero mi privacidad, quiero ir al baño cuando se me dé la gana, quiero cambiarme de ropa sin necesidad de ocultarme, quiero ducharme sin sentir que alguien está cerca, quiero que los demás dejen de verme como si estuviera loca!

"Lo siento". Expresó Hiccup cabizbajo. "Todo es mi culpa. Creo que me pase un poco al estarte molestando, sé que no soy así, pero...".

Astrid dejó de sollozar para ver al fantasma que seguía dándole la espalda.

— ¿Pero? —Incitó entre lágrimas a que continuara.

Hiccup bajó más la cabeza, sintiendo una tristeza dentro de su ser.

"Hablar contigo es de la única forma en que me sigo sintiendo vivo".

La rubia volvió a hipear, viendo con curiosidad al fantasma. Hiccup sintió su mirada sobre él y se giró para poder verla por completo. Se encogió de hombros y apretó sus labios sintiendo pena.

"Eres con la única que puedo hablar y con la que creo que puedo contar".

Astrid se levantó para quedar frente a frente al fantasma, no le había puesto atención del todo. Viéndolo de arriba hacia abajo, era más alto que ella, notó que en su rostro tenía pecas, los dientes algo chuecos (no tanto) y cejas espesas. Físicamente no le pareció una persona mala, no entendía qué pudo haber hecho ese chico para recibir un castigo, si es que se trataba de eso o sólo era que los dioses la traían contra ellos.

"Perdón". Musitó Hiccup agachando la cabeza como un hombre arrepentido. "Mientras estemos así puedes contar conmigo para lo que sea, es lo mínimo que puedo hacer por ti".

La patinadora se sonrojó al escuchar su proposición tan sincera.

—Perdón. —Susurró casi inaudible pero lo suficiente para que Hiccup escuchara.

El fantasma se sorprendió y levantó la cabeza para encontrase con la avergonzada cara de Astrid, esta al sentir su mirada, enrojeció; desvió su mirada hacia otro lado.

Cómo entrenar a una patinadora (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora